Las movilizaciones sociales y estudiantiles en el país siguen siendo foco de violencia desbordada. Agresiones que ponen en riesgo la vida de personas ajenas a las protestas, que no tienen intereses a favor o en contra de las reivindicaciones de los manifestantes.
Ocurrió en Bogotá: un pedazo de ladrillo rompió el panorámico de un vehículo que transportaba a una familia y por poco causa una tragedia. Y en universidades de Bucaramanga, Barranquilla y Medellín, en las refriegas llovieron bombas molotov y petardos.