En poco más de un minuto el buque ex ARC Quindío murió para la vida en la superficie mientras se hundía para renovarse como parte de un arrecife artificial al cual ya está ligado.
Era la 1:10 de la tarde del viernes 13. Muy lejos de aquel 22 de febrero de 1943, cuando comenzó a operar como un barco de la marina de guerra de Estados Unidos destinado a vigilar el Caribe en plena Segunda Guerra Mundial.
El mar de un verde jade y su oleaje suave, varios buques y lanchas de la Armada más una docena de embarcaciones con turistas y de las escuelas de buceo fueron testigos del hundimiento.
20 minutos antes había sido sumergida la escultura barco de papel, una estructura de acero de unos 6 metros, que semeja un barco elaborado con hoja de cuaderno, con la cual la empresa Eduardoño y su Fundación contribuyen al nuevo parque temático de buceo en el cual ya habían hundido varias embarcaciones.
A unos 150 metros al noroeste de la isla de Barú, entrada a la ciénaga de Los Vásquez, laguna costera a 19 millas náuticas de Cartagena, está el parque temático. Otras dos naves, el ex ARC Tolú y el remolcador Atlas de la Armada Nacional también hacen parte.
El parque
Son uno de los tres componentes del arrecife artificial, junto al Museo de Arte y Medio Ambiente y su Jardín de las Medusas y al donado por Eduardoño en sus 70 años.
Están todos sobre una meseta separados unos 100 metros cada uno. Un parque de media hectárea.
Allí florece ya la vida. Un caballito de mar es uno de los primeros habitantes permanentes. Y un banco de cojinúas, que da vueltas, cuenta Juan Carlos Gutiérrez, director de la Fundación.
Yacen a entre 11 y 20 metros de profundidad.
Algunos de los barcos sumergidos presentan el tono verdoso que lo va cubriendo. Los primeros pobladores son peces y larvas de crustáceos. En cinco años llegarían esponjas y corales blandos. Y así poco a poco será fuente de vida y atracción para los buceadores.
El ex ARC Quindío había nacido como el USS YFR 443. Durante unos años navegó entre Gran Caimán, las bases de Estados Unidos en Cuba, las islas Nassau y la Florida.
Contaba con una tripulación de 20 hombres y tres oficiales. En las islas, cuenta Daniels, uno de ellos contactado por la Armada, vigilaban la posible presencia de submarinos alemanes y en tierra permanecían siempre cerca al barco por si debían ir a apoyar con provisiones a los destructores.
Pasó la guerra, pero se mantuvo activo. A comienzos de los 60 dejó de serlo. Ya no era útil para Estados Unidos, pero sí para Colombia, a donde fue transferido en 1963.
Acá, ya como el ARC Quindío, sirvió para transportar alimentos y apoyos hacia San Andrés y Providencia dice un documento del Centro de Investigaciones. Luego cumplió otras funciones, apoyando en sus últimos años las investigaciones de hidrografía y oceanografía de la Dirección General Marítima.
Llegó así al fin del servicio. El viernes estaba desmaquillado, amarillo, con 4 troneras a cada costado para facilitar el hundimiento y pelado para que la vida pueda adherirse a su piel y sus entrañas. A 50 metros, alzado por una grúa, el barquito de papel esperaba el contacto con el mar.
Amortiguación
En las coordenadas 10°15’48’’N y 75°35’53 W ya son parte del parque y de la vida. Y del arrecife que tiene un objetivo fundamental: restarle presión a los arrecifes de islas del Rosario y San Bernardo, explica Gutiérrez, para que los buzos que en sus salidas realizan por lo general dos inmersiones, hagan una de ellas en el parque temático.
Los arrecifes de coral son formaciones vivas de importancia biológica alta, recibiendo más de 200 especies animales y son muy frágiles por lo que su preservación, ahora cuando enfrentan la seria amenaza del calentamiento de los mares, es urgente.
El Parque Temático con sus tres áreas artificiales cumplirá esa función en la zona de amortiguación del Rosario.
Todo por la vida.
(*) Invitado por Fundación Eduardoño.