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Dos meses, 160 horas y 30 expertos: así se dobló la primera película en Lengua de Señas Colombiana

Con el complejo trabajo de la Escuela de Idiomas de la UdeA y el inédito ciclo de cine que se presentará hasta diciembre, Medellín se consolida como ciudad referente en experiencias sensoriales inclusivas.

  • El primer ciclo de cine inclusivo que comenzó en septiembre se extenderá hasta diciembre, tendrá espacios para vivir nuevas experiencias sensoriales. FOTO Cortesía
    El primer ciclo de cine inclusivo que comenzó en septiembre se extenderá hasta diciembre, tendrá espacios para vivir nuevas experiencias sensoriales. FOTO Cortesía
26 de octubre de 2025
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¿Se puede sentir la tensión en una escena sin escuchar los matices de las voces: los gritos y los susurros; el sonido ambiente y las dramáticas entradas musicales?

La respuesta es sí. Fue en Medellín, y lograrlo requirió más de dos meses, 162 horas de trabajo y la participación de 30 personas que se empeñaron en conseguir que una persona con un silencio perpetuo pudiera experimentar cada sensación de una película igual que cualquier otra persona sin dificultad alguna para escuchar.

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El pasado mes de septiembre, más de 400 personas disfrutaron de una fresca noche de cine al aire libre en el Parque de los Deseos y asistieron a la proyección de la primera película con doblaje en Lengua de Señas Colombiana.

Dar vida a más de 20 personajes que narran una historia de hora y media fue un monumental trabajo que requirió de 85 horas de grabación y 77 de posproducción. Lo hicieron posible diez traductores y 20 intérpretes sordos y oyentes, integrantes de la Escuela de Idiomas y el Servicio de Traducción e Interpretación en Lengua de Señas —SETI— de la Universidad de Antioquia.

La película a la que dieron vida es la española Me llamo Gennet, dirigida por Miguel Ángel Tobías, y que cuenta una historia de carne y hueso, la vida de una mujer etíope que se convirtió en la primera persona sordociega y anósmica –es decir, sin el sentido del olfato– en obtener un título universitario en Europa.

La película fue lanzada hace siete años y fue aclamada por su capacidad para retratar temas como la hambruna, la migración y la discapacidad en la escuela, en la universidad; pero también en el día a día de las calles, en las empresas y hasta en el propio hogar en un mundo que se creía moderno mientras se aproximaba al siglo XXI, pero que en realidad desnudaba en cada una de estas situaciones un estancamiento doloroso, como sociedad y como individuos.

Esa fue la cinta elegida para lograr, por primera vez, un doblaje en Lengua de Señas Colombiana. Detrás del resultado que pudieron disfrutar los asistentes esa noche hay un complejo esfuerzo de decodificación del lenguaje.

“El valor de esta producción radica en que profesionales sordos participaron en todas las etapas de producción y posproducción, lo que permitió una traducción a la LSC rigurosa, capaz de responder a preguntas como: ¿qué transmite la música de la película?, ¿cómo acercar al público a un contexto cultural diferente en el que el significado de la vida cotidiana cambia?”, explicó Santiago Parra Gil, coordinador del SETI.

El mérito de todo este proceso es que no se trató de una simple maratón de doblaje, hay todo un universo lingüístico contenido. Contrario a lo que se puede pensar, la Lengua de Señas Colombiana no es estática. No es una expresión corporal inmutable, sino que es viva y está en constante cambio, varía según la región, como lo hace el castellano adaptado que usamos y que muta de lugar en lugar, que no es el mismo en la ciudad que en el campo; en Antioquia que en la Costa.

“Todas esas experiencias hicieron que surgieran distintas formas de narrar que ayudaron a llevar el mensaje a otros públicos. Tocar el cine a través de la lengua de señas, transmitir emoción, traducir metáforas propias de una lengua oral y, en algunos momentos llevar una melodía a la lengua de señas, fue un gran reto y al mismo tiempo una experiencia invaluable”, contó Luis Forero, intérprete y líder de producción, y quien pertenece a la comunidad sorda.

Echar mano de cada posibilidad del lenguaje; lo que ofrece la música, la literatura, la expresión corporal, el tacto, todo estímulo como vehículo de comunicación, es algo que en el país empieza a explorarse cada vez más con la creciente necesidad de demoler las barreras que impiden entender la experiencia del otro, la forma en la que el otro se relaciona con el mundo.

Por ejemplo, hace tres años el Parque Explora creó una experiencia que fue ponderada a nivel internacional, pensada para que personas ciegas y sordas pudieran sumergirse en su hermoso y vivo acuario libres de muros sensoriales.

Hicieron un cóctel con todas las formas de lenguaje que tuvieron a la mano. Diseñaron peces con impresoras 3D para que los visitantes palparan con sus dedos y su cuerpo su fisionomía. Crearon historias orales que contaran visuales descripciones basadas en información científica pero convertidas en poesía y prosa cargadas de metáforas narradas por diversas voces en unos auriculares. Y, además, a través de pantallas, varios intérpretes utilizaban cada músculo para crear el movimiento, casi que el sonido de los peces y el agua para que las personas sordas pudieran salir de ese acuario sintiendo que realmente se sumergieron en los ecosistemas acuáticos que recrea.

En Colombia, según el Dane y Minsalud, hay aproximadamente 555.000 personas con discapacidad auditiva y alrededor de 56.000 con sordoceguera. Por eso las experiencias sensoriales incluyentes en todos los espacios, y particularmente en los culturales, tienen que ser apuestas cada vez más grandes.

El primer doblaje en Lengua de Señas Colombiana abre entonces un camino para que en país el cine se convierta en un derecho compartido. Y es que no se trató solo de una película. En una alianza entre la UdeA, la Fundación EPM, la Cinemateca Municipal y la Corporación La Rueda Flotante, Medellín hizo realidad su primer ciclo de cine inclusivo que tuvo desde mediados de septiembre funciones con las películas ¿A qué suenan tus ojos? y Sorda. Todas funciones gratuitas y abiertas al público. El ciclo tendrá dos funciones más, la próxima, el 4 de diciembre, nuevamente Mi nombre es Gennet, en el edificio de Extensión de la UdeA.

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La iniciativa se extenderá hasta diciembre y ofrecerá no solo la proyección de estas películas con lengua de señas, subtítulos adaptados y audiodescripción, sino también intérpretes en vivo y conversatorios y experiencias sensoriales guiadas que les permitirán a los asistentes sentir por un momento el mundo desde el lugar del otro.

En este hito de inclusión y cultura, la Universidad de Antioquia se anota un triunfo enorme. Según señaló Parra, la universidad ha hecho avances definitivos, como contratar y contar con un equipo de traductores sordos y oyentes. “Hemos visto las brechas que tienen las personas sordas en el reconocimiento de su lengua y este modelo de trabajo sirve como réplica, como modelo para que otros lo hagan. Estamos atentos a poder trabajar articuladamente con diferentes proyectos y propuestas que surjan en la ciudad”, recalcó.

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