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Cuando se trata de actividad física no solo es difícil mantener la energía con la que se empieza sino percatarse de los momentos en los que se baja demasiado el ritmo. Ese no es un problema en esta experiencia de hacer spinning cuando se apagan las luces.
El concepto va más allá de la oscuridad y la música a todo volumen: sus bicicletas están diseñadas para emitir una luz dependiendo de la intensidad a la que vaya. Lo ideal es que se mantenga en rojo, pero a medida que el usuario disminuye el nivel el color cambia a amarillo, verde, azul y finaliza en un blanco brillante que se refleja en los espejos del lugar.
Hacer esta actividad en espacios cerrados y a oscuras no es algo nuevo. Fue en Alemania, en 1995, cuando nació la compañía IndoorCycling Group (ICG), pionera en fabricar estas bicicletas y conformar un grupo de entrenadores especializados en el ciclismo en interiores. Así lo relata el entrenador de ICG Doyle Armstrong en una publicación en la que cuenta esta historia. A partir de 2007 inició el boom en países de Europa y EE. UU. y en 2014 se incluyó el concepto de “Couch by color”, que es precisamente lo novedoso.
Esto porque cada persona tiene una frecuencia cardiaca y un tiempo de recuperación diferente. Por eso, al comenzar la sesión se debe configurar en la bicicleta un valor para el umbral funcional de potencia o FTP, este es el máximo esfuerzo que puede hacer alguien por un tiempo extendido (ver Para saber más).
“Un ciclista profesional puede correr junto a uno que está empezando, y a pesar de que los dos tengan el mismo color están en el mismo esfuerzo”, explica un entrenador del equipo ICG Iberia en su canal de YouTube. Añade que esta metodología permite lograr resultados en menos tiempo porque ayuda a dirigir los entrenamientos de forma personalizada.
La idea de traer este concepto a Colombia fue de la colombiana Natalie Aghion cuando vivía en Estados Unidos y trabajaba para la marca Zumba. Viajaba por el mundo como relacionista de la empresa y en una feria fitness en Alemania vio las bicicletas. En 2015 Aghion regresó y se asoció con su amiga Sophie Azout para abrir Cyglo. Hoy tienen cuatro sedes en Bogotá y una en Medellín. Son los únicos en la ciudad que trabajan con estos equipos y metodología. Hay otros que lo hacen a oscuras, sin las bicicletas especiales.
La cocreadora de estos centros comenta que “el ejercicio es para uno y no para el resto. Estar en una pecera donde todo el mundo te ve desde afuera puede ser incómodo y competitivo. En cambio a oscuras te desconectas, no importa si llueve o hace sol afuera. Hoy en día es muy difícil encontrar un espacio para enfocarte sin mirar el teléfono”.
Al inicio de la clase hay una motivación impulsada por la energía y ver la luz roja todo el tiempo, pero a medida que van pasando las canciones es difícil mantenerla en ese color y el frente de la bicicleta puede convertirse en un semáforo.
Al respecto, Aghion señala que “la oscuridad también te permite no mirar al lado. Las luces de colores son una motivación para hacer lo mejor, no para estar pendiente de cómo va el otro”.
En un mercado global enfocado en brindar más experiencias y servicios que productos solamente, los centros deportivos a oscuras cuidan cada detalle. Andrea Trillos, ingeniera de mercados y dueña de un centro con este mismo concepto en Bucaramanga llamado Momba Fitness, afirma que “hacer ejercicio es algo tedioso para algunas personas, por eso en estos escenarios la idea es que el cliente salga de lo cotidiano y esté inmerso en un ambiente de alegría que le lleve a hacer deporte de una forma diferente”. Este es un concepto enfocado a quienes buscan una experiencia inmersiva, quieran tonificar su cuerpo y les guste exigirse a sí mismos.
La clase dura 45 minutos y, al igual que una sesión de spinning en espacios cerrados, la idea es combinar la resistencia de la bicicleta con ejercicios de velocidad y el ritmo de la música. Sin embargo, hay otros elementos, como los zapatos de choque, que tienen una cala metálica que se ancla al pedal y dan mayor soporte en los ejercicios para levantarse de la silla o aumentar la velocidad. También está la pantalla en el centro del apoyabrazos de la bicicleta, que monitorea el ritmo y se apaga cuando el usuario deja de pedalear. Eso le da a la experiencia un tono más cómodo y al mismo tiempo más exigente.
Felipe Castrillón, instructor y administrador de la sede en Medellín, explica que esta no es una clase diseñada para quienes quieran ganar masa muscular. “La sesión sirve como un entrenamiento cardiovascular, fortalecimiento pulmonar, tonificación y quema de grasa. Se queman entre 600 y 900 calorías y hay personas que llegan hasta 22 kilómetros en los 45 minutos”, señala.
Una fiesta en la que usted pone el color.