El futbolista holandés Frank de Boer conoció al portugués Luis Figo luego de los cinco años que jugó en el Barcelona. En 2001, Figo ya había cambiado de colores para ser estrella del Real Madrid (máximo rival del Barcelona). En medio de monedas, botellas y la cabeza de un cerdo, objetos que le lanzaron al mediocampista en muestra del rechazo generalizado del fichaje del exfutbolista del Barcelona por el Madrid, Figo se dispuso a lanzar un tiro de esquina. De Boer organizó la defensa para esperar el centro (incluido a su arquero, Roberto Bonano), sabía que Figo era especialista en lanzarlos para la llegada de un cabeceador. Cuando Figo pateó, el balón fue directo al arco. Bonano alcanzó a reaccionar y salvó lo que parecía ser un gol seguro. Figo también conocía cómo pensaban sus excompañeros.
“Cuando una institución busca la manera de hacerse más atractiva y exitosa frente a sus más cercanos competidores, hay muchas maneras válidas de lograrlo. Una de ellas es contratando a esas figuras que gracias a su experiencia pueden convertirse en elementos fundamentales para el crecimiento de una organización”, asegura Giovanni Reyes, profesor experto en empresas de la Universidad del Rosario.
Como en el fútbol o en la mayoría de deportes, las empresas tienen permitidos los “fichajes empresariales” cuando dentro de su proceso de crecimiento se cuente el objetivo de fortalecerse en uno o varios ejes de funcionamiento. Pero para ello se necesita de varias cosas. Una oferta económica atractiva, capacidad de maniobra para el ejecutivo contratado, y un respeto por el secreto profesional son algunas de las más importantes recomendaciones.
De hecho esta práctica es mucho más frecuente de lo que se cree, y aunque se podría pensar que a una organización como Google le interesa tener la mano de obra mejor capacitada para ganar más mercado, en realidad pareciera ser una estrategia que responde a tener más información de sus competidores.
Uno de los casos más recientes ocurrió con María Garaña Cortés. Una exejecutiva de Microsoft en España, que tras siete años como la cabeza principal de la división de soluciones empresariales para Europa, Oriente Medio y África, será quien ayude a Google, uno de los máximos competidores de Microsoft, en ganar más mercado para ese segmento.
Es así como Google ha hecho cada vez más evidente su interés por convertirse en un líder para proveer servicios en la nube para empresas. El objetivo del fichaje de Garaña está en terminar de sentar las bases de un negocio que está avaluado, según la consultora de mercado Gartner, en cerca de 260 mil millones de dólares (ver Claves).
“Esto no quiere decir que se deje a un lado la generación de talento propio. De hecho esa es una de las máximas empresariales”, añade Raúl Ávila, profesor experto en economía de la Universidad Nacional. Ávila se refiere a que es muy importante motivar a los empleados que hacen carrera en una empresa a generar ese sentido de pertenencia. Situación que al final termina por convertirse en talento que desarrolla conocimiento para la compañía, y “que además no genera un gasto extra de contratación”.
Algo muy parecido ocurrió con Google cuando decidió forjar parte del negocio que ahora lidera en la nube. El pasado 19 de noviembre el gigante estadounidense anunció la salida de Diana Greene como jefa de la división de la nube en Google, luego de que desde 2015 liderara la estrategia de creación y posicionamiento. Greene era un talento propio de Google, pero una vez consolidado el negocio, se decidió darle el impulso final nombrando a quien había sido también estratega, en ese mismo segmento, pero con otra firma: Oracle.
Desde el 26 de noviembre de este año, ese portafolio de Google lo maneja Thomas Kurian, exjefe de productos de Oracle, compañía que el 18 de septiembre reportó sus estados financieros del año fiscal, y en el que se conocieron los ingresos por 9.200 millones de dólares, de los cuales al menos 6.600 millones fueron por “servicios en la nube”.
“Sí, esos movimientos se traducen en un conocimiento más especializado del sector en el que se quiere ganar más dinero. Y la tarea más importante se convierte en que los altos directivos que cambian de empresa para trabajar para sus competidores sepan respetar los secretos profesionales y que la máxima sea la ética”, agrega Reyes.