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A lo largo de los años, este espacio musical en el periódico EL COLOMBIANO se ha convertido no solo en un catalizador de lanzamientos de canciones, discos increíbles para reseñar, historias con todo el ADN musical, sino también, en un espacio que muestra los sueños de muchos en su recorrido en la música.
Y con este texto, quiero seguir reafirmando que hay muchos más sueños por visibilizar. El de Daniel Lema es uno de ellos.
Muchos ahora lo conocen por ser la voz que le da vida a la banda sonora de la serie televisiva dedicada a Rigo, pero su historia es más profunda, tan larga como ancha y llena de canciones por donde se mire.
Su historia está cargada de significados y de música por todas partes, desde el tradicional sonido colombiano, hasta los tangos de Gardel y las rancheras de Jose Alfredo. Esa es la vida de Daniel Lema Lema, un relato que fusiona la tradición familiar con la pasión individual, y que destaca la perseverancia como clave para alcanzar los sueños más audaces, porque sí que han sido titánicos y él, con sus ojos saltones y su fuerza de corazón los ha logrado.
Desde sus raíces en una familia donde la música era un elemento omnipresente, Daniel absorbió los ritmos y melodías desde temprana edad. Se dejó inspirar por sus abuelos, su raíz más amorosa, los que soportan la influencia musical que ahora él pelea por conservar. Uno de ellos llevaba su mismo nombre, Daniel Lema Lema, un hijo de arrieros, profesor, autodidacta y director del Liceo de la Universidad de Antioquia. Además, lo musical, lo llevaba en sus manos, pues como ebanista se dedicó a la fabricación de sus propios instrumentos, tiples, bandolas y guitarras.
El otro abuelo, Ovidio Lema, era un carpintero, relojero y mecánico, amante de la música de Agustín Lara, Daniel Santos y Julio Sosa. En casa, a ambos se les escuchaba cantar y ahora Daniel, no solo los imita, sino que crea sus propias canciones para hacerle honor a toda esa historia de apellidos, generaciones y sueños a merced del tiempo.
El eco de la guitarra de su abuelo y de las canciones de Agustín Lara y Daniel Santos, resonaban mientras que la dulce voz de su abuela, Ángela Vélez, tejía los acordes de la música colombiana en su corazón. Estas influencias se entrelazaron en la infancia de Daniel, quien desde los tres años ya manifestaba su pasión por la música, convirtiendo una mesa en su primer escenario improvisado.
El viaje musical de Daniel fue marcado por la determinación y la dedicación. Desde sus primeros acordes en una organeta hasta sus presentaciones en escenarios nacionales, cada paso fue un testimonio de su compromiso con su arte. Su voz es bolero, su risa un rocanrol, su disciplina un punk y todo eso, ahora se materializa en las ganas de vivir de ser canción. Para él la música se convirtió en su compañera constante, incluso en medio de la tentación de un posible camino como futbolista. Era bueno, dicen por ahí.
A través de los años, Daniel cultivó su talento, exploró diferentes géneros y perfeccionó su habilidad como cantante y compositor. Su participación en eventos como La Voz Colombia y su papel como embajador de la Feria de las Flores en Medellín lo llevaron a nuevos horizontes, mientras que su incursión en la composición y la interpretación concretaron su proyecto, que, sino se baja del barco, se puede convertir en la nueva voz del bolero colombiano. Su frescura, su forma de componer y el público al que le canta puede ayudar al género a no seguir en esa muerte lenta y nostálgica.
Desde sus días de estudiante de comunicación audiovisual hasta su travesía por Argentina en busca de conocimiento, Daniel nunca dejó de perseguir su sueño, hoy tiene un puñado de canciones, una carrera consolidada y una familia que lo inspira.
Ahora Daniel continúa su viaje musical desde Miami y además de su participación en la novela de Rigo, la invitación es a que conozcan su proyecto musical, una mezcla de bolero con pop, que no deja de lado la memoria de los sonidos pasados.