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Mujeres, crimen y estereotipos: investigación periodística sigue las huellas de “la Griselda Blanco europea”

La reportera Gabriella Adèr viajó al país para entender quién es realmente la mujer a la que en Europa llamarían “la Griselda Blanco europea” y la “Madrina de Ámsterdam”. La acusan de tener un papel clave en el tráfico de drogas.

  • La periodista holandesa detrás del pódcast sobre la “Madrina de Ámsterdam” cuenta cómo reconstruyó su historia en Colombia. FOTO CORTESÍA
    La periodista holandesa detrás del pódcast sobre la “Madrina de Ámsterdam” cuenta cómo reconstruyó su historia en Colombia. FOTO CORTESÍA
07 de diciembre de 2025
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La historia de una mujer conocida con varios alias, como “la Griselda Blanco europea” o la “Madrina de Ámsterdam”, señalada por las autoridades neerlandesas como pieza clave en el tráfico de cocaína hacia Europa, capturó la atención de la periodista holandesa Gabriella Adèr, quien vino a Colombia para entender esta historia desde su origen.

Desde Ámsterdam, donde trabaja como reportera y narradora para el medio NRC, Adèr ha seguido durante años a mujeres involucradas en estructuras criminales. En ese recorrido, el nombre de Aura C., una colombiana de 49 años, apareció.

El caso se dio a conocer cuando la “Madrina de Ámsterdam” fue arrestada el 29 de enero de 2024 en Medellín y acaparó los titulares en Colombia, siendo descrita como “la mujer de confianza de Otoniel”, “sanguinaria narcotraficante” o “socia del cartel de ‘Los Balcanes’”.

Tras más de un año detenida, el 17 de enero de 2025 las autoridades en Colombia la extraditaron oficialmente a Países Bajos. En ese país la acusan de tener un papel clave en el tráfico de drogas a gran escala y en el blanqueo de dinero, y de haber participado en la importación de 230 kilos de cocaína a España, interceptados el 25 de noviembre de 2020. Los investigadores de ambos países pudieron identificarla después de descifrar mensajes de la aplicación encriptada Sky ECC, una pieza central en procesos de crimen organizado en Europa.

Actualmente, se enfrenta a la justicia neerlandesa y este 5 de diciembre compareció por primera vez ante un tribunal de Róterdam, en una audiencia preliminar.

Desde 2017 ya había sido condenada por un tribunal de Ámsterdam por planificación de tráfico de estupefacientes. Ese prontuario, sumado a su doble nacionalidad y al rol que las autoridades le atribuían, la llevaron a ser presentada mediáticamente como una figura femenina poderosa dentro del narcotráfico europeo.

Esa narrativa capturó también la atención de Gabriella Adèr, quien llevaba años revisando expedientes para entender el rol de las mujeres dentro del crimen organizado.

“Me describo más como una narradora”, dice en entrevista con EL COLOMBIANO. “Durante casi 15 años he trabajado en pódcasts y documentales profundos sobre crimen y justicia”. Su trabajo en NRC, uno de los medios de referencia en Países Bajos, la llevó a convertir esta historia en una serie de siete episodios de unos 40 minutos cada uno.

Su pódcast “La llaman la Madrina” (Ze noemen haar de Godmother en holandés) se estrena en Spotify este 6 de diciembre.

Su investigación para esta serie comenzó hace años, mucho antes de la captura de Aura C. en Medellín. “He estado investigando a mujeres dentro del crimen organizado durante ya cinco años. Por supuesto, nunca fue a tiempo completo, pero siempre buscaba mujeres cuando estaba en los tribunales, en reuniones con abogados o mientras leía expedientes judiciales durante la producción de otras historias”.

Aunque la serie incluye la historia de Aura, no se limita a ella. La reportera entrevista a otras mujeres involucradas en redes criminales y conversa con criminólogos para ofrecer una mirada más amplia. “Así que pueden verlo como un estudio más amplio, antropológico, sobre mujeres y crimen”.

Adèr conoció el caso en 2014, cuando leyó un artículo sobre un expediente en el que aparecían como líderes no una, sino dos mujeres: Aura y su hermana menor, Luisa.

“Pensé que era fascinante porque no una, sino incluso dos mujeres eran vistas como las líderes de una organización criminal”. Aquello la llevó a seguir el proceso judicial, que aún estaba abierto en segunda instancia. Luego vino la captura en Medellín. “Tanto las autoridades colombianas como las neerlandesas se referían a ella como una ‘Madrina’. Pero ¿qué la convierte en una ‘Madrina’? ¿Es eso realmente cierto? Esa se convirtió en mi mayor pregunta y, en última instancia, impulsa la línea narrativa del pódcast”.

Para responder esas preguntas, la periodista viajó al país. Su experiencia, dice, fue sorprendentemente cálida. “He viajado ya a distintos países de Latinoamérica y puedo decir honestamente que nunca conocí gente tan dulce, agradable y cooperativa como en Colombia. Fueron abiertos para ser entrevistados y realmente me ayudaron”.

“Sabía que había riesgos cuando entramos a la región del Putumayo y visitamos una finca de coca, pero traté de no pensarlo demasiado cuando estábamos allí”, dijo. “Cuando tomas la decisión de ir, tienes que dejar tus preocupaciones o miedos, porque se vuelve imposible obtener tu historia”.

Antes de venir, Adèr escuchó advertencias de todo tipo: inseguridad, riesgos, peligro. “Cuando no estaba trabajando y viajábamos por diferentes lugares, me quité deliberadamente esas gafas”. En su tiempo libre disfrutó Colombia como turista. “No encontré nada que tuviera que ver con drogas”. Su impresión final fue tan positiva que lo primero que dijo al regresar a casa fue: “Tenemos que volver de vacaciones”.

De toda la investigación, la parte más difícil para Adèr fue conocer la infancia y los orígenes de esta mujer. “Su juventud: ¿dónde creció? ¿Cómo creció? Si realmente está en el tráfico de drogas, ¿cómo terminó haciéndolo?”.

Uno de los momentos clave del pódcast ocurre al final, cuando la periodista logró entrevistar directamente a Aura. “Ella me contó su versión de la historia. Según ella, no está involucrada en el tráfico de drogas, pero ha estado rodeada de personas que sí lo están. Eso es lo que hizo que la Policía llegara a ella. Mala suerte, malos novios”.

Aura asegura que se dedicaba al negocio inmobiliario con su exesposo, lo cual le permitió ganar dinero. Para la Policía, esa empresa era una fachada de lavado. “Las casas que posee a menudo se alquilan a miembros de la organización criminal. También mala suerte”.

Además, Aura cree que ha sido víctima de una representación negativa por parte de las autoridades, algo que —asegura— luego replicaron los medios.

Adèr explora el papel de las mujeres en organizaciones como la ‘Ndrangheta’ italiana y en redes criminales colombianas. Su objetivo es que los oyentes reflexionen sobre los escenarios donde las mujeres están ascendiendo, incluso en estructuras ilegales. “Vemos a mujeres subir en casi todos los sectores del mundo —lentamente, pero con seguridad—. Entonces, ¿por qué no habría habido una ola feminista en el crimen organizado también?”.

La reportera quiere que los oyentes colombianos entiendan que su serie busca una mirada más amplia y crítica sobre el rol femenino en estas estructuras, un campo poco investigado en los Países Bajos.

Griselda Blanco, la original, fue una narcotraficante de origen colombiano que puso en jaque a las autoridades gringas a mediados de los ochenta. Justamente en Miami consolidó su camino delictivo, llevándola eventualmente a convertirse en la temida “Reina de la Cocaína”. Se le atribuyen al menos 250 asesinatos, lo que subraya la brutalidad y la sangre que marcó cada paso de su ascenso en el mundo criminal. Este oscuro historial delictivo le valió otro apodo, “la Viuda Negra”, debido a la muerte de varios de sus exmaridos.

La vida de Blanco estuvo plagada de violencia y audacia, pero finalmente, en 1998, la justicia logró alcanzarla y su sentencia fue de 20 años de prisión. En 2004 fue deportada a Colombia y en 2012 fue asesinada en una calle de Medellín.

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