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Por Alejandro Gutiérrez - opinion@elcolombiano.com.co

¿En qué vamos a trabajar si la IA lo hará todo? En crearla

La próxima historia de Medellín será quien convierta la IA en soluciones tangibles.

hace 6 horas
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  • ¿En qué vamos a trabajar si la IA lo hará todo? En crearla

Por Alejandro Gutiérrez - opinion@elcolombiano.com.co

Soy de la generación que pasó de buscar tareas en fichas de biblioteca a encontrar el mundo en Google a un clic. Ese salto democratizó la información, pero nos hizo adictos a la inmediatez y alérgicos al análisis. El tsunami hoy es mayor: ya no se trata de acceder a datos, sino de delegar tareas a agentes de inteligencia artificial que leen, redactan, programan y hasta ejecutan por nosotros.

La pregunta para Medellín no es si usaremos IA. Es si seremos simples consumidores o nos atreveremos a crear negocios que resuelvan problemas reales.

Consumir IA es fácil, casi un commodity. Cualquiera puede tener una conversación ingeniosa con un chatbot. El negocio, y el impacto real, está en construirla. Para una startup local, no significa crear el próximo ChatGPT, sino productos con IA que entreguen resultados medibles: un sistema que agende citas médicas de manera autónoma, un software contable que concilie facturas sin errores o un modelo capaz de operar un vehículo en las calles de la ciudad. Obsesionarnos menos con respuestas bonitas y más con productos que mejoren margen, calidad o velocidad del día.

¿Qué falta? Primero, infraestructura. Medellín necesita posicionarse como hub de centros de datos; edificios llenos de servidores con energía redundante y conectividad. “Fábricas” donde se entrena y opera la IA. Segundo, laboratorios de colaboración, donde startups y empresas experimenten soluciones con reglas de juego claras y supervisión humana.

Imaginemos: visión computacional para detectar defectos en manufactura textil; preanálisis clínico que acelere diagnósticos; agentes logísticos que optimicen rutas en el Aburrá. Ese triángulo —data centers, laboratorios y buen gobierno de datos— no solo permite crear soluciones exportables, sino que convierte a Medellín en imán para el capital y empresas que buscan costos competitivos con talento.

Seamos claros: esto exige límites. La sobredelegación es una trampa. Cuando la máquina sugiere, nuestra tendencia es obedecer sin verificar. El liderazgo consiste en tener criterio para decidir qué se automatiza y qué no. Las tareas críticas exigen un humano capacitado, auditorías y formación en pensamiento crítico. La IA debe ser un copiloto que amplifica capacidades, no el piloto automático que las anula.

Finalmente, lo humano. Construir IA demanda inversión de recursos, pero hay un terreno donde no compite: no puede darnos más tiempo con seres queridos, ni con amigos, ni sentir emociones. Ponerle límites al trabajo y a la IA no es debilidad, es estrategia de supervivencia. Si Medellín quiere ser protagonista en la conversación global, necesitamos menos chats robotizados y más productos reales, con datos propios, con reglas claras y propósito. La próxima gran historia no la escribirá quien mejor domine el arte del “prompt”, sino quien convierta la IA en soluciones tangibles. Nuestro trabajo es crear lo que no existe, sin automatizar nuestra capacidad de ser humanos.

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Por Alejandro Gutiérrez - opinion@elcolombiano.com.co

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