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Una pequeña llave oculta bajo la lengua, es la técnica que alias “Yale” enseñó a sus secuaces para vulnerar los cerrojos de las vitrinas en los establecimientos comerciales de Medellín.
Su organización, conocida como la banda de “Terranova”, es tal vez la más especializada en los robos a tiendas de cadena y grandes superficies de la ciudad. Cuenta en su nómina con curtidos ladrones que, en promedio, han sido arrestados más de 10 veces por usurpar los bienes ajenos.
El nombre de esta estructura delincuencial salió a flote esta semana, tras la captura de Claudia Gallo Quintero (“la Gallo”), supuesta mano derecha de “Yale”, quien tiene en su prontuario 42 detenciones por robo y seis condenas, entre 2006 y 2017. La Fiscalía le imputó otra vez cargos por concierto para delinquir y hurto calificado, por tres hechos cometidos en 2017 y 2018, los cuales ella negó en el estrado. El Juzgado 25 Penal Municipal le dictó medida de aseguramiento en la cárcel.
“Los Terranova”, que delinquen hace dos décadas, se ensañaron con el hurto en la modalidad de “hormigueo”, que consiste en apropiarse de mercancía en pequeñas cantidades, pero de forma continua.
A pesar de esta denominación, el daño financiero que produce no es poca cosa. Según la Unidad de Estudios Económicos de Fenalco, este fenómeno “en el último año aumentó el 8,5 % en Colombia y representa más de $80.600 millones en pérdidas para el comercio, con 142.312 casos detectados, asociados a la delincuencia organizada”.
Para prevenir a vigilantes, vendedores y comerciantes, desentrañamos el modus operandi de esta organización.
“Terranova” es originaria de Manrique, en el nororiente de Medellín, y cuenta con el respaldo de la organización criminal “la Terraza”. La mayoría de sus integrantes provienen de esa zona, aunque en los últimos tiempos han reclutado personal de Castilla y Robledo.
Su blanco predilecto son almacenes y supermercados de El Poblado, Belén, Laureles y el Centro, aunque también han dado golpes en otros municipios del Valle de Aburrá, Bogotá y Tolú (Sucre). Entre sus miembros hay hombres y mujeres de 20 a 60 años, con preferencia por las embarazadas, que fácilmente ocultan el botín entre sus prendas.
El teniente Giovanny Camargo, jefe del Grupo de Contra Atracos de la Sijín, le contó a EL COLOMBIANO que, con el pasar de los tiempos, perfeccionaron un método conocido como “mecheo”, en el que entre 10 y 15 ladrones llegan al mismo tiempo a un establecimiento, fingen ser clientes y tienen funciones definidas: unos distraen al vigilante, otros a los vendedores, y hay quienes cubren a los que sustraen la mercancía; estos últimos, de manos veloces, tienen herramientas para eliminar los chips de rastreo, la esconden entre la propia ropa y en mochilas.
En medio de este ajetreo sigiloso, “Yale” y algunos más avanzados tenían la tarea de abrir la vitrina. “El cabecilla tenía una llave pequeñita en la boca, y mientras los empleados eran distraídos, se agachaba para abrir los cerrojos de las vitrinas y las cajas seguridad ubicadas en la parte de abajo de los mostradores, en menos de un minuto. Son muy hábiles para violar esas cerraduras, ya que muchas de ellas tienen el mismo inicio (boquilla de entrada)”, explicó el oficial. De esa práctica surgió el otro mote de la banda, “los Abrevitrinas”.
Su botín preferido son los celulares, tabletas, computadores portátiles y licores finos. Estos elementos son vendidos a comercializadores sin ética, que a su vez introducen los objetos robados en el mercado. “Estamos ahora investigando esta red de receptadores. Sabemos que esos productos llegan a centros comerciales del Centro, bodegas y compraventas”, dijo Camargo.
Carlos Pineda, director ejecutivo de Fenalco Antioquia, relató que, junto a la extorsión, el robo “hormiga” es uno de los peores flagelos contra el comercio en Medellín. El perjuicio económico es doble, “porque la Dian en sus procesos de auditoría no siempre reconoce estos hurtos dentro de la categoría de fácil destrucción y pérdida, por lo que el comerciante primero pierde sus bienes y después no se los descuentan tributariamente, igual paga impuestos por ellos”.
En los últimos siete meses, la Sijín ha capturado a 17 supuestos miembros de “Terranova”, incluyendo a Édison González Jiménez (“Yale”), en noviembre. En los operativos quedó en evidencia una lista de más de 100 hurtos, por más de $200 millones, así como el extenso prontuario de los militantes.
Cinco de ellos están en el top 20 de los delincuentes con más hurtos registrados en la ciudad: “la Gallo” (42 casos), “Cachetes” (24), “Orión” (23), “Yolis” (15) y “el Negro” (14). Aunque ya los han acusado y sentenciado por cargos más graves, como concierto para delinquir y hurto calificado, llama la atención la cantidad de reincidencias cometidas y lo pronto que salen de prisión.
El teniente Camargo expresó que estos ladrones no suelen usar violencia, a la mayoría los atrapan en flagrancia y como lo hurtado se considera de menor cuantía, a ojos de la ley, tanto jueces como fiscales optan por evitar medidas intramurales.
El penalista Julián Molina señaló que este fenómeno no es un problema de jurisprudencia, sino de investigación judicial. “Se requiere de un análisis de inteligencia criminal, tendiente a identificar una organización y sus patrones de comportamiento, para descartar casos que son simples robos de oportunidad. Esto es más difícil que solo capturar y capturar en flagrancia para subir indicadores de rendimiento de un funcionario, y muchos fiscales no lo hacen”, opinó.
Añadió que el sistema judicial, independiente de si concedió libertades o no, debe llamar a estas personas a pagar indemnizaciones porque se trata de hurtos calificados.
En cuando a la mitigación de la problemática, “los comerciantes continuamos trabajando con las autoridades, dispuestos a implementar las medidas que sean necesarias. Una que estamos discutiendo en este momento es la que ha planteado la Alcaldía de Medellín, de integrar las cámaras de vigilancia de los establecimientos con las de la Policía, a través de la ESU (Empresa de Seguridad Urbana). Sería un tema voluntario, de los comerciantes que quieran hacerlo, esto nos haría más eficaces en la lucha contra ese flagelo”, dijo Pineda.
La Sijín calcula que en las calles siguen activos unos 15 integrantes de “Terranova”, junto a sus redes de receptación, por lo que hay que estar atentos. Tal vez ese cliente que se acerca a preguntar, es una mera distracción.