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diego londoño
Crítico musical
@Elfanfatal.
Día a día estoy con oídos muy abiertos para conocer nuevas canciones, obras que me lleven a otros lugares. En algún momento de la vida MTV era un repositorio de información que me llenaba la cabeza de sonidos, luego conversaba de música con todo el que se me atravesara y ahí obtenía recomendaciones que anotaba con juicio. Después una aplicación que se llamaba “Una canción para todos los días” era mi obsesión, todas las mañanas al levantarme buscaba sus sugerencias y muchas quedaron guardadas para siempre en esa gran colección sonora de la vida. Entonces llegó YouTube y el algoritmo de Spotify, hoy en día se han convertido en una buena práctica para conocer sonoridades, voces y canciones nuevas.
Pero no hay nada más emocionante que esas voces y propuestas que lo encuentran a uno desprevenido y le sacuden la vida. Eso justamente me pasó con Anna Zechini, una brasileña de 28 años que endulza la vida con su voz y nos regala melodías que cruzan mares, ríos, montañas y ahora llegan hasta Colombia para hacer nueva vida.
Su esencia musical tiene raíces brasileñas e italianas, pero su vida empezó al sur de Brasil, en Lages, en el Departamento de Santa Catarina. Su vida está trazada por su familia musical y por los recuerdos de lo que sonaba en la cotidianidad de su casa, desde música popular brasileña hasta el frenético sonido de los Guns N’ Roses, Scorpions, Aerosmith, ABBA y los Bee Gees. En su familia pasaban fácilmente de una samba tradicional al sonido de Supertramp. Eso forjó su estética sonora.
Su vida en la música, como intérprete e incluso como compositora, empezó a los ocho años cuando entró al coro de la fundación cultural de la ciudad de Lages. Allí su profesor se enamoró de su dulce voz y la hizo responsable de la melodía principal de una canción italiana de Navidad llamada “Dolce bambino”. La facilidad para la música se hizo evidente, empezó a tocar la guitarra y la música no la soltó jamás.
En la soledad de su guitarra y de su habitación empezó a componer canciones, y en compañía de un amigo las grabó y se convirtieron en su proyecto musical que ahora endulza corazones que buscan refugio en el sonido.
Llegó a Colombia gracias a un intercambio cultural y luego de enamorarse de Medellín hizo una maestría en Historia del arte y desde esta ciudad ha construido a pulso y con emoción acordes que muchas veces no saben qué son y letras que cuentan historias de la vida real, de las oscuridades y de las luces que nos inundan. Construyó una propuesta que atrae por su sensibilidad y por la multiculturalidad que se asoma a través de sus armonías.
Por supuesto su sonido tiene influencias de acá y de allá, del pop, del rock, y de la música popular de su país, pero a ella particularmente le cambió la vida una canción llamada “Preciso me encontrar” de un sambista brasileño llamado Cartola. Su búsqueda tiene ese mismo ADN, construir su modo de expresar la melancolía y la tristeza de una manera artística.
Desde que escuché sus canciones quedé enganchado a esa manera particular de asumir el rol de compositora y vivir con la piel y su voz desnuda sus canciones. Ahora, viviendo ya en Medellín desde 2018, Anna Zechini sueña con seguir cantando y anhela volverse una referencia, un puente entre Brasil y los demás países latinoamericanos.
Este encuentro y estas canciones de Anna Zechini deberían ser una excusa para escuchar con más atención lo que pasa a veces desapercibido por los grandes medios. Su voz y su nombre sin duda son una grata sorpresa musical.