Las diferentes manifestaciones de la denominada “minga indígena nacional” han estado contaminadas de violencia.
Ataques contra la policía y retención de agentes. Agresiones contra la prensa y funcionarios de algunas entidades que han querido bajar los ánimos. Bloqueo de vías, con reducción del suministro de combustibles y alimentos. Y algunos actos de vandalismo contra el mobiliario público.
Las comunidades aborígenes están en el derecho de protestar y movilizarse, pero poner en riesgo la vida y los bienes de otros colombianos resulta muy reprochable.