Calvin y el conflicto escolar

 

Juan Carlos Ceballos Sepúlveda
Periodista 

Docente Facultad de Comunicación Social-Periodismo. Universidad Pontificia Bolivariana

Le sucede a Calvin con Moe, lo mismo que les pasa a muchos niños y jóvenes en las instituciones educativas: en algún momento tienen que enfrentar una pelea o un conflicto.

En el caso de Calvin ve que Moe tiene su camión y quiere recuperarlo, pero sabe que aquel gigantón no se lo devolverá y lo retará a pelear. A pesar de ello, Calvin habla con Moe y le dice que le devuelva el camión, pero sólo recibe el reto de la pelea. Calvin se retira.

Este caso sucedió en las tiras cómicas de Calvin y Hobbes que publica todos los días el periódico EL COLOMBIANO y es algo similar a lo que pasa en las escuelas y colegios. Es común que algunos estudiantes reten a otros a pelear.

Es famosa aquella frase de “a la salida nos vemos”, que propone aquel que tiene más fuerza, sobre quien no le gusta arreglar sus problemas “a punta de golpes”. Sin embargo, no aceptar la confrontación es sinónimo de cobardía y corre el riesgo de ser llamado “gallina” o “miedoso” por los compañeros.

El conflicto escolar tiene muchas manifestaciones. Resolver los problemas a puño limpio es una de ellas y ahora está de “moda” que los estudiantes “cazan” sus peleas por Internet, se citan en un lugar donde acuden otros estudiantes a ver como dos de sus compañeros se “muelen” a golpes, patadas y jaladas de pelo.

Creen ellos que es la manera de solucionar sus diferencias.

Por eso Calvin se lamenta con Hobbes, su mejor amigo – un tigre de trapo-. “Así que Moe me robó mi camión, y cuando le pedí que me lo devolviera, Moe quería pelear, yo no quería pelear, así que me alejé y se lo quedó”.

Más adelante Calvin reflexiona: “por qué a algunos no les importa qué está bien o qué está mal? ¿por qué no tratan de ser amables unos con otros?”.

En la comuna noroccidental,  los directivos de una institución educativa propusieron a sus estudiantes y profesores resolver sus conflictos con la palabra. Era común ver a los niños “buscando” pelea porque “me miró feo” o “porque me dijo esto y lo otro”.

Cuando los profesores veían estas actitudes inmediatamente intercedían y les pedían a los niños que hablaran, luego hacían pequeños pactos de no agresión. Era la manera de mermarle importancia a la violencia y generar la cultura de la palabra para solucionar sus diferencias, pequeñas o grandes.

Hobbes le dice a Calvin: “el problema de la gentes es que sólo son humanos”. Puede que tenga razón, porque muchas veces los humanos creen que los problemas se resuelven a la fuerza y es algo que prevalece en la sociedad: “lo que hace falta es la mano dura”.

Sin embargo, también se equivoca el amigo felpudo, porque el ser humano es el único dotado de la palabra y en este caso la palabra sirve para resolver los problemas de manera civilizada.

Ese es el camino más complicado, por eso, la actitud de Calvin es valiente cuando opta por alejarse y no pelear. Si bien se lamenta porque no logra persuadir a su compañero de no irse a golpes, se vuelve todo un reto: darle sentido a la palabra.

Es una tarea en la cual se debe insistir: tener la palabra como alternativa,  como herramienta y como argumento para resolver los conflictos. Duele menos y da más tranquilidad, sobre todo en el alma.