A pesar de los cambios en el sistema penal, la constante promesa de tecnificar los procesos judiciales y la profesionalización de los investigadores, en Colombia la prueba reina para llevar a un delincuente a prisión sigue siendo la misma que hace cien años: la declaración de un testigo, el cual tiene que lidiar con el miedo a confrontar un victimario.
Seguro han visto la serie de televisión CSI, en la cual los científicos forenses descifran un caso y encuentran al culpable analizando una huella digital en la escena del crimen, o un cabello, una gota de sangre o hasta una pisada. Para los protagonistas, no es necesario que alguien testifique, con sus análisis científicos llenan todos los vacíos, las pruebas hablan por sí mismas en el laboratorio.