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Impunidad en masacre de Envigado

El crimen dejó 9 muertos en 2012 en la vereda El Salado, en las fiestas de Año Nuevo, y aún no hay capturas.

  • En la finca de la masacre hallaron un fusil AK47, una subametralladora MP5, dos revólveres y dos pistolas. Sobrevivió la mujer del mayordomo, quien dormía en una casa vecina. FOTO edwin bustamante
    En la finca de la masacre hallaron un fusil AK47, una subametralladora MP5, dos revólveres y dos pistolas. Sobrevivió la mujer del mayordomo, quien dormía en una casa vecina. FOTO edwin bustamante
03 de enero de 2017
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Cuatro años han pasado desde que un comando de sicarios cometió la peor matanza del siglo XXI en el Valle de Aburrá, y las autoridades han sido incapaces de esclarecer los hechos y llevar a prisión a los responsables.

La impunidad ronda el expediente de la Masacre de Envigado, cometida en la madrugada del 31 de diciembre de 2012, con saldo de 9 muertos.

Según la información reportada aquel momento, un grupo de personas celebraba la fiesta de Fin de Año en una finca del sector Galicia, en la vereda El Salado.

La propiedad estaba en alquiler desde hacía un año y allí permanecía Jorge Mario Pérez Marín, alias “Morro”, desmovilizado de las Autodefensas y uno de los presuntos cabecillas de la organización criminal “la Oficina”.

Desde la víspera de Año Nuevo estaba festejando con amigos e invitados, hasta que un escuadrón de mercenarios, vistiendo prendas de la Policía, incursionó en el predio, separó a los presentes en grupos y los acribilló a balazos.

Además de “Morro”, fallecieron: Hugo Fernando Urán Mesa (apodado “el Panadero”), de 42 años y administrador de la finca; Harold Maya Cano (“Cachorro”), de 25 y comerciante de ganado; Carlos Andrés González Hernández (“Mosco” o “Alambre”), de 36 y dueño de una compraventa de motos; y el mayordomo Juan Carlos Chica Arias.

Con ellos perecieron cuatro mujeres invitadas a la fiesta: Gloria Natalia López Posada, cosmetóloga de 28 años; Diana Marcela Montoya Montoya, vendedora de ropa de 30; la modelo Carolina Arango Geraldino, de 22; y Daniela Wilches Arango, de 24 y estudiante de Comunicación Social.

La Policía, la Fiscalía y la Alcaldía de Envigado condenaron el hecho y prometieron resultados en contra de los asesinos; hasta se ofreció una recompensa de $20 millones por información que ayudara a esclarecer el crimen, pero nada de eso ha pasado.

Una difícil investigación

El caso le fue asignado a la Dirección Nacional de Fiscalías contra el Crimen Organizado, que desde un principio enfrentó dificultades para adelantar las pesquisas.

De un lado, la escena del crimen fue, al parecer, alterada por policías que llegaron a la finca antes de la inspección judicial; por el otro, ninguna persona se ha atrevido a testificar, por miedo.

La hipótesis principal apunta a que la masacre fue cometida por “la Oficina”, la misma banda a la que presuntamente pertenecía “Morro”.

Después de aquel incidente, ocurrieron otros homicidios de gente estrechamente relacionada con el desmovilizado, con lo que las cifras de muertes derivadas del ajuste de cuentas aumentaron. Entre esas víctimas están sus exsocios alias “Conejo” (25/1/13), “Pichi Calvo” (12/6/14) y “Mao Tatuajes” (25/1/15), cuyos asesinatos tampoco han sido esclarecidos por la justicia.

Fuentes judiciales le confirmaron a EL COLOMBIANO que, a la fecha, no hay ni una sola persona capturada por la Masacre de Envigado.

“El caso nació muerto y así se quedó”, señaló un funcionario, quien solicitó la reserva de identidad por tratarse de una investigación en curso.

Tampoco han cooperado otros cabecillas de “la Oficina” que, por hechos diferentes, han caído a la cárcel, como “Pichi Gordo”, “Barny”, “Diego Chamizo”, “Yordi”, “Tuto”, “Fredy Colas” y “Carlos Pesebre”, entre otros, que según los investigadores sabrían lo que sucedió, pero guardan silencio.

4
mujeres fallecieron en la
finca de El Salado, al
parecer porque los sicarios no querían dejar testigos.
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