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Las lluvias no dieron tregua este año en Antioquia y con ellas se fue la vida de al menos 60 personas en el departamento, más de 48.000 familias resultaron damnificadas y la movilidad en las regiones estuvo colapsada varias veces.
Las tragedias tocaron los hogares de familias en Medellín, Andes, Abriaquí e Itagüí, por mencionar solo aquellos sitios donde las emergencias tuvieron una magnitud mayor y de impacto colectivo.
El dolor se vistió de indignación el 13 de julio en el corregimiento de San Antonio de Prado. Ese día un desprendimiento de tierra en el barrio Santa Rita sepultó una vivienda en la que estaban una madre y su hijo de dos años. Hubo debate alrededor de esta emergencia porque líderes del corregimiento habían advertido que algo así podría ocurrir, y hasta el día de la tragedia no hubo respuesta efectiva de la Alcaldía para prevenir el desastre.
Al día siguiente, un alud tapó la escuela La Lejía, en Andes, en la que horas antes estaban 22 niños. Tres de ellos perdieron la vida: Andrea, Ana Sofía y Andrés. Una maestra se convirtió en la heroína porque alcanzó a sacar los niños antes de que la tierra los cubriera a todos. En abril, una avalancha en una quebrada en Abriaquí, Occidente de Antioquia, arrasó un campamento de la mina El Porvenir, causándole la muerte a 12 personas.
El impacto también se sintió con fuerza sobre la malla vial del departamento que según la Gobernación tiene 258 puntos críticos, de los cuales el 54% de ellos están en la subregión del Suroeste.