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¿Por qué el cerebro la pasa por inocente?

Si se repite algo una y otra vez, y otra, se convierte en verdad. Así de fácil es engañar a nuestra mente, llena de ocupaciones y estímulos. Que no le pase.

  • ilustración Elena ospina
    ilustración Elena ospina
09 de junio de 2017
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Las cadenas de Whatsapp preocupan a más de uno. Cómo explicarle a sus papás, a su vecino o sus compañeros de oficina, por ejemplo, que los tales lotes de leche contaminados con la bacteria salmonella no existen. O que en ninguna parte de los Acuerdos de paz dice que el secretariado de las Farc tendrá el sueldo que tiene un congresista. Cómo desmentirlos si lo dicen los mensajes que recibieron en la mañana en el celular.

Y es que, según las neurociencias, las cosas con las que estamos en contacto en repetidas ocasiones, incluídas las noticias, se sienten más verdaderas que las que vemos por primera vez. Así que si alguien ha tenido contacto con la misma cadena en varias ocasiones es probable que crea ciegamente ese mensaje.

Psicólogos y neurocientíficos se han preguntado el por qué de este fenómeno. Aseguran que, entre otras cosas, se debe a la “comodidad cognitiva” o cognitive ease, en inglés.

Este concepto es una medida de cuán fuerte está trabajando el cerebro: desde un nivel fácil de complejidad, como cuando navegamos en Instagram, hasta uno difícil como cuando tratamos de multiplicar 13x78 sin calculadora.

Algunos hechos bien sabidos por todos facilitan el pensamiento: el fuego es caliente, los perros tienen cuatro patas, la Tierra gira alrededor el Sol. Se convierten en certezas a partir de las cuales le damos sentido a nuestro mundo. Y según cuenta el psicólogo y premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman en su libro Pensando rápido y lento: “no solo estas cosas se sienten verdaderas sino que se sienten familiares, y generan sentimientos positivos”.

Noticias falsas

Que las mentiras circulen en red no es algo nuevo, según, Diego Mazorra, comunicador con énfasis político e investigador de la Universidad Externado de Colombia. Lo novedoso es la explosión del sensacionalismo y la difusión de noticias falsas por medio de Internet, que ha causado graves daños a la sociedad y a las creencias que construimos sobre lo que nos rodea.

Según Mazorra, “los nuevos lectores de prensa consumen información de diversas fuentes como Whatsapp debido a la desconfianza que hay en las fuentes tradicionales de comunicación, lo cual los vuelve blanco fácil de quienes los desinforman y tienen su propia agenda”.

Para no dejarnos arrastrar por esta difusión de mentiras, podemos escuchar a los neurocientíficos, quienes en los últimos 20 años han descubierto detalles increíbles sobre el cerebro y sobre cómo pensamos y percibimos la realidad.

Los científicos sociales de la década del setenta aseguraban que emociones como el miedo, el amor y el odio explican la mayoría de las ocasiones en que la gente actúa de forma irracional. Sin embargo, Kahneman debatió estas afirmaciones.

En una de sus investigaciones, él y sus colaboradores rastrearon los errores sistemáticos en el pensamiento de personas normales, desde el diseño de nuestra maquinaria -el cerebro- , más que desde la corrupción del pensamiento debido a la emoción. Este trabajo fue citado más de 300 veces por otros científicos en 2010.

Kahneman encontró que los atajos mentales ayudan a explicar por qué algunos temas son muy destacados en la mente del público mientras que otros son descuidados. Sin embargo, es importante enfatizar, como lo hace este autor, que esta necesidad de simplificar las cosas y preferir apoyarse en creencias y en ideas fijas no significa necesariamente que somos estúpidos o ignorantes.

Somos simplemente, por defecto, criaturas perezosas propensas a tales imperfecciones. El premio Nobel, aclara que: “sostener la duda es un trabajo más difícil que deslizarse hacia la certeza”. Estamos más predispuestos a creer que a desconfiar porque eso nos da seguridad y es más práctico.

Contra las noticias falsas

Existen más de 1.000 millones de sitios web, así que muchos se han preguntado cómo fortalecer la verdad en un mundo virtual que parece incontrolable.

Con la ayuda del foro Fact-Checking Network (IFCN) Google puso en marcha un sistema de verificación de hechos en las noticias y en las búsquedas de sus usuarios mediante complejas fórmulas y algoritmos matemáticos.

Sin embargo, Richard Gingras, el director de Google News, explicó que esta información no resolverá el problema para cada búsqueda y podrá haber noticias verificadas por editores de manera diferente. No es la gigante compañía la que hace los chequeos, sino cerca de 100 organizaciones independientes, dedicadas a la verificación de hechos. Dos de estas están en Colombia: Colombia Check y La Silla Vacía.

La emoción sobre la razón

Según el psicobiólogo español Ignacio Morgado, “ciertamente, los sentimientos tienen más fuerza de la que podemos imaginar y determinan la mayor parte de nuestra conducta. Nos empecinamos en nuestras opiniones y apuestas, incluso cuando sabemos que no están justificadas. Criticamos el juego deportivo, el proyecto o la idea del rival, aunque sean estupendos. Votamos por quien nos cae bien, aunque no sea el mejor candidato. Podemos ser incapaces de salvar la vida de un enfermo negando la donación del órgano del ser querido que acaba de fallecer, aunque sabemos que ese órgano en pocos días será polvo inútil”.

Así pues, las emociones influyen en nuestras reacciones espontáneas, en nuestro modo de pensar, en nuestros recuerdos, en las decisiones que tomamos, en cómo planificamos el futuro, en la comunicación con los demás y en lo que creemos o no.

Ser más emocionales, sumado a nuestros sesgos cognitivos, nos hace intuitivos y creativos, pero también nos hace vulnerables al engaño. Esto puede hacer parecer verdaderas las cosas que no lo son.

Por otro lado, ser escéptico y analítico requiere un gran esfuerzo mental, es confuso y no se siente tan bien. No obstante, dudar de todo es necesario: una cuestión de supervivencia y la mejor manera que nuestro cerebro encontró para separar la realidad de la ficción.

Esto no significa que deberíamos ser racionales todo el tiempo, pues no sería práctico, pero la clave es identificar esos momentos en los que el pensamiento crítico y la atención son necesarios.

Por ejemplo, mantenernos alerta ante los aluviones de información que recibimos a diario.

También es necesario llenar los vacíos de información contrastando las fuentes, desconfiar de todo y rodearse, tanto de personas que piensen de forma similar a uno, como de personas que tengan una visión del mundo completamente diferente. Eso abre los límites de nuestro pensamiento y enriquece nuestra perspectiva.

Así sabremos con certeza que, aunque nos lleguen decenas de mensajes que lo dicen, la tal leche con salmonella no existe.

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