Irrespeto y agresión. Dos palabras que están conjugando algunos ciudadanos, peligrosamente, para actuar contra las autoridades en el Valle de Aburrá.
Los más recientes casos, que dejan como víctimas a agentes de tránsito -cinco en Medellín e Itagüí-, reviven las alarmas sobre el fenómeno.
En las dos últimas semanas en Medellín, tres agentes de tránsito han resultado heridos a manos de conductores. Dos de ellos fueron arrollados por un vehículo, el viernes pasado, cuando le pidieron al conductor detenerse para realizar un control. Cuatro días después otro guarda que le solicitó a un hombre retirarse de la troncal del Metroplús, fue amenazado con lo que parecía ser un arma de fuego y al tratar de huir, sufrió una lesión.
Con temor
Al reportar que los agentes heridos se encuentran fuera de peligro, el secretario de Movilidad de Medellín, Humberto Iglesias, pidió a la comunidad respeto a los 534 guardas que trabajan en la ciudad y aceptó que hay temor en estos servidores por las reiteradas agresiones.
“Se sienten incómodos (los agentes). Me manifiestan que tres agresiones los tienen incómodos, pero con interés de seguir adelante. Los visité y les dije que hay que hacer valorar su labor, como un tema recíproco: la ciudadanía respetando y ellos ganándose ese respeto, al actuar de buena manera, con responsabilidad”, aseguró.
Iglesias, catalogó a los responsables de estos actos como “personas intolerantes, sin cultura ciudadana, que reciben los controles de la autoridad de manera agresiva” y dejó en manos de la justicia las sanciones contra ellos.
“Todas las personas deben entender y valorar la labor de los agentes. El trabajo que hacen no es fácil. Es de control y casi represión a las personas, en busca de mejorar la movilidad y salvar vidas”, apuntó.
Mala educación en casa
En los hogares, según Hernán Darío Gil, docente del Centro de Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, nacen a veces las carencias sobre lo que es la ley, situación que desencadena el irrespeto a la autoridad.
“Tenemos una sociedad que no nos está formando para atender la norma. Se ve a los individuos que están relacionados con la ley como unos enemigos. Para algunos, cuando tienen un ‘enemigo’ de esos al frente (agentes de tránsito), la única posibilidad es descargar la violencia, porque priman la violencia sobre los argumentos y no tienen otros para defenderse de la autoridad”, recalcó.
Para Gil, la cultura antioqueña, estructura familiar en el que el padre es la máxima y casi única autoridad, tiene gran incidencia en la agresividad desencadenada por la exigencia de cumplir las normas.
“Cuando alguien nos regaña en la calle, decimos: usted no es mi papá o mi mamá, porque vemos la norma en el padre o la madre, pero no en la actividad social”, acotó y lamentó que se desencadena “una reacción bárbara y primitiva. Cuando no se tienen argumentos se esgrime el arma, se saca el puño. Incluso gritarle al guarda y pasar al acto de la agresión”.
Hay que hacer algo
Con Iglesias y su llamado a valorar y respetar la labor de los agentes de tránsito, coincidió Sebastián Zuluaga, secretario de Movilidad de Itagüí, y quien subrayó que debe haber unión entre las alcaldías del Valle de Aburrá para afrontar las reiteradas agresiones.
“Algo está pasando y nos debemos alertar. Hay agresiones físicas y verbales, estas las vemos a menudo. Cuando son físicas y repercuten a la autoridad, son graves”, enfatizó Zuluaga.
La problemática de maltrato a agentes de tránsito en Itagüí no es menos grave que en Medellín. En ese municipio del sur del área metropolitana, el domingo pasado un motociclista apuñaló a un guarda que le pidió detener su vehículo para un control.
Hace dos meses, otro guarda fue herido, también a cuchillo, en un procedimiento. En el primer caso hubo una captura, y aunque el juez dejó en libertad al sospechoso por petición de la Fiscalía mientras reunía nuevas pruebas para imputar tentativa de homicidio, además de agresión a servidor público, el proceso judicial está en firme. En el otro caso, el responsable huyó.
Ley es contundente
La pena a la que se enfrentan quienes agreden a un agente de tránsito oscilan entre los 4 y 8 años.
Así lo establece el artículo 429 del código penal, al establecer que “el que ejerza violencia contra servidor público, por razón de sus funciones o para obligarlo a ejecutar u omitir algún acto propio de su cargo o a realizar uno contrario a sus deberes oficiales, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años”.
Ricardo Molina, doctor en derecho penal, dijo a EL COLOMBIANO que “hay miembros de la fuerza pública que les ponen trabas para recibir la denuncia o para establecer que eventualmente esta conducta es constitutiva de delito y así iniciar la investigación”.