El mismo día, a horas similares, fueron velados y sepultados los cuerpos de Alejandro Gallego y de Anderson Steven Jaramillo, los dos hinchas asesinados después del clásico paisa. A Alejandro, apodado Zombie y miembro de Los Del Sur Entrerríos, le hicieron las exequias en Campos de Paz, en el salón 4. A Anderson Steven lo despidieron en la sala de velación Villanueva, en el Centro, en compañía de sus familiares y amigos de la barra, quienes respetuosamente sugirieron a los medios de comunicación no asistir.
La muerte de Alejandro, de 25 años, y de Anderson Steven, de 34, conmocionó a una ciudad que hace rato no veía tan fatal saldo después de un partido de fútbol. Totalmente indignantes, demoledoras y desesperanzadoras son las imágenes que grabaron algunos, en las que se ve a los dos muchachos en el suelo, apuñalados, sin ropa. Ese fue el resultado de una riña entre hinchas de Nacional y Medellín, que tuvo lugar entre la 70 y la canalización de la calle 49.
Ayer, antes de las exequias, el alcalde Daniel Quintero dijo que ya tienen identificadas a las personas implicadas en la riña y los dos asesinatos. Según el alcalde, en los próximos días se procederá a capturar a estas personas. El mandatario aseguró que tienen ya las imágenes de quiénes agredieron a los hinchas y quienes siguieron atacándolos cuando ya se encontraban en el piso moribundos.
Y es que lo más estremecedor fue la sevicia con que actuaron los asesinos, que no quedando satisfechos con quitar una vida, se abalanzaron sobre los cuerpos para arrastrarlos, quitarles la ropa y despojarlos de sus pertenencias.
El secretario de Seguridad, José Gerardo Acevedo, manifestó que las autoridades han recibido también decenas de testimonios que incriminan con nombres y apellidos a los responsables del brutal hecho.
En Villanueva estuvieron los amigos de Anderson Stiven, conocido en la barra como Hormiga. Él llevaba un largo tiempo dentro de la Rexixtenxia Norte, la barra popular de Independiente Medellín. Las versiones que han trascendido es que un grupo de hinchas del DIM bajaron desde la 74 al sector de la 70, donde los sureños, los miembros de Los Del Sur, estaban celebrando. Con el encuentro habría comenzado la pelea, en la que participaron unas 300 personas, muchas de ellas armadas.
A Anderson, la Hormiga, lo conocían en la comuna 9 como un amante de los animales y un hincha furibundo de Medellín. En el barrio El Salvador lo recuerdan como una persona “dispuesta siempre a ayudar con una sonrisa”. La barra publicó una imagen con su foto, en la que aparece alentando al equipo, con un gorro de barrista. “Hormiga, Kapo”, reza la publicación.
Antes de la velación hubo una caravana fúnebre para despedir al compañero. Carros y motos , en medio de pitos, le ofrecieron un homenaje.
Sobre la responsabilidad de la barra del DIM hay un cruce de versiones. En redes sociales se compartieron audios en los que se le inculpa el ataque a Sebastián Rondón, conocido como el Xuxio y uno de los líderes de la organización. “Todos los grupos de la barra le están tirando a ese chino del Xuxio, que todo fue por el Xuxio (...) los sureños estaban relajados en la 70. Entonces todos le están diciendo gonorrea, loca, hijueputa, por culpa tuya mataron al pelao”, se escucha en uno de los audios.
El grupo Dextruxion, que hace parte de la Rexixtenxia, expidió un comunicado diciendo que Rondón no tenía nada que ver con la pelea y que él no había azuzado a nadie para que emboscaran a los sureños. “Rechazamos todo acto violento y la manera injustificada de quitarle la vida a una persona por los colores”, dice la barra en el comunicado.
En redes sociales, con un texto largo y sentido, William, el padre de Alejandro, hizo catarsis. Contó que la primera vez que llevó a Alejandro al estadio fue en un clásico, cuando el niño tenía 5 años. Contó, con nostalgia, cómo en esa época se podía celebrar con los seguidores del contrario. “Ese día creo que a mi hijo lo marcó esa fiesta futbolera, esa misma fiesta que se degradó a ser un lugar de violencia y muerte por defender unos asquerosos trapos... trapos de ignorancia, trapos manchados en sangre y dolor, trapos de vergüenza y de incultura de una sociedad podrida”, se lee en el texto escrito por el padre.
En medio del dolor indecible por la muerte de un hijo, William reflexionó sobre la violencia en el fútbol, sobre lo irracional de matarse por un “trapo”, sobre la indolencia de los políticos frente a la juventud: “Cómo queremos que nuestros jóvenes crezcan si aquí no hay ejemplo, aquí endiosan al pillo, al traqueto, pero les dan duro a los estudiantes, a los que quieren salir adelante”.
William agregó que su hijo no era un delincuente y que el alcalde así lo hizo ver al llamarlo “alias el Zombie”. “Era un muchacho bueno. Él estaba celebrando en la 70 cuando los atacaron y él quedó en la mitad de todo”, relató el padre.
Muchos sueños se frustraron con la violenta muerte de Alejandro. Con su padre quería aprender inglés para irse a vivir a Estados Unidos, conseguir un trabajo; pero también soñaban los dos con aventuras, como recorrer Suramérica en moto, compartiendo la compañía del otro.