Esa emoción de ser uno con la música y naufragar en un mar de cuerpos, con el humo de la discoteca creando atmósferas para la desinhibición. Ese placer de beber unas copas entre risas, de quedarnos hasta que prendan las luces y recojan las sillas. Ese deleite de probar un plato por fuera de casa, hecho por manos expertas, que nos alegra el corazón desde la barriga.
Estas sensaciones, que formaban parte de la cotidianidad, comenzaron a ser un dulce recuerdo por una cuarentena que nos cambió la vida y golpeó con brutal estocada a las zonas rosas de Medellín, que agrupan negocios de rumba, gastronomía y entretenimiento nocturno, en las que el dinero depende de una socialización que hoy no es posible.
El presidente Iván Duque ha dicho de varias maneras que después del 11 de mayo, cuando finaliza la cuarentena obligatoria, no podremos volver a sitios de asistencia masiva como hacíamos antes.
Luis Guillermo Orjuela es director ejecutivo de la corporación Zona Rosa, que agrupa a 120 establecimientos comerciales de El Poblado, y vocero de la Confederación de Empresarios de la Industria del Entretenimiento Nocturno, el Turismo y los Servicios (Confedecont), con 1.300 empresas afiliadas en Medellín (incluyendo las zonas rosas de Aranjuez, Castilla, El Popular, La 70 y Manrique). Su diagnóstico de la situación es grave.
“Respaldamos el aislamiento, porque debe primar el bien general, pero el daño a la economía es desastroso. El 20% de los establecimientos nocturnos están al borde la quiebra. Sé de 150 razones sociales que empezaron a liquidar a sus empleados, se perdieron 2.500 trabajos, por dar una cifra conservadora, y si esto sigue así, se perderán 35.000”, expresó.
Según Orjuela, quienes son propietarios de varios establecimientos están cerrando los que funcionan en locales alquilados, y dejan activos aquellos en los que son dueños del espacio. “Uno de los empresarios prósperos tenía 14 bares y solo se quedará con tres, en los que no paga arriendo”.
Los costos fijos están castigando a los comerciantes, que siguen pagando servicios públicos, nómina, arriendo e impuestos. Las medidas oficiales de refinanciación y ampliación de plazos poco han servido, pues muchos no están produciendo ni un centavo.
Carlos Pineda, director ejecutivo de Fenalco Antioquia, que agremia a 5.000 afiliados y usuarios, estima que la nómina representa un 30 % de los ingresos y el arriendo, que es más caro en las zonas rosas, hasta un 40%. “Los decretos invitan al arrendador y al arrendatario a conciliar, pero eso no sucede en todos los escenarios. Muchos arrendadores son inversionistas, que también tienen que pagarle la cuota a los bancos”, explicó.
Para Confedecont, si no aflojan los arrendadores, podría irles peor, “porque podría haber una devolución masiva de locales, ¿y a quién se los alquilarán con esta crisis?”.
La ausencia de público perjudicó la microeconomía de estos negocios, como las propinas, con las que meseros y bartenders ajustaban el sueldo. “En un buen día, uno se podía hacer $80.000 en propinas”, recordó Edwin Mejía, empleado del restaurante Fuego Cubano, del parque Lleras.