Pico y Placa Medellín
viernes
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Se debe felicitar a los organizadores, agradecer a los patrocinadores y reconocer la generosidad de los participantes.
Por Armando Estrada Villa - opinion@elcolombiano.com.com
El domingo 28 de septiembre, acompañado de mi hija Vicky y mi nieta Carolina, tuve la grata experiencia de participar en La Carrera de las Rosas, organizada por la Fundación ALMAROSA, patrocinada por entidades como Alcaldía de Medellín, INDER, EPM, Área Metropolitana, Sura, Alkomprar, Comfenalco, Coordinadora, Euro, Sporade, Atenea, Latam, entre otras, protagonizada por miles de participantes y realizada con el noble propósito de recaudar fondos para salvar la vida de mujeres, mediante la prevención y tratamiento del cáncer de mama.
La Fundación tramita los permisos correspondientes y define con las autoridades los recorridos de la carrera, establece las condiciones de inscripción, el número de cada participante, la entrega de kits y medallas, la hora de iniciación de cada recorrido, el sitio de partida y llegada y la toma de fotografías a lo largo del trayecto.
Luciendo con orgullo la camiseta rosada, más de 16.000 atletas y caminantes, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, de todos los estratos sociales, partieron de la Plaza de las Luces y recorrieron el sur de la ciudad y de acuerdo con su capacidad optaron por correr o caminar 2, 5, 10, 15 o 21 kilómetros, tanto para ejercitar su habilidad atlética, como también para poner en práctica valores esenciales como la solidaridad, la generosidad, la gratitud y el amor, ya que su participación no era simplemente recreativa, sino que estaba motivada por un laudable propósito. Los corredores pagaron la inscripción no por correr, ya que cualquiera puede hacerlo sin ningún costo y menos por competir, ya que aquí no había rivalidad, sino por contribuir a una encomiable labor social.
En la ruta había cantidad de observadores, sitios de hidratación y animación musical, publicidad de las firmas patrocinadoras, fotógrafos, cámaras de grabación y permanentes llamados a los corredores a no desfallecer y a cumplir el objetivo que se había propuesto cada participante, fuera atleta o caminante, con voces de aliento que exclamaban fuerza, alcanza la meta, cumple tu sueño, que si bien la carrera no era una competencia entre rivales, si era un reto personal, una competencia consigo mismo, para terminar el recorrido. .
Se debe felicitar a los organizadores, agradecer a los patrocinadores y reconocer la generosidad de los participantes, ya que el esfuerzo de todos hizo posible que se llevara a cabo este altruista certamen, que tenía como premio para los corredores la satisfacción de concluir la carrera y recibir una bella medalla, que se entrega a todos los participantes, sin importar el lugar que ocupen en la llegada a la meta.
Debe destacarse lo hermoso e impactante que fue ver las calles y la Plaza de las Luces adornadas del rosado de las camisetas que portaba la multitud.
Por su excelente organización, constituir un agradable evento deportivo que todos disfrutan, ser una carrera que se adapta a todas las edades y capacidades atléticas, tratarse de un suceso que invita más que a competir a colaborar con una benéfica causa y por el provechoso empleo que tienen los fondos recaudados, es un admirable acontecimiento que en el futuro merece más apoyo y una mayor participación.
Así como muchas veces resaltamos sucesos negativos, es conveniente también destacar los positivos como fue la Carrera de las Rosas.