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De todos es conocido que en Catar no existe un mínimo atisbo de democracia.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
La pasada semana les contaba en estas páginas cómo los “pacifistas” de la ultraizquierda española clamaban en las calles contra el presunto genocidio en Gaza a mamporro limpio. Todo un ejercicio de incoherencia que ha repetido el bueno de Gustavo Petro. Y es que al presidente colombiano solo se le ocurrió juntarse con el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, para explorar fórmulas para encontrar “la paz en el mundo” y en Colombia con motivo de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. “Me encuentro con el emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani. Buscamos la paz del mundo y la paz de Colombia”, expresó Petro en la red social X, donde publicó una foto al lado del mandatario árabe.
No parece lo más aconsejable poner a parir al líder de un país democrático, por mucho que tenga ramalazos autoritarios, como es el republicano Donald Trump, para irse a abrazar a un emir entre nubes de algodón y palomas armadas de laureles. De hecho, es un contrasentido de tomo y lomo. Uno más de Petro, todo sea dicho.
De todos es conocido que en Catar no existe un mínimo atisbo de democracia. Por no poder, los ciudadanos no pueden ni elegir a los miembros del Consejo de la Shura, un mero órgano consultivo, todo sea dicho.
Los informes de Amnistía Internacional son demoledores. En Catar no existe el derecho a la libertad de expresión, de asociación o de reunión y se detiene arbitrariamente a los escasos ciudadanos que luchan por obtener mayores derechos y libertades.
Allí, los trabajadores migrantes, que representan más del 91% de la población del emirato, siguen enfrentándose a graves abusos, incluido el ya habitual robo de salarios, restricciones para cambiar de trabajo y mecanismos inadecuados de reclamación y reparación.
Las mujeres siguen sufriendo discriminación tanto en la ley como en la práctica. Bajo el sistema de tutela, las mujeres necesitan la autorización de un tutor masculino para casarse, estudiar en el extranjero con becas gubernamentales, trabajar en numerosos puestos públicos, viajar al extranjero si son menores de 25 años y acceder a servicios de salud reproductiva. Las mujeres siguieron careciendo de la protección legal adecuada contra la violencia doméstica, según AI.
Las mujeres también deben obedecer al marido, mantener la casa y existen sanciones si se niegan a mantener relaciones sexuales “sin razón legítima” o si trabajan fuera del hogar sin permiso del cónyuge, añade un reciente informe de Human Rights Watch.
Tampoco tienen igualdad plena en cuanto al divorcio; los derechos bajo ciertas circunstancias están limitados para la mujer (por ejemplo, abandono, daño, falta de manutención) y respecto a las herencias, reciben la mitad de lo que hereda un hombre si tienen hermanos.
En Catar, las relaciones sexuales fuera del matrimonio pueden acarrear penas de hasta siete años de prisión.
En lo que respecta a los homosexuales, la legislación siguió discriminándolos y permitiendo a las autoridades a detener a personas por su orientación sexual o expresión de género.
Un paraíso que busca la paz no solo en Gaza, sino en el mundo. De la mano de Petro.