Cuatro años han pasado desde que un comando de sicarios cometió la peor matanza del siglo XXI en el Valle de Aburrá, y las autoridades han sido incapaces de esclarecer los hechos y llevar a prisión a los responsables.
La impunidad ronda el expediente de la Masacre de Envigado, cometida en la madrugada del 31 de diciembre de 2012, con saldo de 9 muertos.
Según la información reportada aquel momento, un grupo de personas celebraba la fiesta de Fin de Año en una finca del sector Galicia, en la vereda El Salado.
La propiedad estaba en alquiler desde hacía un año y allí permanecía Jorge Mario Pérez Marín, alias “Morro”, desmovilizado de las Autodefensas y uno de los presuntos cabecillas de la organización criminal “la Oficina”.
Desde la víspera de Año Nuevo estaba festejando con amigos e invitados, hasta que un escuadrón de mercenarios, vistiendo prendas de la Policía, incursionó en el predio, separó a los presentes en grupos y los acribilló a balazos.
Además de “Morro”, fallecieron: Hugo Fernando Urán Mesa (apodado “el Panadero”), de 42 años y administrador de la finca; Harold Maya Cano (“Cachorro”), de 25 y comerciante de ganado; Carlos Andrés González Hernández (“Mosco” o “Alambre”), de 36 y dueño de una compraventa de motos; y el mayordomo Juan Carlos Chica Arias.
Con ellos perecieron cuatro mujeres invitadas a la fiesta: Gloria Natalia López Posada, cosmetóloga de 28 años; Diana Marcela Montoya Montoya, vendedora de ropa de 30; la modelo Carolina Arango Geraldino, de 22; y Daniela Wilches Arango, de 24 y estudiante de Comunicación Social.
La Policía, la Fiscalía y la Alcaldía de Envigado condenaron el hecho y prometieron resultados en contra de los asesinos; hasta se ofreció una recompensa de $20 millones por información que ayudara a esclarecer el crimen, pero nada de eso ha pasado.