Pico y Placa Medellín
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Si el rock es calle, debajo de la calle hay tierra. Y esta historia sí que tiene calle, tierra y rocanrol. Finalizando los 90, era un puberto curioso y deseoso de nuevos sonidos. Caminé por muchos barrios con una maleta Lesportsac negra decorada con parches de I.R.A, Dead Kennedys, The Clash, la carita de Nirvana, y una A de anarquía que yo mismo plasmé con pintela color rojo. En ella guardaba los casetos, los nuevos y los que me prestaban, llegaba a casa, ponía a reproducir y a grabar al mismo tiempo, mientras hacía los libritos que iban dentro de la caja. En esa rutina no solo llegué a casa de amigos y desconocidos que vendían música por catálogo, sino también a los San Alejo en el Parque Bolívar, al Pasaje San José, donde no le vendían música...
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