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El Café Rojo pasa por el trago amargo de su cierre

Dos infracciones al Código de Policía llevaron a que se tomara la medida, que puso fin a un lugar que llevaba seis años de actividad cultural en el parque del Periodista.

  • El Café Rojo funciona en un edificio de dos plantas, con salas de pintura, música y de exposiciones y espacios para la tertulia y los talleres. Está cerrado, pero no ha sido desocupado. FOTO jaime pérez
    El Café Rojo funciona en un edificio de dos plantas, con salas de pintura, música y de exposiciones y espacios para la tertulia y los talleres. Está cerrado, pero no ha sido desocupado. FOTO jaime pérez
19 de marzo de 2019
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El cierre definitivo del Café Rojo, un espacio cultural ubicado en el Centro de Medellín, luego de recibir dos sanciones en aplicación del Código de Policía, generó rechazo en algunos usuarios de este espacio, entre ellos escritores y académicos, teniendo en cuenta que es un sitio de puertas abiertas para manifestaciones del arte como la pintura, la literatura, la música y la cultura en general.

Los hechos que llevaron a que la Secretaría de Seguridad decretara su clausura el pasado 9 de enero en respuesta a una apelación, están relacionados con dos sanciones impuestas en 2018. La primera se dio luego de un procedimiento de inspección el 19 de julio en el cual, según el acta policial, se violó el artículo 92 del Código de Policía, porque el establecimiento, conocido como Centro de Emprendimiento Cultural Café Rojo, desarrollaba la actividad económica sin cumplir los requisitos legales.

Los agentes detectaron, ese día, la presencia de un menor de edad (hecho prohibido para establecimientos con consumo de licor); además, anotaron que el local no cumplía las normas de seguridad exigidas por el Cuerpo de Bomberos y tenía “deficientes condiciones higiénico sanitarias” exigidas por la Secretaría de Salud.

En este caso, el Café Rojo recibió una multa de 32 salarios mínimos legales vigentes y diez días de suspensión. La decisión no fue apelada por la propietaria Adriana Hernández, que recibió el inmueble en comodato de parte de la Universidad Cooperativa de Colombia para que desarrollara actividades culturales.

No cumplir normas

El segundo hecho nació en otro procedimiento de control adelantado por la Policía el 31 de agosto de 2018, en el cual se detectaron “actividades diferentes a las registradas en el objeto social de la matrícula mercantil”.

Ese día, al ingresar al local, ubicado en la carrera 43 con calle 53, cerca al parque del Periodista, las autoridades detectaron que en ese momento se realizaba una tertulia sobre una etnia indígena, se terminaba el montaje de una exposición de fotografías y unos músicos ensayaban una presentación, lo que generaba excesivo ruido, hechos que fueron considerados ajenos al fin cultural estipulado. La sanción tampoco se apeló.

Luego de la dos sanciones, la Inspección 10B, con jurisdicción en el Centro, aplicó el artículo 92 del Código de Policía, que establece que “cuando en el término de dos años y en diferentes hechos se incurra en dos o más comportamientos contrarios a la convivencia que motivan la suspensión temporal de la actividad o multa” se puede decretar el cierre definitivo, lo que ocurrió el 20 de diciembre de 2018.

En este caso, la dueña interpuso recurso de apelación por considerar excesiva la pena, acción que se interpuso ante la Secretaría de Seguridad, que el 9 de enero confirmó la sanción.

Secretaría se ajustó a la ley

La subsecretaria de Gobierno Local Lina Calle explicó que su dependencia se limitó a cumplir lo que ordena la ley, que estipula que “cuando un establecimiento ha sufrido dos suspensiones temporales en un tiempo determinado, lo que sigue por ley es que el inspector, que es la autoridad para el caso, inicie un proceso de suspensión definitiva de la actividad; la Secretaría de Seguridad, como instancia superior, confirmó el fallo”, dijo. Añadió que su dependencia no escoge a quién sancionar, “pues la norma es explícita”.

Hernández afirmó que hay “una persecución y no sé con qué intereses” e interpuso una tutela, que también le fue negada. Con abogados, estudia llevar el caso hasta el Contencioso Administrativo buscando que revoquen el cierre.

Rechazo a la medida

El reconocido poeta y ensayista Raúl Henao, quien realizaba allí un taller de poesía, destacó la importancia del Café en la escena cultural local. “Tengo más de 70 años, viví a la Medellín, de los años 60 y 70, cuando había galerías, salas de arte, de cine y todas se han ido cerrando. En una zona como el parque del Periodista que exista un lugar como este es un hecho valioso y no debe cerrarse”, opinó.

La académica, pedagoga y escritora Lucila González de Chávez lamentó que se cierre otro espacio cultural, a sabiendas de que en la ciudad han desaparecido librerías, bibliotecas y teatros: “El Café Rojo es un espacio para que los artistas muestren su arte; y allí estuve dictando una charla sobre el idioma, en un recital de poesía y en un homenaje a Porfirio Barba Jacob”, dijo.

El historiador y escritor de la Universidad Nacional, Fernando Cuartas, dio testimonio de que allí, por cuatro años, lideró un taller de literatura. Su cierre lo consideró “una gran pérdida para la ciudad” y opinó que en la imposición de las medidas “no se vio un ánimo conciliatorio”.

La Alianza Cultural por el Centro, que la integran diversas entidades públicas y privadas, no quiso pronunciarse. Corpocentro, que también reúne entidades del sector privado, tampoco opinó sobre el tema.

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