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Dos de los senadores más mediáticos y determinantes del Pacto Histórico, Roy Barreras y Gustavo Bolívar, tienen una singular vocación compartida que va más allá sus sonadas diferencias: escribir. Esa inclinación no tendría nada de peculiar si no fuera porque implica –nada menos– que dar un paso al costado y renunciar al Congreso. Ambos han dicho que, más allá de 2023, no se ven ocupando sus curules y la pregunta que ronda en las huestes petristas es evidente: ¿quién los remplazaría?
Por un lado, Barreras –un curtido político que ha sido determinante para sacar la agenda de Petro en el primer año legislativo– ha ventilado su deseo de renunciar en julio de 2023, cuando concluya su periodo como presidente del Congreso. El senador, aquejado por un cáncer, ha dicho que “dentro de un año” podría dedicarse a “escribir y a la familia”. Justamente, citando y queriendo emular al escritor José Saramago –que a sus 40 años se volcó a escribir–, expresó con grandilocuencia que “quiere irse a Portugal” y caminar sus calles con la intención de ganar un Nobel de Literatura.
Por el otro, Bolívar –escudero de antaño de Petro y quien fue cabeza de lista– ha reclamado que el sueldo de congresista no le alcanza para sus gastos, por lo que se inclinaría de nuevo a escribir novelas y películas. Justo de esa vocación se desprende gran parte de su reconocimiento, pues ganó notoriedad por ‘narconovelas’ como“Sin tetas no hay paraíso” o “El Capo”.
Al margen de su supuesta vocación artística, en la arena política Barreras y Bolívar son baluartes de la bancada, defensores a ultranza del Gobierno y fichas determinantes para el trámite de proyectos en el siempre disputado Congreso. De concretarse su salida, sus curules serían ocupadas por líderes políticos que, aunque relevantes y con agendas sustanciales para el Ejecutivo, no tienen el mismo peso legislativo. Se trata de Carlos Alberto Benavides (un profesor cercano al senador Wilson Arias) y Catalina Pérez (líder campesina de Córdoba y Sucre).
Como políticamente no se conocen, pues hay ruido por su falta de liderazgo, pocos se atreven a hablar de la situación. Muestra de ello es que varios senadores del Pacto se abstuvieron de dar declaración alguna al respecto al ser consultados por este diario.
La exministra Clara López, que sí decidió hablar, quiso calmar las aguas. Además de mostrarse escéptica de que Barreras y Bolívar renuncien, instó a no subestimar la capacidad de los que llegan. “Creo en las renuncias que se presentan, no en las que se anuncian”, sentenció.
Otro senador, que accedió a contar el tejemaneje interno sin ser citado, expresó su preocupación porque el tema ni siquiera ha sido tratado en una reunión formal y solo se tienen meros anuncios de los protagonistas. En esa línea, admitió que hay angustia por la ausencia de Barreras, “porque indudablemente no se ve dentro del Pacto una figura que pueda ejercer ese liderazgo, especialmente cuando aún falta el trámite de muchas reformas clave”.
El propio Gustavo Bolívar le reconoció a EL COLOMBIANO que no se ha desarrollado una reunión para tratar el asunto, aunque sí admitió que hay comentarios al margen. Según el congresista, tanto él como Barreras representan agendas importantes en el Congreso y, pese a que en su caso personal le reconocen que “va a hacer falta” su tarea fiscalizadora dentro y fuera del Pacto Histórico, su partida es un hecho.
“Anuncié que me iba después de la aprobación del Plan de Desarrollo y voy a cumplir”, sostuvo, aceptando que el liderazgo en la coalición “puede hacer mella”. Por ello, instó a que se abran camino nuevos representantes, “gente importante y muy buena que no ha podido lucir porque el foco siempre está sobre nosotros”.
Para la analista María Alejandra Arboleda, consultora en comunicación política, no se puede menospreciar el rol que cumple Barreras con su olfato y destreza política para manejar la relación Gobierno-Congreso, ni la habilidad comunicativa de Bolívar para posicionar temas claves. Es por esto que su ausencia representa un duro golpe para la bancada , hecho que debe ser atendido desde ya.
“Hay que anticiparse a estas situaciones para saberlas comunicar, pues ante la ciudadanía podría quedar muy mal que personas elegidas para un periodo determinado renuncien a mitad de camino. La gente siente que no se cumplió con su mandato. También es necesario analizar qué líderes podrían, dentro del Pacto y con partidos aliados, tener la experiencia para manejar las relaciones entre Legislativo y Ejecutivo”, manifestó.
Con todo, el panorama podría ser todavía más desalentador para el petrismo si se concreta un rumor que no deja de tomar fuerza: la renuncia del experimentado senador Alexander López, que podría aspirar a la Gobernación del Valle. En su lugar podría llegar Julio César Estrada, quien figuró en el renglón 23 de la lista. Se trata de un indígena del Vaupés con un liderazgo social, pero que –al igual que Carlos Benavides y Catalina Pérez– carece de la sagacidad y destreza política.
Desde la bancada también hay quienes ven la situación como una oportunidad y tienen una visión más optimista de las renuncias. Para algunos senadores, la dimisión de Barreras o Bolívar podría catapultar a otros líderes políticos que vienen pidiendo pista, como los senadores María José Pizarro e Iván Cepeda –integrantes de la delegación que negocia con el ELN–, o el actual presidente de la Cámara, David Racero.
No obstante, en esos liderazgos también hay incertidumbre, pues contra congresistas como Pizarro o Racero –así como otros pesos pesados del petrismo como Wilson Arias o César Pachón– cursan demandas contra sus curules por doble militancia o presuntas irregularidades en campaña.
El panorama no deja de ser incierto para el Pacto Histórico que, como mayoría legislativa, está llamado a consolidarse y seguir siendo un baluarte del gobierno Petro. No solo es un desafío que tendrán que encarar durante el primer año del nuevo Ejecutivo –cuando lo que se vive es una luna de miel entre Congreso y Gobierno–, sino de cara a los años que se avecinan, cuando la gobernabilidad del presidente pueda tambalear, por no hablar de las elecciones de 2023 y el futuro del Pacto como movimiento político formal y consolidado. El reto no es menor y el reloj corre