¿Por qué el cerro está bravo?

Crédito Amalia Trujillo

Esta era la pregunta que yo les hacía a mis padres cuando era pequeña y miraba ese cerro imponente, preguntaba por su nombre y me decían que era Cerro Bravo. Cada momento en que aparecía esa respuesta, me volvía a preguntar ¿y por qué El Cerro no es feliz?

Cerro Bravo está ubicado en la Vereda El Rincón, es una reserva natural, una montaña ubicada en la cordillera andina central, comprende los municipios de Fredonia y Venecia.

Además de ser un relieve físico, que en los tiempos prehistóricos era volcán, lleno de lava y piedras volcánicas; hoy en día es una belleza paisajística, hogar de diversas especies animales y vegetales. Una imagen que proyecta la naturaleza en todos sus aspectos: matices de verdes, cantos de pájaros, olores florales. Uno de los mejores lugares en el suroeste para el avistamiento de pájaros. Sirve de cimiento y proveedor de nutrientes para guayacanes blancos, amarillos y rosados.

Por las mañanas, envuelta en nubes y neblina, relata con su olor la naturaleza y lo que llamamos como “la vida de color de rosa”. Pero por la noche, con su sombra, impone un terror abrumador con sentimiento similar al del mito “El Mohán”.

Mi infancia 

Parte de la historia de mi vida está ligada a esta montaña andina. Es la zona de mis ancestros: bisabuelos, abuelos, padres y ahora mía.  Con los amigos que he tenido en cada momento de mi vida, hice excursiones a él, se puede decir que es la prueba definitiva para determinar si son mis verdaderos amigos. Esta parte de la cordillera rodea las veredas de El Rincón y El Cerro, del municipio de Venecia, donde se localiza la esencia de mi historia. 

Mi añorada niñez en El Cerro empieza en una finca llamada Rosa Blanca, es el patrimonio familiar que pertenece a mis tíos del lado paterno y a mi padre. Es una finca cafetera construida por mi bisabuelo Enrique, casa vieja remozada, llena de jardines y la quebrada La Rita, que cada noche arrulla con su canto. Es parte de lo que se puede llamar esencia Trujillo, que en 2014 se convertiría en esencia Trujillo Zapata cuando mis padres construyeron la casa de sus sueños: Yaraguá.

Encaminados al diluvio 

Recuerdo que en el 2010 –mes y día desconocidos en mi memoria– a las 6:00 a. m. me despertaba llena de legañas en mis ojos, después de una larga noche arrullada por la quebrada La Rita. Mi único pensamiento a esa hora era dormir hasta las 11 de la mañana, por ello, fruncí el ceño a no más poder, mientras mi madre, mi padre, mi tía Carmenza y yo, partíamos hacia La Gabriela, donde se encontraban nuestros compañeros de hiking, de “escalada”. 

Al llegar a esta gran finca, esperamos a Liliana, Gonzalo, Felipe, Camilo, Miguel y otros más; ahora sí estábamos listos para nuestra aventura hacia la cima de Cerro Bravo. Todos estaban charlando y hablando acerca de lo emocionante que sería la caminata de seis horas y yo, claro, con cara de sueño y aburrición solo me fijaba en el tiempo, aunque sabía que solo llevábamos cinco minutos de caminata. Paramos en la tienda de Poly y compramos unas bebidas, seguimos por el empedrado de la vereda el Rincón y al llegar a la casita de la “cordillera” empezamos a subir la montaña andina.

El ascenso fue algo normal, corriente y maravilloso, pero lleno de sudor y dolores articulares y musculares. En la cima, visualizando el hermoso y hondo paisaje, almorzamos sánduches hechos por mis mismísimos padres. Deliciosos les quedaron, la verdad. Empezamos el descenso y justo 5 minutos después, empezó a taparse el sol con una nube gris, cargada hasta el tope –rayos, centellas y truenos– pensé asustada. Poco a poco, mientras bajábamos más y más, empezaron a caer contundentemente gotas pesadas en nuestras cabezas.

El aguacero de la vida corría al mismo paso que nosotros y esto lo único que trajo fueron sucesos chistosos, pero inoportunos: mi fuerza no sobrepasaba a la de la naturaleza y me caí varias veces, pasamos por el lado de unas vacas, y al pisar el pasto que ellas se estaban comiendo empezaron a perseguirnos.

Era un camino de aproximadamente 3 horas, y sinceramente a la hora de llover, no sentía que mi cuerpo estaba constituido por un 75 % de agua, sino por un 98 %. Lo más molesto, y lo único claro que recuerdo del paseo, fue hacer pataleta en los hombros de mi padre, mientras incomodaba a los demás.

Ahí es cuando vuelve a mi mente esa pregunta que no me hacía desde que tenía 7 años:

–Papá, ¿por qué El Cerro se puso bravo? Nosotros solo queríamos ir a visitarlo y nos castiga con un aguacero. ¿Acaso no es feliz? –le pregunté, pero no respondió, pues estaba ocupado procurando no caerse y atento a nuestro camino de regreso.

Cerro-bravo

Después de 3 horas seguidas de diluvio tras diluvio, un carro nos estaba esperando en la casita de la “cordillera”. Al verlo me sentí tan feliz que corrí con todas mis fuerzas para llegar de primera. Solo hasta el momento en que me senté en el sillín del auto con una toalla, me sentí segura y tranquila.

 

Yaraguá

Antes de nacer, mis padres obtuvieron un pedazo propio de tierra, que pertenecía a mi abuelo Hernán. Yaraguá, construida en 2014 y nombrada en memoria a mi abuela Lía y su poema que describe la belleza, el verdor de El Cerro y los pastos.

“…Se le aguaron los ojos

de negrura profunda.

Un eco de cencerros

arrulló sus oídos.

Recogió la ternura de india milenaria

y, engullendo su asombro 

exclamó: “Yaraguá.””  

Lía Trujillo de Trujillo

Hoy en día, desde Yaraguá se puede ver el esplendor del mágico y enigmático cerro: casa de loras, cimiento de yarumos, nogales y pilar de nubes. Parte de mi tiempo libre se llena con momentos vividos en este entorno familiar, acogedor y liberador.

 

Amenazas

El Cerro es una de las razones por las cuales todas esas experiencias son inolvidables y felices, sin embargo, ahora que lo pienso bien, El Cerro no está feliz porque sabe que se ciernen sobre él amenazas como la expansión de la frontera agrícola, la minería, el turismo no controlado y, por supuesto, los efectos del cambio climático, que afectan a todo el planeta.  Sumado a lo anterior, decisiones políticas, son las que afectan esta esencia patrimonial, rural y natural. Lleva a la pérdida de la identidad cultural y tradicional, convirtiendo la zona en una “potencia” turística-económica con efectos de doble filo. 

Ahora, que termino de escribir este texto, puedo decir con certeza que he respondido la pregunta que burlonamente me he hecho, y también a mi familia. El Cerro hace feliz a las personas y las personas hacemos triste a El Cerro. Esto es indudable, los seres humanos destruimos nuestro hogar por ambición y egocentrismo. Nos preocupamos de lo material y no de lo que realmente importa, que, en este contexto, es lo que nos mantiene vivos: la naturaleza. Sin embargo, como la vida en sí es una gran incógnita y cada vez surgen más dudas, mi pregunta ahora es… ¿por qué no podemos hacer a El Cerro feliz de nuevo?

4 comments

  1. Alejandro   •  

    Hermosa narración Amalia, fui testigo de ese aguacero y de los rayos que caían cerca de nosotros, Fue un día inolvidable. Todos los de la vereda llevamos al Cerro Bravo en el corazón

  2. Elvia Fanny londoño   •  

    Encantador texto. Que bueno que los jóvenes estén recreando en sus escritos, el contexto, de una forma que atraen a la lectura.

  3. EUGENIO DE JESUS PALACIO GARCIA   •  

    Ahí está plasmado todo tu talento, Amalia.
    Felicitaciones por el reconocimiento recibido: llegarán muchos mas.

  4. Manuel   •  

    Que hermoso relato, gracias por compartir tu historia. Estaba buscando sobre el origen de la montaña tutelar de Fredonia y me tope con este relato que me recuerda mis caminatas al Cerro Bravo. He ido desde la vertiente de Fredonia por la vereda buenos aires y me parece que vos vas desde Venecia. Sigo con inquietud sobre las rocas y su origen y como se inactivó el volcán, además, de agradecido con el cerro por ser cuna de aguas. Y curioso de ir a conocer Yaraguá. Es nuestra labor procurar, promover y mantener el cuidado de la Tierra y de este el cerro que nos rodea

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>