No podía caer en mejor fecha la celebración del Día Mundial de los Humedales para recordarle a Colombia su valor.
Con al menos 48.473 de esos cuerpos de agua registrados que ocupan 30,7 millones de hectáreas, 26 % del territorio según inventario hecho por el Instituto Humboldt, el país padece sed por El Niño y el deficiente manejo del recurso. Tipificados hay 38.216.
Las cifras parecen altas, pero no son suficientes para brindar protección para quienes viven de los 50 tipos de humedales.
Unos 1.000 millones de personas en el planeta derivan su sustento de ellos según un documento de la Convención Ramsar sobre humedales.
Pero cada día están más deteriorados. Desde 1900 se ha perdido el 64% de estos ecosistemas y un 76% de las especies de agua dulce desaparecieron entre 1970 y 2010.
Fabio Vélez Macías, profesor de la Universidad de Antioquia y miembro del grupo Geolimna afirma que hay pocos avances en el país en el estudio de los humedales, aparte del inventario realizado por el Instituto Humboldt, que basado en imágenes estimó el número aproximado de estos cuerpos que acumulan agua permanente o transitoriamente, característica que dificulta la identificación de muchos.
Están muy amenazados por la población nativa que explota sus recursos. “La minería está acabando con ellos”, sostiene, en particular la aurífera de aluvión. Se están contaminando y desecando.
Otro factor que incide para mal es la ganadería. Los ganaderos construyen diques y los secan para ganar terreno y el ganado las contamina.
Hay una crisis del agua, recuerda. “La tenemos pero no la preservamos”, lo que resume la problemática actual por El Niño.
Funcionamiento
Estos cuerpos de agua, explica el docente e investigador, tienen dos funciones principales.
La primera: sirven de colchón que absorbe el máximo caudal de los ríos, almacenando los excesos y liberándolos de forma lenta.
La otra es que son hábitat para muchas especies de fauna, desde mamíferos a aves y reptiles. Mucha de esa fauna es endémica de esos ecosistemas, como lo es parte de la flora asociada.
“Prestan un servicio global”, recuerda. En los humedales descansan aves migratorias en sus periplos hacia al norte o el sur.
Eso al considerar lo ambiental, porque en lo social la importancia es clara, como revelan las cifras Ramsar citadas.
En el departamento
Antioquia cuenta con 73.000 hectáreas de humedales, en especial hacia las zonas del Bajo Cauca, Magdalena Medio y también en Urabá, así como en zonas de alta montaña.
En Urabá de los más significativos, pero también olvidadas, es el conjunto de ciénagas Tumaradó, de 2.570 hectáreas, de acuerdo con un informe entregado por la Corporación Autónoma de Urabá.
Al ser de aguas poco profundas, carece de algas y tiene baja producción de materia orgánica, sirviendo la pesca que realizan al menos tres comunidades: Puerto Plata, El 40 y Tumaradó.
En el Magdalena Medio sobresalen en Puerto Berrío la de Chiqueros y Barbacoas en Yondó, y El Sapo y Colombia en el Bajo Cauca.
Vélez Macías recuerda que en la Colombia prehispánica los panzenúes, en La Mojana, manipularon bien los humedales y aún quedan camellones de esa época que permitieron el manejo de la agricultura según la especificidad climatológica.
De esas enseñanzas poco queda. Hoy apenas se adelantan unos estudios para delimitar ciertos humedales y protegerlos. El país solo tiene 6 sitios Ramsar, mecanismo que busca su protección.
Por eso, escasea el agua.
7,5
millones de hectáreas han sido detectadas como inundables, 5,2 millones de inundación bajo dosel
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