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Familia del limpiavidrios asesinado no ha reclamado su cuerpo

Su pareja aseveró que el cuerpo sin vida sigue en Medicina Legal por falta de recursos para reclamarlo.

  • Emilson Agustín Rodríguez falleció el pasado 9 de enero en hechos que son materia de investigación. FOTOS: CORTESÍA
    Emilson Agustín Rodríguez falleció el pasado 9 de enero en hechos que son materia de investigación. FOTOS: CORTESÍA

El cruce del semáforo en el que trabajaba el venezolano Emilson Agustín Rodríguez Leal, hoy permanece solo. Su asesinato, el pasado 8 de enero, espantó a sus “panitas” venezolanos que como él, se ganaban la vida a diario entre las 7 de la mañana y las 5 de la tarde echando jabón y agua a los vidrios de los carros que transitan por la calle 44 San Juan con la carrera 59, en el Centro de Medellín.

Emilson llegó a trabajar a ese céntrico cruce, a tres cuadras de La Alpujarra, hace tres años. Como muchos de los venezolanos que llegan a Colombia huyendo de un régimen que dicen, los dejó en la ruina, el joven venezolano empacó maletas en 2018 y viajó a Colombia, la tierra prometida para muchos de sus compatriotas. Llegó desde Acarigua, una localidad rural del municipio de Páez (Venezuela), que sobrevive de cultivar arroz, maíz y ajonjolí, y se encuentra distante de Caracas a 4 horas y 33 minutos.

Pese a la cercanía con la capital venezolana, las oportunidades laborales son escasas y los jóvenes que terminan sus estudios secundarios emigran de esa caliente localidad en busca de una oportunidad que les cambie una vida llena de privaciones y necesidades.

Esa motivación trajo a Emilson a Medellín, tal como lo relata Nahillianny Pulido, su pareja. Su compañero de 24 años de edad, “viene de una familia de muy pocos recursos económicos, de esas que están llenas los llanos venezolanos”, dice Pulido.

“Él era muy calladito, alegre y colaborador. Toda esa gente que lo conoció saben muy bien cómo era”, dice la mujer, extrañada por la muerte violenta de su compañero de vida que deja tres niños en Venezuela y uno en Colombia sin un padre.

Él nunca tuvo problemas con nadie, ni tampoco acostumbraba echarle aguajabón a los parabrisas de los carros sin el permiso de sus conductores”, relata Nahillianny, como tratando de entender la fatalidad que le arrebató a Emilson.

Así fueron los hechos

El pasado 8 de enero, la calle San Juan era todo lo contrario a su rutina: muy pocos vehículos transitaban por esta avenida, el hollín de los buses no ahogaba en exceso y el sol no derretía como en otros días.

A las 1:00 p.m., cinco horas después de que Emilson llegara a trabajar, una camioneta Toyota blanca frenó en el cruce de la calle 44 y la carrera 59. Con la necesidad bajo el brazo, Emilson y su compañero de oficio se abalanzaron sobre el vehículo a limpiar el vidrio, mientras desde la camioneta sus dos ocupantes hacían señas con el índice que no, que lo dejaran como estaba.

“Esto de inmediato generó un choque y uno de los tipos de la camioneta se bajó como con un tubo. No pudo pegarles porque se enredó y se cayó. Ellos corrieron hasta la grama de allá (en la acera) y de ahí sacaron palos y machetes. Ese señor del carro se fue, pero al rato volvió a braviarlos. Los muchachos atacaron el carro, corrieron y entonces él disparó”, cuenta uno de los testigos.

Después del incidente, Heber Sergio Duque Arias, señalado por las autoridades como el presunto responsable de disparar contra Emilson y su compañero, emprendió la huida mientras era seguido por una turba en moto que lo alcanzó en el cruce de la calle 33 con la carrera 65, y para evitar que siguiera de largo, lo rodearon y le chuzaron dos llantas con un arma blanca. Minutos después llegó la Policía y lo aprehendió.

Al momento de la captura, contaron las autoridades, Duque Arias expresó que era él quien había disparado y acto seguido entregó una pistola Pietro Beretta 7.65 milímetros, con permiso, arma con la cual supuestamente disparó contra el venezolano Emilson. El pasado martes, Duque Arias fue cobijado con medida de detención domiciliaria.

Mientras esto ocurría, otros amigos de Emilson lo cargaban en un taxi y lo llevaban a Policlínica, donde no alcanzó a ser atendido por los médicos y su vida desvaneció antes de ingresar la hospital.

Está en Medicina Legal

Han pasado 8 días desde que Emilson fue baleado en San Juan. Su cuerpo sin vida aún continúa en Medicina Legal, a la espera de que sus familiares lo reclamen.

Pero como dice Nahillianny, los recursos de su familia no alcanzan, y como constató EL COLOMBIANO, no han podido emprender el viaje desde Acarigua para venir a llorarle, a rezarle, a darle una última despedida.

Tampoco sus amigos lo hicieron. Los que trabajaban con él solo pudieron decirle adiós a través de Facebook con una frase que bien pudiera ser su epitafio: “Que Dios te tenga en la gloria hermanito michu. Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”.

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