¿Habrá algo más desconsolador y deprimente que los actos de violencia que se ejercen entre familiares, que un hermano asesine a otro, por ejemplo? Pues a falta de uno, en el Valle de Aburrá se dieron dos casos casi simultáneos que hicieron parte de las 1.405 riñas que tuvo la región el pasado fin de semana y que dejaron ver de nuevo los altos grados de intolerancia de nuestra sociedad.
Con corte al pasado 26 de abril, en Medellín iban este año 15.080 riñas, un promedio de 125 por día. Pero el fin de semana se dispararon de tal forma, que hasta el propio comandante de la Policía Metropolitana, general José Gerardo Acevedo, se sintió consternado: “Son casos inexplicables producto de la intolerancia en una celebración que debería ser de regocijo”, dijo el oficial.
Lamentó, además, que los crímenes dejaran “sumidas en la tristeza a dos familias colombianas”, pero recalcó que el número de casos de muerte fue menor que en el mismo fin de semana de 2014, cuando se registraron 18 homicidios en todo el Valle de Aburrá contra 6 de este año, solo dos de ellos ocurridos en la capital.
“Podemos decir que el balance fue positivo, en cinco de los casos hubo capturas en la reacción policial, menos en el de la muerte de un vigilante en Envigado”, resaltó.
Incluyendo el viernes, sábado y domingo, el coronel incluyó seis casos. Los más conocidos son los de los dos hermanos (ver recuadro), además de los del vigilante Wílfer Darney Casas Valencia, de 34 años, asesinado al reaccionar contra un atraco a las oficinas de apuestas Gana, en Envigado; el de Sergio Andrés Puerta Vargas, de 25 años, quien recibió una puñalada en el pecho en una esquina del barrio El Paraíso, de Bello, la mañana del domingo; el de John Alexánder Restrepo Leal, de 24 años, asesinado con un destornillador en una vivienda de La Estrella; y el de Óscar Javier Gómez Pérez, de 36 años, atacado a puñal en el barrio Carambolas, nororiente de Medellín. El viernes, incluso, no hubo homicidios en el Valle de Aburrá.
“Mala” cultura al celebrar
Gregorio Henríquez, antropólogo, señala que el exceso de riñas que suele darse en Medellín el Día de la Madre es consecuencia de mezcla de sentimientos y licor:
“La sociedad entronizó, en todas las esferas, admiración y respeto hacia las madres, tanto las ausentes como las presentes, y se generan dolores y sensaciones a nivel emocional que se acompañan con bebidas y música depresiva, lo que va llevando a reacciones violentas”, recalca.
Opina que en torno a los grupos familiares se guardan cosas para que exploten el Día de la Madre, como el hermano que hace rato no va a la casa o reproches al padre o hasta insultos e indirectas por el valor de un regalo.
“Es un asunto cultural que tiene solución, trabajándose desde los grupos familiares y cuando la sociedad dimensione la importancia de la familia como el primer eslabón de formación de las personas”, concluye el humanista.
En días previos, el secretario de Seguridad, Sergio Vargas Colmenares, había hecho un llamado a la tolerancia en esta fecha, el cual, por los resultados, no fue atendido.
Diego José Duque, jefe de Cirugía y Urgencias del Hospital San Vicente Fundación, precisó que para fechas como la de la Madre o Navidad, entre otras especiales, no se trabaja con un plan de contingencia, pues el centro hospitalario siempre tiene que estar listo para atender a los pacientes, sea cual sea el número.
“Por la condición del hospital siempre manejamos el paciente con trauma y entonces siempre tenemos un plan de contingencia. Es decir, siempre tenemos el mismo personal, pero se mantiene un plan de contingencia por si se sobrepasa el número de pacientes”, comentó.
Sin embargo, destacó que el número de pacientes con trauma aumentó un 15%, al pasar del 25% al 40% del total de atendidos bajo esta condición, que son en promedio 150 por día.