Un año después de que EL COLOMBIANO denunciara el estado deplorable del ecoparque camposanto Villatina no solo no hubo solución alguna por parte de la Alcaldía de Medellín, sino que la situación del lugar es todavía peor.
El ecoparque camposanto Villatina fue remodelado en 2014 por parte de la EDU. Fue la culminación de la resignificación que durante años hizo la comunidad en este espacio para honrar a los más de 500 muertos que dejó la avalancha que los arrasó el 27 de septiembre de 1987 a las 2 de la tarde.
Sin embargo, sobre la tierra del ecoparque camposanto se expande desde aproximadamente 2018 una invasión de construcciones irregulares que los vecinos ven con preocupación y que es solo un ejemplo más de un problema que crece descontrolado en otras zonas de la ciudad, como Moravia o la vía al túnel de Occidente.
Hoy el deterioro del lugar es evidente a pesar de no llevar más de ocho años desde su remodelación que incluyó aula múltiple, senderos peatonales, juegos infantiles, gimnasio urbano, terrazas y campo deportivo, proyecto que tuvo una inversión de $2.680 millones.
El abandono del lugar, denuncian la comunidad, viene desde la administración de Federico Gutiérrez y se profundizó con la de Daniel Quintero. Desde entonces han enviado cartas y derechos de petición para que la administración se movilice a cuidar este sector sagrado para cientos de familias, pero no han tenido respuestas alentadoras y temen que más temprano que tarde el sitio esté fuera de control por invasiones, lo que a futuro dejaría la zona sin el camposanto.
Y si afuera el camposanto está siendo invadido por construcciones ilegales, en las instalaciones la cosa es todavía peor. Las luminarias no funcionan, el lugar está completamente abandonado y hasta violaciones, prostitución y consumo de drogas se volvieron males cotidianos, según denunció Joaquín Calle, líder de la Corporación.
Los familiares de las personas que desaparecieron en la tragedia le piden, le imploran a la Alcaldía que deje a un lado la indolencia y les permita recuperar el camposanto que desde hace 35 ha sido fundamental para sobrellevar la pérdida de sus seres queridos, sabiendo que allí, bajo tierra y bajo su cuidado, reposaban con respeto sus restos. Pero ahora ya ni eso. Ya ni los muertos pueden yacer tranquilos en Medellín sin que la ilegalidad de unos y la negligencia de la Alcaldía atente contra su sagrado descanso.
