viernes
7 y 9
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No nos digamos mentiras. A todos nos gusta, y más si viene empacada en papel regalo de Navidad. Hablo de la música, de la parranda, de lo que sucede en un mes esperado y pirotécnico como diciembre. El güiro que suena en cada esquina, el bajo que pega profundo en el corazón, el acordeón que imperioso se mete entre los bailarines, las trompetas que brillantes se contonean con sabor, los cantantes que rimbombantes expelen ese aire de carnaval, el olor a madera en el fuego, el anís, el chicharrón y las hojuelas con natilla, el sudor del baile, el azul reproche, la resaca y el caldo en la mañana.
Cuando hablo de todo esto, no hay corazón salsero, rockero, jazzero, cumbiero o lo que quieran, que se resista a la eterna parranda que nos caracteriza como...
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