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Tras 245 días de ser atropellada por un menor de edad, Ingrid Arroyo volvió a caminar

Un joven la atropelló en Montería tras reclamarle por matar su perro. Con varias fracturas, los médicos le advirtieron a Ingrid Arroyo que no volvería a caminar. Hoy lo hace.

  • Ingrid Arroyo permaneció varios días en UCI después del accidente en Montería.El accidente le causó fracturas múltiples y un largo proceso de rehabilitación. FOTOS: CORTESÍA
    Ingrid Arroyo permaneció varios días en UCI después del accidente en Montería.El accidente le causó fracturas múltiples y un largo proceso de rehabilitación. FOTOS: CORTESÍA
07 de septiembre de 2025
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Siete días después de que empezara el 2025, a Ingrid Arroyo la atropelló un menor de edad.

Le estaba reclamando a un joven de 16 años las razones por las que mató a su perro Sherick, un goldendoodle que jugaba con sus tres hijos de 12, 9 y 5 años minutos antes de que lo arrollara.

Pero instantes antes de ese suceso, Ingrid estaba escribiendo un informe que le había pedido su jefe desde su casa, era un día cotidiano en su vida, nada fuera de lo común. Sus hijos jugaban con Sherick en la terraza, hasta que el hueco de la reja —rota desde el día anterior— los condujo a la calle.

De fondo, se escuchó el “patinazo” de las llantas de un carro, lo que, de acuerdo con ella, le activó el “sexto sentido de las madres”.

Tiró el computador y salió corriendo en tacones a buscar a sus hijos que estaban sobre la calle de la cuadra, cerca de una camioneta blanca manejada a velocidades muy altas de un lado a otro; algo que era constante del menor que conducía el vehículo: “Tenía un ‘fetiche’, por así decirlo; pasaba a la 1:30 de la tarde todos los días a alta velocidad, y a las 7:30 de la noche, todos los días”.

–“¡Lo mató, lo mató!”, fue lo primero que escuchó Ingrid al salir de su casa: el grito de su hijo mayor que lloraba por Sherick.

“Yo veo que el carro ni siquiera frenó y se dio a la huida. Empecé a gritar a todos los que presenciaron el momento, que cogieran la placa de la camioneta”, detalló Arroyo.

En ese momento, un motociclista que pasaba por la zona le dijo a Ingrid que había alcanzado a ver la placa del vehículo y que podía ayudarla a seguirlo. Ella aceptó y lo acompañó durante varias cuadras, hasta que identificaron la camioneta estacionada cerca del edificio La Riviera, a un costado del río Sinú en Montería.

Ingrid se paró al frente del carro y le empezó a reclamar al joven de 16 años las razones por las que mató a su perro Sherick, el goldendoodle que jugaba con sus tres hijos. La respuesta del menor fue atropellarla.

¿Por qué Ingrid Arroyo fue atropellada por un menor de edad?

Ingrid se paró frente a la camioneta que había matado a su perro, a unos treinta centímetros del capó. Logró verle la cara al conductor “redonda, con bigoticos”; y le pidió con llanto: “Señor, bájese, por favor, que usted mató mi perro”. No hubo respuesta. En cambio, escuchó el motor acelerarse y frenarse con violencia. “Me va a matar”, pensó en el momento.

“Escuché ‘pra, pra’, como cuando se rompe una galleta de soda; así sonó mi cuerpo”. Quedó tendida en el pavimento, inmóvil, sintiendo que la rodeaban muchas personas, en el que alcanzó a decir: “No me muevan, estoy toda partida por dentro”.

De lo que vino después apenas tiene recuerdos. Fueron sus familiares quienes le contaron que entre la multitud apareció un hombre vestido de azul, que se inclinó sobre ella, le sostuvo la cabeza y le repetía una frase que se quedó en su cabeza, buscando mantenerla consciente: “Mona, tú no te mueres, tus hijos te necesitan”. Ella lo recuerda como un ángel: “Ese señor fue el amor de Dios mismo”.

Ingrid detalla que en ese momento miró al cielo con lágrimas y elevó una súplica: “Señor, este tipo me mató. Si me das una oportunidad, por favor dámela; quiero seguir cuidando tus tres hijos”. Esa fue la última frase que recuerda antes de perder la conciencia.

“Fractura total de pelvis, reconstrucción de vejiga, fractura de sacro, de tibia, peroné, costillas, y cadera; y un grave aplastamiento de órganos internos”, fue el primer diagnóstico que dieron sobre Ingrid, quien además llegó a la UCI con la hemoglobina en cinco (cerca de la anemia) y una hemorragia interna severa.

La primera intervención se la hicieron en Montería. Dada la complejidad, la remitieron a Bogotá, donde un ortopedista especializado en pelvis asumió su caso. Allí le practicaron siete cirugías más, para un total de ocho operaciones.

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Pasó por un coma inducido del que luego la despertaron para evaluar daños neurológicos. A partir de ese momento, la mantuvieron con medicamentos que no lograban aliviarla. En sus palabras: “Hubiera preferido seguir dormida”.

Y es que la recuperación fue lenta y exigente. En el pronóstico médico le advirtieron que probablemente usaría pañales de por vida, que necesitaría una sonda y que quizás no volvería a caminar.

Sin embargo, el resultado fue otro. Con rehabilitación, terapias, ocho cirugías y la fe en la que se encomendaba a diario, Ingrid se siente feliz de poder decir “hoy camino, sin pañal, sin sonda y sin dolor”.

El adolescente que atropelló a Ingrid no ha respondido ante la justicia, ¿qué pasó con él?

El 8 de septiembre, tras ocho cirugías y al menos cinco aplazamientos judiciales, se cumplieron 245 días desde que Ingrid Arroyo fue atropellada.

Desde ese suceso, la familia del joven que atropelló a Ingrid contrató un abogado cuya primera estrategia fue alegar que el menor tenía problemas de salud mental o de consumo.

Ante eso, la defensa de Ingrid solicitó exámenes periciales de psiquiatría y medicina legal. El resultado fue que el joven estaba en condiciones de entender lo que hacía.

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En medio de las primeras audiencias se filtró la imagen del menor, lo que es una vulneración legal a su derecho de reserva, por lo que se llevaron demandas contra los medios de comunicación que la divulgaron. Eso derivó en una orden de que no se volviera a difundir nada sobre su identidad.

El proceso ha estado marcado por múltiples aplazamientos. Entre las razones que escuchó estaban que el joven no estaba en la ciudad, que se escondía por amenazas, que se lesionó en una caída, que el abogado tenía conflictos de agenda, o que había una supuesta cirugía programada.

Cada vez, la audiencia se movía un mes más adelante, lo que fue alargando la definición del caso, pero cada vez está más cerca de conocerse lo que sucederá en contra del menor de edad que, aquel 7 de enero, mató a Sherick y casi acaba con la vida de Ingrid Arroyo.

Nueve meses después del accidente, Ingrid camina con dificultad pero con firmeza. Lo atribuye a los médicos, a las oraciones que la rodearon y, sobre todo, a su fe: “Dios me dio otra oportunidad para seguir cuidando a mis hijos”.

“Yo conocí el amor de Dios”, asegura, convencida de que cada día que camina junto a sus hijos es la prueba más clara de ello.

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