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Mientras en Ciudad Bolívar un campesino le corta las patas a una cabra porque se metió a su finca y otro agrede a machetazos a un perro, en Medellín la Fundación Orca organiza para este sábado un acto de profundo amor con las mascotas: realizará una maratón de adopciones, con picnic y otras actividades para que los animales pasen una tarde feliz.
Todo arranca a las 2:00 p.m. en la calle 34 No. 64C-07, de donde sale una caminata al Parque Conquistadores. Allí, las mascotas (perros y gatos) compartirán picnic, recreación dirigida, hora del cuento, yoga para gatos, valoración nutricional y desfile de perros.
El objetivo, relata Marcela Díaz, directora de la Fundación Orca, es incentivar las adopciones, pues en su institución -una de las primeras creada en Medellín para proteger animales abandonados y maltratados en las calles- hay cerca de 40 perros esperando la oportunidad de una familia.
“Las adopciones se han puesto duras, en la fundación tenemos mascotas hasta con año y medio esperando ser adoptadas y no les ha llegado la oportunidad”, comenta Marcela. Orca ya ajusta nueve años de trabajo en favor de los animales.
Y es que asistir a un perro callejero tiene valores económicos altos. Según Marcela, recoger a un perro enfermo y brindarle atención hasta sanarlo y mantenerlo un mes cuesta cerca de $309.000 pesos, que ella discrimina así: $5.000 diarios de guardería. En alimento se invierten $22.000 al mes. Las vacunas valen $25.000, los exámenes médicos $32.000 y la esterilización cerca de $75.000, más el costo de una consulta, que se calcula en $5.000.
“Los valores son altos porque los animales llegan, por lo general, en muy mal estado y hay hasta que operarlos. Aunque tenemos padrinos y apoyos, nuestra deuda es cercana a los $25 millones”, asegura.
En un convenio con el Fondo Nacional del Ahorro, Orca realiza jornadas de esterilización mensuales.
En Medellín, a pesar de los avances, las mascotas siguen siendo víctimas de maltrato.
Olga Lucía Alzate, que protege un grupo de mascotas, lleva meses denunciando el caso de una perra en gestación que duerme en las afueras de la Catedral Metropolitana.
“No puedo tener más mascotas, no me da el espacio. He ido a la Policía, a La Perla y en todas partes y la respuesta es negativa”, señala Olga, que eleva un clamor para que se haga algo por esta mascota.
El caso, sumado a los de Ciudad Bolívar, deja al descubierto que en el trato animal hay de cal y de arena: actos de amor a veces excesivos y otros de crueldad extrema