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Queso a los ratones

El presupuesto lo maneja el actual sistema de gobierno como colcha de retazos. Se abren embajadas y consulados, con altísimos costos, en países que a duras penas figuran en la geografía mundial.

hace 2 horas
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  • Queso a los ratones

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Entierro de tercera en el Congreso para la reforma tributaria del Gobierno. Y esa muerte obliga a enfrentar el desequilibrio fiscal que se agudizará, a través de severos recortes presupuestales en el gasto público. En renglones en donde el derroche es normal, como la proliferación de contratos a compadres, la multiplicidad de subsidios sin racionalización alguna y la corrupción. La misma que ya tiene en fuga a varios funcionarios petristas que se alzaron con el santo y la limosna.

Para enfrentar el desorden fiscal el presidente amenaza con echar mano de la emergencia económica. ¿No sería esta inconstitucionalidad, al no existir hechos extraordinarios ni sobrevinientes que la justifiquen? De un plumazo la fulminaría la Corte Constitucional. Tampoco procede buscar una adecuada solución declarando el default, como lo sugieren algunos funcionarios estrambóticos. Esa temeridad llevaría al país a entrar en la lista negra de las naciones que no honran el pago y cumplimiento de la deuda soberana. Sería algo nocivo no solo para su imagen externa, sino que tendría repercusiones insospechadas en el inmediato futuro de la economía nacional.

El presupuesto lo maneja el actual sistema de gobierno como colcha de retazos. Se abren embajadas y consulados, con altísimos costos, en países que a duras penas figuran en la geografía mundial. Se compran aviones de guerra con un costo cercano a los 16 billones de pesos -suma que era la que se aspiraba recoger en la reforma tributaria- para que engalanen los cielos en desfiles patrios, mientras la mayoría de los helicópteros que eficazmente combatían a los ilegales, permanecen en tierra por falta de mantenimiento. Las mismas palabras de Petro pronunciadas contra el gobierno anterior por una transacción similar, ahora se le devuelven como un boomerang: “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante”. Por la boca muere el pez. Negocios y disparates, muestras evidentes de que no sabe racionalizar el gasto para darle prioridad a las necesidades de país.

El gasto público desbordado ha sido un juguete que, como entretenimiento populista, le ha salido caro al país. Y si a eso le encimamos que la deuda bruta supera el 62% del PIB, la carga que heredará el próximo gobierno es agobiante de entrada. Tendrá que tener mucho carácter para ponerle punto fin al legado del desgreño y el derroche.

Y una duda final: ¿acaso ese festín en el manejo del gasto público en vez de corregirse se intensificará, para ser utilizado en la campaña presidencial del candidato petrista? ¿Ese frenesí irrefrenable del malgasto impulsará, además, los apoyos en las elecciones para Congreso de quienes hoy comparten la misma ideología del actual régimen? Ya se sabe, por el fallo del Consejo Nacional Electoral que sancionó la campaña electoral del hoy presidente por violación de topes en muchos millones de pesos con el uso de recursos prohibidos, cercanos a los $6.000 millones, que el queso no se les puede poner muy cerca a los ratones.

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