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Elonk Musk, el billonario del futuro

Excéntrico, buscapleitos y muy innovador, así es el nuevo dueño de Twitter: Elon Musk, el más rico del mundo.

  • Musk nació en Sudáfrica, se educó en las universidades de elite de los Estados Unidos y se transformó muy pronto en un emprendedor. Foto: Getty.
    Musk nació en Sudáfrica, se educó en las universidades de elite de los Estados Unidos y se transformó muy pronto en un emprendedor. Foto: Getty.
27 de abril de 2022
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Elon Musk –dueño de 257.000 millones de dólares, una fortuna de hipérbole– ha dado un golpe en la mesa al comprar Twitter. Acostumbra a hacerlo: sus proyectos empresariales le han enseñado a los ciudadanos del mundo que las profecías de la ciencia ficción están al alcance de la mano y de la técnica: las colonias en el espacio son empeños realizables y los cerebros humanos se podrán conectar con dispositivos tecnológicos. SpaceX, su empresa de servicios espaciales, trabaja en abaratar los costos de los viajes interplanetarios, y Neuralink, su compañía de neurotecnología, ajusta los detalles para los ensayos médicos de implantar chips en humanos.

Así, Musk no solo se comporta como un billonario: es un hombre que está pensando en los futuros posibles, la colonización de Marte y la necesidad de que los seres humanos se movilicen de otra manera, empezando por los vehículos eléctricos y construyendo túneles como avenidas imposibles. Nadie encarna mejor la categoría de los tecnobillonarios, etiqueta acuñada por la profesora norteamericana Jill Lepore para describir la fase del capitalismo en la que la tecnología es el epicentro de la vida social, cultural y política de Occidente. A diferencia de otros magnates, Musk habla con la solvencia de quien cree en su misión salvífica. Asume una retórica en la que se unen a partes iguales las intuiciones bursátiles y las discusiones de las sociedades contemporáneas. Para encontrar un caso similar hay que retroceder a inicios del siglo pasado, hasta Henry Ford, quien cambió para siempre al sistema con su modelo de producción industrial. Ahora, de la mano del nieto del economista Joshua N. Haldeman, el capitalismo entra en la era del muskismo.

¿Quién es?

Nacido en Pretoria (Sudáfrica), en 1971, desde muy pronto Musk reveló sus dotes para la tecnología. Según la biografía oficial, a los nueve años programó un rudimentario computador personal y a los doce hizo su primer negocio: vendió un juego espacial a una revista por 500 dólares.

Buena parte del dinero la gastó en videojuegos, cómics y ordenadores. Fue un nerd en todo el sentido de la palabra, y esa es precisamente otra de las características de los nuevos dueños del mundo: tanto Mark Zuckerberg como Bill Gates, Jeff Bezos y Elon Musk fueron los mejores de sus respectivas clases, y también tuvieron gestos contestatarios con la academia.

Esa mezcla los llevó a conquistar Silicon Valley, la meca de la innovación tecnológica en los Estados Unidos. Los tecnobillonarios son un híbrido entre científicos y empresarios, versiones chic de Lex Luthor, el antagonista de la historieta de Superman.

Musk obtuvo títulos en Economía y Física de la Wharton School, institución que hace parte de la Ivy League, la elite de las universidades privadas gringas.

El instante fundacional de su vida –el quiebre que lo llevó a emprender la senda del emprendimiento– se dio cuando renunció a los estudios doctorales en Stanford para fundar su negocio. De ahí en adelante su olfato de estudioso y comerciante lo llevó a interesarse en la internet, las energías renovables y el espacio.

En 1995 fundó con su hermano Kimbal y un amigo la empresa Zip2 para ofrecerle presencia en la web a pequeños comercios. El siguiente peldaño de Musk fue la fundación de X.com, uno de los primeros bancos de internet: invirtió 12 millones de dólares en el negocio.

Los tentáculos del pulpo se extenderían hasta crear SpaceX y ser el accionista mayoritario en Tesla, SolarCity, Neuralink y, hace un par de días, de Twitter. El poder financiero de Musk lo ha convertido en uno de los personajes más influyentes del mundo, capaz de enzarzarse en debates con funcionarios de la ONU, presidentes de repúblicas y otros pesos pesados de la industria de las telecomunicaciones.

Musk suele ir en contra de los dictados del sentido común. A pesar del consenso de la comunidad intelectual, considera poco peligrosa la existencia de centrales nucleares. “Necesitamos mantener la energía nuclear. No puedo subrayar eso lo suficiente. Es una locura total cerrarlas. Quiero ser claro, una locura total”, afirmó en una entrevista.

También desmiente la idea de la sobrepoblación. Por el contrario, considera el descenso en la natalidad uno de los desafíos acuciantes de la humanidad. “La mayoría de la gente en el mundo opera bajo la falsa impresión de que tenemos demasiada gente. Esto no es cierto. La tasa de natalidad ha descendido como la espuma”.

Los centros y las figuras del poder se han reacomodado: el capital simbólico y real ya no lo ostentan los políticos. Lo tienen tipos de la catadura de Musk: cerebros para las finanzas y la innovación.

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