¿Cuántas veces desayuna sin ningún tipo de distracción? Que solo esté usted y el plato de comida; pocas veces, ¿cierto?. Siempre estamos mirando la pantalla del celular, sentados en el escritorio trabajando, mirando la televisión o parados frente a la mesa de la cocina o incluso, caminando. Hacemos de todo, mientras la cuchara entra a la boca, masticamos y vamos tragando.
Y es que el ritmo de la vida diaria que llevamos la mayoría no nos permite parar por un segundo a siquiera cuestionarnos, ¿qué es lo que tengo en mi plato? ¿qué me estoy comiendo?
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Aunque esto no quiere decir que no toda la gente olvida prestar atención a lo que come a diario, bien sea por cuestiones de peso, salud o llevan un tipo de dieta que obedece a un estilo de vida o postura política, como ser vegano o vegetariano, la velocidad con la que ingieren sus alimentos puede ser igual o mayor a la de quienes comen si mirar siquiera el plato.
La doctora Sarah Berry, experta en nutrición, especialmente en el área de la salud cardio-metabólica, explicó para la BBC, que comer rápido o despacio “cambio no solo la velocidad a la que la comida entra en tu estómago, sino también a la que entra en tu tracto gastrointestinal”.
Para Berry este detalle es muy importante, “porque tiene un efecto dominó en la liberación de muchas hormonas que te dicen qué tan lleno estás, qué tanta hambre tienes, y que además están involucradas en cómo tu cuerpo va a procesar los alimentos”, explicó la nutricionista al medio citado.
La misma comida, pero con otros resultados
Los expertos han encontrado que una de las diferencias notables, pero no por eso aplique a todos los organismos, es que quienes comen más rápido, comen mayores cantidades de comida y son más propensos a ganar peso.
Y eso se debe a que tienen a consumir un mayor número de calorías, se cree que en promedio de 100 a 200 más, en caso de que consumieran el alimento de manera más lenta, lo que termina entonces contribuyendo en la mayoría de los casos, al aumento de su peso, a diferencia de quienes comen más despacio.
nnnnn“Cuando comes más lento, se produce un aumento en lo que llamamos hormonas de la saciedad (PYY, GLP1) que le dicen a tu cuerpo: ‘hey, estás lleno’”, señala Berry. Por lo que la sensación de saciedad es mayor, y el consumo de comida menor.
Por tanto, detalla Berry, existen varias razones por las que comer lento ayuda a mejorar la forma en que el cuerpo recibe el alimento, pero las principales son: la primera, la sensación de saciedad se demora en llegar al cerebro entre 5 y 20 minutos, por lo que si comes demasiado rápido, esta información aún no habrá llegado hasta este órgano, por lo que terminará comiendo más de lo que quizá necesites.
Y la segunda, es que comer despacio, permite que “la liberación de nutrientes en el intestino sea más lenta, y eso significa que hay una liberación más sostenida y prolongada de las hormonas que te dicen que estás lleno y una supresión más prolongada de las hormonas del hambre que te dicen que comas”, recogió la BBC.
Es así que para comprobar las diferencias derivadas de la velocidad con la que se ingieren los alimentos, Berry le dijo al medio en cuestión que recientemente había realizado un sencillo experimento, recurriendo a algunos voluntarios.
Primero los conectó a un monitor con el fin de medirles la glucosa en sangre, después les pidió que comieran durante dos días lo que habitualmente ingirieran, y que un día lo hicieran más rápido que el otro.
Después de analizar los resultados, estos arrojaron que el día en que comieron con mayor velocidad, los niveles de glucosa aumentaron.
nnnn“Cuando comes tu comida mucho más rápido, los carbohidratos estimulan la liberación de insulina, pero esta no se libera lo suficientemente rápido como para eliminar la glucosa de tu torrente sanguíneo, por eso tiene una mayor respuesta cuando comes rápido”, dice Berry.
Por lo que resaltó que tener en cuenta este tipo de detalles, y tratar de volverlos un hábito, pueden llegar a hacer la diferencia en la salud y el bienestar de una persona.
“Sabemos que estos grandes picos de glucosa en sangre, si se repiten en exceso a lo largo de los años, pueden aumentar el riesgo de diabetes de tipo 2, enfermedades vasculares y otras complicaciones metabólicas”, añade.
Por eso, si estamos acostumbrados a comer de manera veloz y cambiar el hábito puede llevar su tiempo, la nutricionista Sarah Berry, hay maneras sencillas de empezar a irlo adhiriendo a la rutina diaria.
Primero, hay que empezar a hacerse consciente de masticar más veces la comida, y dos, reducir la cantidad de alimentos ultraprocesados, ya que su textura, al ser tan blanda, hace que se consuman a una velocidad menor, entre el 30 % y el 50 % más rápido, por lo que alimentos que demanden mayor masticado, permite que te demores más y así vayas alcanzando el umbral de saciedad.