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¿Ese recuerdo sí es suyo o le pertenece a otra persona?

Todas las personas tienen recuerdos erróneos, distorsionados o prestados. Le contamos sobre este fenómeno.

  • Hay información que se almacena en el cerebro de manera errónea. Los seres humanos recordamos nuestra vida y en esos recuerdos hay tintes ficcionales. FOTO: SSTOCK
    Hay información que se almacena en el cerebro de manera errónea. Los seres humanos recordamos nuestra vida y en esos recuerdos hay tintes ficcionales. FOTO: SSTOCK
04 de marzo de 2023
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Puede que ese recuerdo que tiene de un concierto al que asistió cuando era pequeño no sea real, así en su mente tenga imágenes vívidas de aquel día de los músicos en el escenario. Lo que pudo suceder es que sus padres, o alguien cercano, le contó sobre el concierto detalladamente, lo ponía a ver videos o a escuchar la música de la banda. Este fenómeno hace que se produzcan recuerdos prestados, que son los que usted no ha vivido pero los hace suyos por las experiencias y las narraciones de los demás.

“Hay información que nosotros no vivimos sino que reconstruimos en el cerebro porque alguien nos lo cuenta. Si uno repite una información varias veces, el cerebro termina creyendo que eso es cierto”, dice Carlos Andrés Tobón Quintero, médico doctor en Neurociencias y docente de Medicina de la U. de A.

Respecto al ejemplo del concierto, dice que esta situación es posible, si por ejemplo, los papás le narraban con detalles el concierto y le ponían la música y videos.

“Esta persona puede guardar la información aunque no sea de ella porque hay varios elementos que el cerebro puede tomar como propios e incluso es capaz de generar imágenes por asociación. Si la persona alguna vez vio un video de la banda cantando en vivo o un álbum, entonces el cerebro asocia las imágenes que ya ha visto, con este momento en particular y por eso sucede este fenómeno”, dice.

Además de los recuerdos prestados, también hay recuerdos erróneos que son los que la persona asoció de manera equivocada y los recuerda como no ocurrió realmente; también están los distorsionados, que son aquellos imprecisos, en los que se mezclan la realidad y la fantasía.

¿Por qué se pueden distorsionar? Una de las razones sucede en la fase de sueño REM, que es la fase de sueño más profunda. El cerebro recoge la información que se tiene en el hipocampo (parte del cerebro donde se resguarda la información temporal que entra) y revisa los nuevos elementos que entraron. “Es como tener información en la USB y llegar a descargarla al computador. El cerebro dice cuáles archivos sirven y cuáles no y hay información (recuerdos) que se eliminan y que no se pueden recordar luego. En esta fase es cuando las personas sueñan, que significa que el cerebro está recuperando la información que se vivió durante el día. Por ejemplo, si esa información estaba conectada con un recuerdo real, este se puede confundir. Por eso algunas personas dicen: ‘¿lo soñé o lo viví?’ Esa es una de las primeras formas de distorsionar los recuerdos”.

Si el cerebro ya almacenó la información y la estructuró (si logró dormir el periodo de tiempo adecuado) ella se almacena correctamente. Si por el contrario la persona se despierta antes de tiempo —mientras soñaba— hay información que queda desorganizada y puede quedar almacenada erróneamente, así ocurre la segunda razón por la que se pueden distorsionar algunos recuerdos.

“Si las personas recuerdan lo que soñaron creen que tienen buena memoria y durmieron bien, sin embargo, es preferible que no lo recuerden porque indica que se logró almacenar correctamente la información sin interferencias. Si se despierta antes de tiempo, pueden producirse recuerdos erróneos o distorsionados”.

¿Cómo saber si un recuerdo le pertenece?

Todos los recuerdos tienen tintes de ficción: “nos metemos a un componente filosófico, pero es que en realidad tenemos una capacidad limitada de detectar y capturar la información del mundo real. El cerebro tiende siempre a olvidar más que a almacenar y esta información pasa por varios filtros antes de quedar guardada por lo que al final quedan recuerdos que se complementan con otros y se hace difícil determinar qué es real y qué no. No quiere decir que lo que recordamos sea mentira, en esencia la información que almacena el cerebro es confiable, sin embargo, no todo lo que recordamos es preciso”, cuenta el médico Carlos Andrés.

Para reconocer si un recuerdo es prestado o erróneo es difícil. El neurólogo Alejandro Villarraga explica que los recuerdos más intensos o nítidos son en los que hubo una emoción fuerte de por medio. Allí podría estar la clave, dice el neurocientífico Tobón Quintero, porque cuando una persona recuerda un momento específico de su vida es atravesado por una emoción de lo que sintió en ese momento.

“Si trata de dar más información sobre un recuerdo y empieza a fallar la historia o no puede acceder a cierta información, puede que el recuerdo no sea suyo realmente. Otra característica es que a veces los recuerdos prestados o erróneos, les falla el componente afectivo y emocional. Eso puede ser un indicio de que no lo vivió”.

Un ejemplo es si está recordando cómo fue viajar a París y conocer la Torre Eiffel. Si realmente lo vivió recordará cómo se sintió, si solo está contando que otra persona viajó y conoció la torre, no sentirá ninguna emoción porque no estuvo ahí.

Sucede con el recuerdo de las personas fallecidas. Si a una persona se le murió el papá cuando era pequeño, pero la mamá le entrega descripciones de cómo era, el cerebro hará suposiciones, “casi de recrear un video de la persona con información de lo que le han contado; si le muestran fotos, videos, el cerebro es capaz de reconstruir a esa persona”. Pero son recuerdos que no tienen cargas emocionales o afectivas porque no las vivieron ellos, sino otras personas, en este caso, la mamá. Deben ser conscientes de que no son verdaderos, al menos no para ellos.

“Todo el tiempo reconstruimos recuerdos, lo hacemos con lo que conocemos del mundo exterior, toda la información que almacenamos”.

¿Hasta qué punto es esto natural? El neurocientífico explica que los fenómenos de los recuerdos erróneos, distorsionados o prestados es natural si es esporádico, si es recurrente o progresivo podría haber alguna patología como un deterioro cognitivo leve, demencia, alzheimer o enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia y otros trastornos en los que el cerebro no hace una adecuada estructuración de la información.

“Hay personas que generan vacíos en sus recuerdos y comienzan a vivir en ellos. Son lo que llamamos alucinaciones o episodios psicóticos. Terminan creando un mundo y viviendo en él”.

Los recuerdos

El encargado de almacenar los recuerdos es el hipocampo. Es el que gestiona la información reciente en la memoria a largo plazo, dándole un espacio y tiempo a cada recuerdo.

El neurólogo Alejandro Villarraga dice que los seres humanos somos conscientes de nuestra memoria a partir de los 3 o 4 años; antes de eso, es posible que los recuerdos no sean tan verídicos.

Los seres humanos almacenan información desde el periodo embrionario cuando se desarrolla el cerebro. Hay información de nuestro nacimiento, aunque no sea posible recordarlo.

“Se guardan estímulos de la luz, caricias, olores, sabores y a medida que vamos creciendo, el nivel de complejidad de la información aumenta hasta que estamos en capacidad de recordar momentos y experiencias”.

A medida que el humano crece se desarrollan más habilidades como la comprensión semántica. Se aprenden las sílabas y se dicen las primeras palabras coherentes como “papá” y “mamá”. Luego hay una etapa en la que el niño se pregunta todo el tiempo “¿qué es eso? buscando almacenar información para comprender el mundo y cada vez las preguntas son más complejas: “¿para qué es esto?” y “¿y por qué sucede?”. Al aparecer la memoria episódica (recordar qué hice ayer, qué voy a hacer mañana) es el momento en el que los recuerdos son más estructurados.

“Una vez que se desarrolla la unión entre el lenguaje y lo temporal entonces ya no solo se sabe qué fue lo que pasó sino cuándo y se crean unos recuerdos más estructurados de lo que ocurrió”, cuenta el médico Carlos Andrés.

Tener recuerdos erróneos o prestados puede ocurrir en cualquier etapa de la vida. Pero es más probable cuando somos pequeños porque los niños no distinguen entre la fantasía y la realidad.

“Un niño puede tener más confusiones, las personas adultas tenemos una estructura cerebral ya formada y los pequeños no. Es por eso que ellos tienen más creatividad, por ejemplo. Se les ocurren muchas más cosas, porque no tienen ese límite de lo real y la ficción tan marcado”.

Haga el ejercicio y recuerde si uno de esos momentos de su infancia es real, pregúntele a sus familiares. Debe haber alguno de ellos del que se pueda dar cuenta si hay más ficción que realidad, y si realmente no es suyo no pasa nada. Es natural que esto ocurra.

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