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El calentamiento global no solo ha cambiado la manera cómo el planeta Tierra lleva a cabo sus procesos naturales, también está modificando la dinámica de los empleos. Así lo alertan instituciones como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el informe Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe, publicado en octubre de este año.
Ambas organizaciones advierten que el medio ambiente y el empleo en América Latina y El Caribe están intrínsecamente relacionados por tres razones: la actividad económica y del trabajo en esta parte del mundo se sostienen de la extracción y el uso de recursos naturales; los servicios de los ecosistemas sustentan la actividad económica y el trabajo de importantes sectores como la agricultura, silvicultura y pesca, así como el sector farmacéutico, textil y alimenticio, entre otros; y tercero: un medio ambiente estable propicia el trabajo.
En ese sentido, son varios los cuestionamientos que aparecen sobre la mesa: ¿Cuáles son las transformaciones que se están dando actualmente? ¿Colombia está preparada para afrontar estos cambios? ¿Cuáles serán los trabajos del futuro? ¿Qué sectores se verán afectados?
Cifras de la OIT y la Cepal dan cuenta de que uno de cada cinco trabajadores de la región labora en una industria que depende de servicios del ecosistema; es decir, de purificación del agua y el aire, de regeneración de suelos, flora y fauna, de regulación del clima y flujos hídricos, y protección contra plagas, enfermedades y tormentas, entre otros.
“El deterioro medioambiental, tanto global como local, pone en riesgo la capacidad de los ecosistemas de prestar estos servicios y las actividades y el trabajo que dependen de ellos. Dos ejemplos ilustran esta idea: la sobreexplotación de recursos marítimos y el cambio en los patrones de temperatura y precipitación a raíz del cambio climático”, subraya el estudio.
Así vemos que el sector de la agricultura sería el más afectado por el cambio climático, pues según cifras de la OIT hasta 2014 generaba unos 40,8 millones de empleos; le siguen alimentos, bebidas y tabaco (8,2 millones) y textil (4,7 millones).
En ese sentido, Juan Carlos Muñoz, profesor e investigador de la Universidad Eafit, señaló que es necesario separar la agricultura campesina, la familiar y la agroindustrial pues para él los impactos no son iguales en cada caso debido al modelo de producción que utilizan cada una de ellas. “Van a tener algunos elementos transversales, pero hay otros diferenciadores como el patrón de explotación”, acotó.
Por ejemplo, el informe destaca que las áreas óptimas para el cultivo del café se transformarán debido a los cambios en los patrones de lluvia, el aumento en la frecuencia de sequías, los cambios de temperaturas y la mayor prevalencia de infecciones como la roya. A nivel global, la superficie apropiada para la producción de café se reducirá un 50 %, con las consiguientes pérdidas importantes para Brasil y otros países de la región como Colombia, o requerirá el reemplazo de bosques por cafetales para mantener los actuales volúmenes de producción.
Ello definitivamente conllevará, según Muñoz, a que la agroindustria busque perfiles diferentes a los solicitados hoy en día. “El ingeniero agrónomo tendrá que manejar temas tecnológicos, incluir en su quehacer diario la implementación de herramientas que permitan diagnosticar condiciones productivas y pronosticar escenarios climáticos adversos”, detalló.
La Cepal y la OIT sostienen que la transición hacia una economía sostenible implica cambios en la estructura económica, lo que se traduce, necesariamente, en un cambio en las competencias requeridas por cada economía.
De esa manera, los economistas Alex Bowen, Chris Duffy y Sam Fankhauser citados en el análisis hacen énfasis en que una transición no es posible sin trabajadores con las habilidades para llevarla a cabo. “Esto exige que la estrategia para avanzar hacia la sostenibilidad medioambiental esté integrada con una estrategia de desarrollo de competencias. Es decir, se requiere un sistema que evalúe y anticipe las competencias que se necesitarán en el futuro y la capacidad de desarrollarlas rápidamente y acorde con las estrategias de cambio sostenible de cada país”, precisan.
De este modo, en el informe se destaca el papel de las cooperativas de recicladores de Argentina, Brasil, Colombia y otros países de la región, las cuales no solo crean empleos verdes sino también decentes. “Reducen el consumo de energía o materiales, limitan las emisiones de gases de efecto invernadero, minimizan los desechos y la contaminación, y conservan y restauran ecosistemas fundamentales en todo esfuerzo en pro de la sostenibilidad”, refiere el documento.
Según la Asociación de Recicladores de Antioquia, en Colombia alrededor de 300 mil familias viven del reciclaje; es decir, se ganan la vida recogiendo residuos sólidos reciclables como productos y empaques hechos de vidrio, cartón y papel, plásticos y metales.
De esa cifra, 3.662 recicladores se reparten en Medellín, según el último censo (2013) de Emvarias y componen las aproximadamente 15 cooperativas que existen en Medellín. Entre ellas está Recimed que tiene 12 años de existencia y que está integrada por cerca de 700 recicladores.
“Hoy la cooperativa maneja cinco grupos de materiales: papel, cartón, plástico, vidrio y metal. El 85 % de lo que se recolecta se vende a la industria. Y el 15 % restante se utiliza para la elaboración de productos reciclables y hacen parte de una marca de la organización que llamamos ‘Tejido Verde’. Y haciendo un balance de lo que hemos hecho en el tiempo que tenemos operando es que hemos evitado que cerca de 35 mil toneladas de desechos lleguen al relleno sanitario”, explicó Leonardo Gómez Marín, director de Recimed.
Estrategias como las de Recimed y el resto de cooperativas de reciclaje que no solo hacen vida en Medellín sino en el resto del país entran en la denominada economía circular, modelo al que está apuntando el gobierno nacional con el lanzamiento, el pasado miércoles 14 de noviembre, de la llamada Estrategia Nacional de Economía Circular.
De acuerdo con la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), el programa promoverá el emprendimiento, la generación de valor agregado y la atracción de la inversión como resultado de nuevas formas de producción, consumo y aprovechamiento de desechos, que reduzcan la carga sobre los rellenos sanitarios, lo que cobra gran importancia teniendo en cuenta que la vida útil de los rellenos sanitarios de 321 municipios de Colombia se acabará en cinco años, según datos del Departamento Nacional de Planeación (DNP).
“Lo que buscamos es incentivar a empresas, consumidores y otros actores de la cadena de valor para que desarrollen e implementen nuevos modelos de negocios, transformando los sistemas de producción y consumo existentes, dentro de la responsabilidad misma de la gestión de los residuos, el manejo eficiente de los materiales y el cambio de los estilos de vida de los ciudadanos hacia la sostenibilidad”, afirmó Ricardo Lozano Picón, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Este proyecto viene a fortalecer iniciativas ya existentes en el país como la que desarrolla la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) y EcoCómputo con programas de posconsumo que son apoyados por al menos 156 compañías de diferentes sectores y que buscan gestionar de mejor manera la vida útil de pilas, llantas, lámparas, computadores y envases de plaguicidas y farmacéuticos.
“Hemos procesado más de 147 mil toneladas de este tipo de residuos. Eso ha beneficiado a más de 4 millones de colombianos. Además, hemos generado 660 empleos directos y más de 2.000 indirectos solo en plantas de procesamiento”, indicó Edgar Erazo, director ejecutivo del Grupo Retorna y de la corporación EcoCómputo.
Pese a estos avances Picón y Erazo coinciden en que hay retos por delante en temas normativos (fortalecimiento de la actividad del reciclador) y culturales (generar menos desechos) que le impiden a Colombia seguir avanzando en materia de empleos sostenibles con el medio ambiente (ver Radiografía) .
Periodista de Economía y Negocios. Nací en Caracas, Venezuela, pero por mis venas corre sangre colombiana. Amante de la lectura y de los animales, en especial de los gatos.