A falta de una familia que la arrope y la apoye, Lucía del Socorro Rico Velásquez tiene 250 perros de los que recibe lo único que la impulsa a no decaer: amor leal e incondicional.
Consciente de que nunca vivirá tranquila, pues quienes aman y defienden a los animales maltratados difícilmente encuentran sosiego ya que los casos de violencia se repiten a diario, esta señora de 67 años asegura que seguirá trabajando prácticamente las 24 horas de cada día cuidando de sus mascotas, pues todas son como sus hijas y está dispuesta a darlo todo por ellas.
“Mi mejor recompensa es ese cariño que ellas me brindan, esa mirada que tienen que tanto lo conmueve a uno”, dice Lucía, que tiene un refugio en el corregimiento Santa Elena, del cual pide no revelar la ubicación, pues la gran cantidad de perros que tiene se debe precisamente a que muchas personas que ubican su predio suelen dejarle animales amarrados a la puerta, sobre todo cuando están enfermos, viejos o con marcas de maltrato. Y quiere evitar eso.
“Tengo demasiados, no soy capaz con más, la gente debe ser consciente de eso y no traerme más ni llamar a pedirme que los reciba”, advierte Lucía.
Su amor por los caninos nació hace décadas, cuando su mamá compró una Pinscher que era muy consentida y brava, a la que se sumó otra de la misma raza rescatada de una calle por la novia de su hermano: “yo las acogí, pero fueron llegando más y nunca paré”, dice, rodeada de perros de muchos colores, razas, tamaños y comportamientos.