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Una red de mujeres que transporta estupefacientes en genitales y un ingenioso método para catapultar droga a la cárcel, quedaron expuestos en una investigación judicial que lleva dos años.
“¿Te duele mucho? ¿Cuánto puede durar eso ahí metido?”, le preguntó por teléfono el expatrullero Luis Polo Rojano a su novia Carolina Montes, con quien se había confabulado para llevar estupefacientes de contrabando a la cárcel de Bellavista. Ella, con media libra de droga en sus partes íntimas, confirmó que le dolía, pero que se aguantaba hasta llegar a la prisión.
“Con el favor de Dios todo va a salir bien”, le dijo el reo, sin saber que estaba siendo monitoreado por la sala Zeus de la Fiscalía. Esta fue una de las cerca de 2.000 conversaciones interceptadas...
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