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¿Medir la contaminación del aire con plantas? Sí, es posible

Es la técnica del biomonitoreo magnético y ya arrojó los primeros resultados en el Área Metropolitana.

  • La Tillandsia recurvata está en varias partes del Valle de Aburrá. Es una planta filtradora natural del aire. FOTO CORTESÍA EAFIT
    La Tillandsia recurvata está en varias partes del Valle de Aburrá. Es una planta filtradora natural del aire. FOTO CORTESÍA EAFIT
  • Así se ve en el microscopio: los puntos blancos es el material particulado acumulado en una planta. FOTO CORTESÍA José Duque
    Así se ve en el microscopio: los puntos blancos es el material particulado acumulado en una planta. FOTO CORTESÍA José Duque

Seguramente la ha visto en muchos árboles y cables de energía. Se llama Tillandsia recurvata, es una planta pequeña, melenuda y más gris que verde. Y tiene otra particularidad: como se nutre de la humedad y de los minerales que hay en el aire, atrapa las partículas magnéticas presentes en la atmósfera. Gracias a estas características y con técnicas de biomonitoreo magnético ha sido posible saber qué respiran los habitantes del Valle de Aburrá.

José Fernando Duque, profesor de la Universidad Eafit y quien lidera la investigación que inició en 2016, explica que el primer paso para darle respuesta a esa pregunta fue identificar los lugares donde existen estas plantas que hace parte del grupo de las epífitas: se sostienen por medio de una pequeña raíz y poseen estomas, una especie de poros o aberturas con el que retienen el aire que las alimenta.

Una vez recolectadas las empacan en bolsas plásticas con cierre hermético e inicia el proceso de análisis para descubrir qué tipo de partículas filtran. “En el sitio se describe dónde estaban, si pasaban muchos carros y la actividad industrial alrededor, ya en el laboratorio las matas se secan y se pican con unas tijeras de cerámica, no se puede usar ningún elemento que tenga metal porque puede interferir en la medición”.

Ese “ripio o polvo” es introducido en unos recipientes de plástico que luego son llevados al susceptibilímetro, un aparato que mide “la susceptibilidad magnética”, es decir, muestra la concentración de metales en el interior.

“Cuando las vemos en el microscopio electrónico de barrido es como si tuvieran escamas levantadas, estos son los estomas que les sirven para que tomen el aire que consideran comida, por donde agarran el polvo y la humedad, los materiales magnéticos que se quedan atrapados tienen composiciones de hierro y metales pesados (tantalio, cobre, plomo, zinc) que son dañinos”.

“Para poder ver las partículas también usamos equipos que miden ARM (Magnetización Remanente Anhistérica) e IRM (Magnetización Remanente Isotermal) que son técnicas de investigación de materiales magnéticos especializadas”. Agrega que los resultados obtenidos han sido comparados con los datos que arrojan los sensores del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (Siata) que muestran de manera muy precisa el estado de la calidad del aire.

“Vimos que evidentemente las estaciones que primero se empiezan a poner rojas o naranjas cuando empiezan las épocas de contaminación son las mismas donde encontramos más plantas contaminadas, no sabes de cuánto tiempo, pero sí que es el resultado de lo acumulado durante muchos años y nos hablan de una generalidad de la contaminación”.

Y hay más en este proceso. También hicieron análisis químicos para identificar los elementos que no deberían estar presentes en las plantas y determinar las fuentes de donde provienen.

Una radiografía

Después de recolectar 185 especímenes de Tillandsia recurvata, ubicadas a unos dos metros de altura, en cerca de 200 sitios de los diez municipios del Valle de Aburrá, los investigadores obtuvieron un mapa “de contaminación relativa” a partir de los análisis practicados a estas plantas (Ver mapa).

“En la zona sur-oriente de Medellín (El Poblado) es donde encontramos las más contaminadas, creemos que puede ser por la cantidad de carros, por las lomas los vehículos consumen mucho combustible al subir y gastan mucho freno al bajar, esto genera partículas magnéticas”, señala el profesor Duque.

La geóloga Daniela Mejía también hizo parte de esta investigación y describe más resultados. “En el sector de Zamora las muestras recolectadas nos revelaron niveles altos de plomo y elementos químicos que se consideran tóxicos”. ¿Por qué se habrían generado estas partículas? “Creemos que puede ser producto de las canteras ubicadas en esta parte, entonces posiblemente por el viento se distribuye mucho polvo”.

Siguiendo con la parte norte del valle dice que en general los niveles son bajos porque el “flujo vehicular no es tan alto”. Sin embargo, manifiesta que “hay ciertos puntos críticos” en Barbosa y Girardota “por la actividad industrial allí”.

Ahora el otro extremo: el sur. “En La Estrella, Caldas y una parte de Sabaneta y Envigado los niveles hallados se pueden considerar normales, mientras que en Itagüí fueron medios y se lo atribuimos a las zonas industriales y el alto flujo vehícular”.

La geóloga agrega que “este tipo de metodología es muy importante porque es una alternativa mucho más económica a lo que se hace con los filtros (sensores). En Colombia no se había hecho antes y con este estudio determinamos que puede ser igual de preciso a los equipos de alto costo”.

Por otro lado, la bióloga Daniela Buitrago fue la encargada de evaluar los aspectos físicos de las plantas que ayudaron a entender su anatomía. “Están en el grupo de la familia de las Bromelias, se encuentran en la parte urbana porque hay bastante luz y es cálido, cuando se comienza a subir a las montañas empiezan a desaparecer”.

Un elemento importante que destaca es que “no se dejan lavar por la lluvia por la estructura de sus hojas”, esto se traduce en que el agua que cae sobre ellas no interfiere al momento de estudiar las partículas que retiene la planta.

Aprovechar la naturaleza

Para Duque, haber encontrado que la Tillandsia recurvata es una planta que mide la contaminación del aire en ambientes tanto secos como húmedos, arrojando “resultados coherentes” como en el caso de Medellín y los demás municipios, es un paso que da la ciencia en Latinoamérica.

Sobre el estudio adelantado con su equipo cuenta que “fue presentado en el Congreso Colombiano de Geología y está publicado en una revista internacional, fue validado por expertos”.

Asimismo, cuenta que en el Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México realizaron los análisis químicos de las partículas y en el Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Argentina) midieron la química total de la planta con un espectrómetro de masas.

Al final, advierte que a la contaminación magnética “hay que prestarle atención. Es muy grave respirar una partícula de hierro porque tiene potenciales de oxidación mucho más altos y son las que generan cáncer, por ejemplo”.

Por ahora, este grupo seguirá encontrando respuestas de la mano de la biodiversidad. Es una “manera natural” para saber qué respiramos

Infográfico
Juan Alcaraz

Periodista. Hago preguntas para entender la realidad. Curioso, muy curioso. Creo en el poder de las historias para intentar comprender la vida.

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