Algunos aromas u olores nos recuerdan lugares, personas o momentos. ¿Ha pensado a qué huele su película favorita? ¿Cuáles son esos aromas que podrían sentirse mientras la ve?
Estamos acostumbrados a asistir a una sala de cine y usar dos sentidos básicamente: la vista y el oído, recientemente hay teatros que ofrecen otras experiencias inmersivas como sillas con movimiento. Y ahora, en España, una empresa está innovando con una experiencia sensitiva que permite sentir olores en relación con algunas escenas que vemos en diferentes películas.
Empecemos por los más obvios. Piense en filmes como El Perfume, Como agua para Chocolate, o tal vez en esos en las que la cocina es protagonista: Julie and Julia, la historia de la famosa cocinera Julia Child, o en Ratatouille, ¿qué aroma siente?. Imagínese ahora qué olores le evocarían Titanic, El Hobbit, Avatar, Media noche en París... Tal vez recuerde aromas como: cloro, cobre, a vegetación, a bosque, a queso, a pan...
Para tener esa experiencia, el español Raúl Porcar creó un dispositivo tecnológico que tiene la capacidad de desprender distintos aromas mientras usted ve una película en su casa o en el cine.
Cuenta que la idea surgió hace cuatro años cuando estaba viendo un programa de televisión muy popular en España llamado El hormiguero, en el que hay una sección de experimentos caseros. “Y entonces aquel día hubo una explosión en el set de grabación y el presentador dijo: cómo me gustaría que pudieran oler esto desde sus casas; y eso me hizo pensar por qué no se ha incorporado el olor a las películas”.
Raúl se dedicó desde entonces a trabajar en ese proyecto, consiguió financiación y el año pasado tuvo su producto terminado, al que le dio el nombre de Olorama.
¿Cómo funciona?
Este sistema cuenta con un hardware principal que son los aromatizadores, cada uno con doce aromas, entre las que están: limón, miel, humo de pipa, vino tinto, rosas, salchichas, entre otros. Además, contiene un sistema de control por software que activa los olores de forma automática de acuerdo a las escenas de las películas, pero también de forma manual por medio de una aplicación para tabletas.
“Nosotros grabamos previamente los aromas y las esencias van dentro de los aromatizadores en unos cartuchos”, comenta Porcar.
Esta tecnología que puede resultar sorprendente para algunos funciona de esta manera. El dispositivo es inalámbrico, mide 24 centímetros y se instala en el hogar o la sala de cine (en esta se necesita uno por cada 12 sillas).
De ese modo, cuando usted introduzca en el DVD o Blue Ray una de las películas (previamente programadas para que funcionen con esta tecnología), este se comunica con un dispositivo que se pone en el reproductor para enviar señales al aromatizador que expulsa los olores en el momento indicado.
Hasta ahora tienen un poco más de cien.
“El dispositivo que se conecta al reproductor le pregunta información sobre cuál es la película y en qué segundo está el aroma, y con base en esto utiliza los datos internos para identificar si la película tiene aromas o no, y si los tiene saber en qué momento debe lanzarlos”.
Esta tecnología es un ejemplo de dispositivos que se conectan a internet diferentes a los que conocemos tradicionalmente, y que caben en la categoría del llamado Internet de las Cosas. Raúl, por ejemplo, se encarga de estar actualizando el software del catálogo de películas mes a mes para que el dispositivo que se conecte al reproductor por medio de wifi los reconozca y funcione correctamente.
Intentos fallidos
Mientras las tecnologías de imagen y sonido en las salas de cine y televisores han evolucionado impresionantemente en los últimos años, la de los olores, que incluso, cuenta Raúl, nació antes que el cine sonoro, tuvo un desafortunado comienzo.
“Desde 1900 se han hecho intentos por usar aromas en las películas, pero las pruebas han fallado por muchos motivos”, dice.
Los equipos que se usaban para que esto fuera posible eran de grandes dimensiones y de difícil instalación. Los aromas tardaban en desaparecer y no se controlaban por medio de software, hasta la emisión de ellos llegaba a mojar a los espectadores. Raúl cuenta que todos esos sistemas eran muy complejos, y que las instalaciones eran tan complicadas que hasta requería tubos en los asientos.
Un artículo de LA Times titulado “El persistente hedor del Olor-o-visión”, basado en una publicación que lleva como nombre “20 lecciones de vida que formaron a los Estados Unidos”, cuenta la historia de cómo empezó a introducirse la experiencia olfativa en la las salas de cine.
Fue en 1960, durante la proyección de la película Scent of Mystery, que los asistentes experimentaron cómo un llamado cerebro de olor expulsaba por medio de tubos aromas entre las que estaban: pan recién horneado y tabaco de pipa.
Dice el artículo que ese fue el debut de la obra maestra de Hans Lube, creador del sistema. Sin embargo, antes de que se usara en Scent of Mistery, otras películas habían intentado esparcir olores en las salas de cine, entre ellas: The Sea Hawk en 1959 y Rose Bowl en 1916.
Posteriormente se han hecho otros intentos para desarrollar esta experiencia sensitiva. En 2003, por ejemplo, con la película Rugrats go Wild, entregándoles a los asistentes tarjetas de raspa y huele.
Cuenta Raúl que con la experiencia de Olorama la gente se queda muy impresionada y hacen comentarios como “te mete mucho en la escena”.
En general todos los olores son agradables, aunque hay uno como el humo que se usa para películas de acción. A Raúl le gustan todos porque son muy reales, “el de hierba fresca es el que más me gusta, da una sensación de estar en el campo”, también disfruta los olores a comida, como el de vainilla o queso, esos le dan hasta hambre.
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aromas expulsaban los tubos que se instalaron en un cine para el filme Scent of Mistery.