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Estos son los sitios donde hace más calor en Medellín

Centro y suroccidente, cerca al río, tienen temperaturas hasta 4 grados por encima del promedio del Aburrá. Estudio satelital revela detalles del clima en la región.

  • Nororiente (Manrique, Popular), por alta conurbación, Centro, por estar en el fondo del valle y Castilla, tres de los sitios en los que hace más calor. FOTOs Edwin Bustamante
    Nororiente (Manrique, Popular), por alta conurbación, Centro, por estar en el fondo del valle y Castilla, tres de los sitios en los que hace más calor. FOTOs Edwin Bustamante
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21 de abril de 2017
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Encandila. Duelen los ojos al mirar el nororiente desde el eje del río Medellín, en la estación Acevedo, a las 3:00 p.m., en un día soleado. A juzgar por los miles de techos de lata golpeados por los rayos de sol y el reflejo enceguecedor de sectores como Manrique, Popular o Aranjuez, allí es donde hace más calor en el Valle de Aburrá.

Esa percepción, que también se tiene al observar desde el mismo punto a Castilla —en el noroccidente—es inevitable. Sin embargo, esos dos costados o cuencas, como se les conoce, no son los sitios más calientes del área metropolitana de Medellín.

De acuerdo con una investigación científica para la cual se tomaron imágenes del satélite Modis, durante 2016, cada 15 días, a las 3:00 p.m., el Centro de Medellín es el lugar del Valle de Aburrá en el que hace más calor, con una temperatura promedio de 32 grados frente a 28 en zonas como El Poblado o Belén.

Cuatro grados de diferencia

El ingeniero de recursos hidráulicos Alejandro Martínez Osorio, docente del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, lideró el estudio llamado Islas de calor en el área urbana del Valle de Aburrá. Comenta que las razones para que esa zona céntrica esté incluso 4 grados por encima del promedio de toda la subregión son su ubicación en el fondo del área metropolitana, la gran cantidad de edificios e industria y los pocos árboles existentes.

“En una de las imágenes me di cuenta de que los lugares más calientes son las edificaciones bajas de gran tamaño; es decir, industrias y centros comerciales. Y son más calientes, primero porque están en el fondo del valle y, segundo, porque no tienen arborización”, explica.

La misma imagen satelital usada por el Ingeniero para su análisis determinó que el lugar más frío del área metropolitana es la cuenca suroccidental, donde están San Antonio de Prado y la Estrella, y la suroriental, que alberga a El Poblado.

“Uno pensaría que en Castilla (noroccidente), con calles estrechas y asentamientos conurbados, hace mucho calor. Pero debido a la altura en la que se encuentra, incrustado en una de las montañas laterales del valle, es una de las zonas relativamente frías”, apunta.

Luego del Centro, comuna 10, según la información satelital arrojada para el estudio de Martínez Osorio, la zona industrial del Aburrá (corredor del río) y el municipio de Bello son los sitios de más calor en el Valle de Aburrá, con 2 y 3 grados superiores al promedio de la región.

Para Santiago Estrada, proveniente de Cali, que visitó el centro de Medellín la semana pasada, la sensación de calor en ese lugar es mayor que, por ejemplo, en El Poblado, suroriente, y la Loma de los Bernal, suroccidente, sitios que también frecuentó.

“En general, no se siente mayor diferencia, pero sí hay más vientos en esas zonas altas, como El Poblado y Belén (Loma de los Bernal)”, recalca Estrada.

Martínez Osorio corrobora el sentir de Estrada y lo soporta en que las dos zonas que considera más frescas lo son debido a que están en un nivel alto del valle y a que allí hay más árboles.

Considera que otros barrios, como Manrique, Robledo, Aranjuez y Caicedo, no son en los que hace más calor, como se pensaría, debido a que son lugares compactos; es decir, que el ancho de calle es inferior a 4 metros y una cuadra está compuesta por 15 casas o construcciones, en su mayoría bajas.

“Itagüí es otra zona caliente. En el suroccidente y suroriente hace más frío, porque, en El Poblado, por ejemplo, predominan construcciones de gran altura y abiertas de baja altura. Muy distinto a la nororiental, que son compactas de baja altura”, insiste.

Los meses más calientes

Durante la medición que Martínez Osorio realizó, tomando datos comparativos e históricos de los últimos 17 años, se demuestra que los meses más calientes son marzo y septiembre, en los cuales, incluso, la temperatura en el Centro llega a 6 grados centígrados por encima de la temperatura habitual en ese lugar.

También revela que la mayoría de los días en Medellín y su área metropolitana son nublados, lo que hace aún más variables las temperaturas. “La nubosidad afecta la temperatura en el Aburrá y aquí uno rara vez ve un día despejado. Por eso me di cuenta que una cobertura del cielo por nubes del 10 por ciento puede variar la temperatura en un grado”, dice.

Los resultados del estudio muestran que el 40 por ciento del tiempo en el Aburrá la nubosidad, en una escala de cero a 100, es mayor al 90 por ciento. “El otro 60 por ciento del tiempo la nubosidad está entre cero y 96”. Sentencia que esta región, según el reporte constante de 17 años, tiende a ser cada vez más caliente en épocas frías y más fría en las calientes.

“Uno podría culpar de estas ‘incoherencias climáticas’ al calentamiento global, pero la ciudad ha crecido, hay expansión urbana y se modifican los edificios y los materiales”, enfatiza.

Pavimento e islas de calor

Paralelo al estudio de Martínez Osorio, docentes de la Universidad Nacional, sede Medellín, realizaron un mapa de temperaturas de superficie a partir de datos del satélite Landsat, de la Nasa, que muestra los puntos más calientes del Valle de Aburrá.

En el análisis, dirigido por el profesor Carlos David Hoyos, del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de esa institución de educación superior, se revela que el pavimento, el concreto, las canchas sintéticas, la ausencia de árboles y la pérdida de vegetación por incendios contribuyen al efecto “isla de calor” que se da en las ciudades.

Cuando esos materiales reciben rayos solares, revela la investigación, aumentan la temperatura más fácilmente que las coberturas vegetales naturales, generando un cambio climático de origen local.

“(...) Los pastos y los bosques regulan mejor la temperatura. A mediodía la temperatura de un pasto a la sombra puede oscilar normalmente entre 27 y 30 grados, mientras que la superficie del pavimento puede alcanzar los 70 grados”, explica Hoyos.

El mapa de la Universidad Nacional tiene también su propio listado de los puntos más calientes del Valle de Aburrá (ver gráfico).

Este encontró, por ejemplo, que en dos barrios contiguos de Medellín se podrían analizar eventualmente dos microclimas diferentes: Tricentenario, que tiene un componente de silvicultura (bosque) importante, se muestra como una zona fresca respecto de sus alrededores, del cual forma parte Castilla, que revela altas temperaturas.

Gisel Guzmán, estudiante de la Maestría en Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional, y que participó en la elaboración del mapa, explica que ese efecto de zonas más calientes asociado a los elementos urbanos se va diluyendo a medida que se llega al límite de ruralidad de las ciudades, donde aumenta la vegetación.

“Por su topografía, en general Medellín y los demás municipios que conforman el Valle de Aburrá presentan de manera natural temperaturas más altas en la base, por lo que el análisis de este tema debe ser cuidadoso”, añade.

En cuanto a las zonas rurales, según la investigación de Hoyos y Guzmán, si se compara la temperatura en el cerro tutelar El Volador o en el Nutibara, con laderas a la misma altura sobre el nivel del mar, puede ser de 5 o 6 grados más alta.

Topografía compleja

Estar ubicada en un valle, hace a Medellín vulnerable a los cambios climáticos. Esa tesis es arrojada por la investigación de Hoyos y Guzmán, que advierten el incremento en la sensación de calor como un factor al que contribuye la topografía de la región.

Entre esas variables climáticas, el estudio destaca que la primera temporada seca del año aumenta la radiación y la sensación térmica por la baja cobertura de nubosidad y, en consecuencia, es factible que en las laderas cercanas a las zonas urbanas se generen cambios en los patrones o intensidad de los vientos.

“Identificar y evaluar los puntos calientes de zonas como las del Valle de Aburrá resulta muy útil para conocer el manejo que se le debe dar al espacio público, cuando se determina qué sitios presentan condiciones de confort térmico favorables o desfavorables”, comenta la estudiante Guzmán.

“Esta información se podría aprovechar a la hora de tomar medidas de adaptación al cambio climático. En términos de criterios urbanísticos, solo la orientación de los edificios cambia el microclima a nivel peatonal”, establece Guzmán.

Los insumos arrojados por esta investigación y el fenómeno de la isla de calor en el Aburrá son tomados como herramienta de acciones por parte de la autoridad ambiental, en este caso el Área Metropolitana, que busquen la adaptación al cambio climático y parámetros para la implementación de techos y fachadas verdes.

Vientos contaminados

Las altas temperaturas y la variabilidad climática están ligadas a los vientos que circulan en el Aburrá.

El ingeniero Martínez destaca que en un valle sin tanta construcción hay tres tipos de vientos: los que van a lo largo del eje del valle, los que van por las pendientes y los que pueden ir por encima y meterse al valle.

“En la ciudad se potencian esos vientos. Por ejemplo, hay unos que van desde Barbosa hacia el Centro, porque es más caliente. Otros van de El Poblado hacia el Centro, por efecto de la acelerada urbanización, y se chocan”, asevera Martínez.

Con mayor preocupación, el experto subraya que el choque de vientos genera dispersión de contaminantes que tienden a tomar rumbo en ascenso hacia el Centro.

“Eso genera que aumente la lluvia y disperse el material particulado. Esos vientos además transportan insectos y por eso a las personas les puede dar dengue”, acota.

Salud en riesgo

Mientras más sol caiga directamente, más se verá afectada la piel. Esto sucede con mayor incidencia en el Centro de Medellín donde, según las investigaciones sobre islas de calor, la temperatura es más alta y no hay tantos árboles que den sombra.

De esa manera lo cree el médico dermatólogo Francisco Eladio Gómez, de la clínica Dermatológica de Antioquia, al anotar que la contaminación está haciendo daño en la piel de los pacientes alérgicos que tienen la piel seca, así como en los ancianos y niños.

“Donde caigan más los rayos, uno de los problemas que aumenta es el cáncer de piel”, aclara Gómez. Los medidores de irradiación con que actualmente cuentan Medellín y su área metropolitana están marcando, casi que desde principio de año, irradiaciones que son perjudiciales para la piel.

“El de Medellín es un clima que propicia el aumento de enfermedades de la piel y de tipo alérgico —así como con el asma y la rinitis—no solo por la contaminación sino por la irradiación, concluye.

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