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Aunque es tentador pensar que una misma vacuna puede servir para proteger contra más de una enfermedad, la forma específica en la que funcionan muestra que no es así.
La base de estos medicamentos biológicos, explica Diana Castaño, docente miembro del grupo de Inmunología Celular e Inmunogenética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, es exponer el cuerpo a un patógeno para que este se entrene, se adapte y genere una respuesta protectora frente a un futuro encuentro con el virus, bacteria u otro microorganismo.
Así fue como su creador, el médico inglés Edward Jenner, hizo el primer experimento de una vacuna en 1796, tomando como base prácticas ancestrales de la medicina en India: inoculó pus que contenía viruela de las vacas a un niño de 8 años. A los pocos días de la inoculación en su piel, el menor tuvo algunos síntomas leves que duraron poco. Más adelante, el doctor Jenner le inoculó viruela humana, en muchos casos mortal, y el niño no presentó síntomas de viruela, es decir, estaba protegido o era inmune a la enfermedad, según cuenta el libro Historias curiosas de la medicina (1994).
Las vacunas son desarrolladas para un germen que produce una enfermedad en particular, es decir, son específicas. Por esa razón es que una vacuna investigada para generar inmunidad contra una bacteria, como la de un tipo de neumonía, el neumococo, no puede proteger contra otro microorganismo, como el nuevo coronavirus que originó la pandemia. Son microorganismos diferentes, aunque los síntomas de la enfermedad que producen sean similares: dolor de cabeza, fiebre, problemas respiratorios.
“Entre los mismos virus hay diferencias. No es lo mismo el que causa influenza, un síndrome respiratorio, que el que causa la covid-19. Y cuando digo diferencias hablo no solo de las proteínas, moléculas y superficie, también de su interacción con nosotros ya que es diferente para cada virus, cada bacteria o cada parásito”, acota Castaño.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud, OMS, en una publicación en su sitio web sobre mitos de la infección covid-19, afirma que “las vacunas como la neumocócica (la neumonía más común por bacterias) y la vacuna contra la influenza (un virus que causa un tipo de neumonía que puede ser grave), no protegen contra el nuevo coronavirus”. Agrega que el virus de la actual pandemia es tan nuevo, que fue necesario desarrollar un preparado exclusivo para atacarlo.
La OMS da una recomendación más: “Aunque las vacunas contra la neumonía (bien sea por neumococo o influenza) no son eficaces contra el nuevo coronavirus de 2019 (2019‑nCoV), es muy conveniente vacunarse contra las enfermedades respiratorias para mantener una buena salud”.
Este último es el punto por el cual es una buena decisión ponerse al día con las vacunas que protegen a los adultos contra otras enfermedades en tiempos de pandemia. El especialista en pediatría e infectología Luis Enrique Gutiérrez Saravia, representante de Colombia en la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (Slipe), explica que “vacunarse contra otras enfermedades es una forma de ayudar a mantener en orden el sistema de salud, porque la pandemia va a terminar en algún momento, pero las otras afecciones a las que no se les prestó atención en este tiempo seguirán latentes”.
En esto concuerda Andrey Rojas P., médico farmacólogo clínico y experto en seguridad de vacunas: “Esta es la herramienta más importante y es la más eficiente, no solo para la salud pública, sino para la sociedad y economía de un país. Hay que aprovechar todas las oportunidades para vacunarse, no solo contra el coronavirus pandémico sino contra todas las enfermedades prevenibles por vacunación. Para que las vacunas funcionen para la población es necesaria una masa crítica de vacunados. Entre más personas se vacunen, mayor impacto positivo para el país”.
Según reportes de la Slipe publicados en septiembre del año pasado, se estimaba que los esquemas de vacunación en Latinoamérica podrían reducir un 25 % en 2020 por la emergencia sanitaria, que obligó a frenar ciertas actividades de salud. En Colombia, dijo en noviembre la Federación Nacional de Departamentos, la cobertura de vacunación en 2020 cayó de 95 % a 75 % por cuenta de la pandemia. “En los territorios se ha generado una caída de las coberturas de los esquemas de 21 vacunas para atender 26 enfermedades”, se lee en un comunicado de la entidad.
Gutiérrez Saravia enfatiza que “el coronavirus impactó muy fuertemente todos los programas de vacunación en todas las edades. Es comprensible el temor de la gente de ir a un hospital a exponerse al contagio. El criterio de la gente es que las vacunas son solo para los niños, pero hay refuerzos para adolescentes y dosis nuevas dependiendo de la condición de cada adulto”. El Programa Ampliado de Inmunización (PAI) del Minsalud tiene unas vacunas que están cubiertas por las entidades prestadoras del servicio y son las básicas que todos deben tener. El listado está al final del artículo.
Sin embargo, hay vacunas que no están en el PAI, pero que son recomendadas por Gutiérrez y Rojas para evitar la propagación de ciertas infecciones, teniendo en cuenta la edad, condiciones familiares o de trabajo. Mire si algunas de estas aplica para su caso.
En primer lugar, los expertos recomiendan vacunarse contra la influenza cada año, debido a que este virus cambia sus genes cada 12 meses. La Organización Mundial de la Salud es la encargada de detectar sus nuevas variantes en todo el mundo y dar una guía a los laboratorios para que elaboren la vacuna con los componentes apropiados para enfrentar este virus respiratorio cada año en la temporada de lluvias.
Si hace parte del círculo cercano a un bebé recién nacido, debería ponerse una dosis de refuerzo para adultos de la vacuna de tétano, difteria y pertussis (tos ferina), para proteger al menor de infecciones respiratorias complicadas y de paso usted se protege de estas tres enfermedades. “Ya se han hecho pruebas científicas para comprobar que se pueden poner en una misma preparación desde su fabricación en laboratorio”, explica la docente Diana Castaño.
También, los adultos después de los 50 años, deben ponerse la vacuna contra herpes zóster, recomiendan Gutiérrez y Rojas. Esta enfermedad, conocida como culebrilla, es dolorosa y podría dejar secuelas de por vida en los adultos de edad avanzada.
Dependiendo de sus condiciones de exposición en zonas tropicales puede considerar revisar cuándo fue la última vez que se puso la de fiebre amarilla. “El esquema de vacunación en Colombia recomienda una dosis al año de edad y un refuerzo a los 10 años de edad porque somos un país en el que circula el virus (endémico)”, recuerda Rojas.
La vacuna de la rabia, por ejemplo, se exige en trabajadores de veterinarias, pero también es recomendada para quienes tengan contacto con animales callejeros, selváticos y hagan labores de rescate o quienes hayan sido mordidos por animales desconocidos a los que no se les puede hacer seguimiento. Si tiene un viaje a zonas donde no se puede comprobar la calidad de los alimentos o el agua, considere ponerse la vacuna contra fiebre tifoidea y cólera, infecciones transmitidas por bacterias presentes en este líquido.
Como cualquier medicamento, las vacunas deben ser prescritas por un profesional de la salud. La recomendación de Rojas es visitar al médico general con su historia clínica a la mano. De esa forma, si usted no tiene carné de vacunación ni un registro de las que le pusieron y las que no, puede decidir con la guía del profesional qué dosis ponerse de qué vacunas y cada cuánto tiempo.
El farmacólogo clínico aclara que las vacunas son medicamentos y por tanto deben ser formuladas por el médico, a menos que estén incluidas en el plan de vacunación del país. Las vacunas tienen algunas contraindicaciones y algunas precauciones para su uso.
Por ejemplo, si usted tiene una alteración del sistema inmunológico, será el médico que lo trata el que lo debe guiar en ese proceso. “Las vacunas son cosa de niños y de adultos. Si uno no tiene el carné de vacunación, por la razón que sea, habría que revisar si es una persona en etapa escolar o un universitario, un adulto joven, qué riesgos tiene, qué vacunas pudo haber recibido. El médico y el paciente se sientan juntos, miran qué vacunas cubre el PAI, qué vacunas pudo haber recibido y cuáles no para actualizar el esquema de vacunación de ese paciente”, anota Rojas.