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Las palabras del obispo Luis Alberto Maldonado, suenan como muchas en la tragedia de Mocoa. Suenan a resignación, pero en medio de la desesperanza, son las únicas que han llevado un poco de calma a las víctimas que la furia de la naturaleza dejó sin nada.
Su sermón está dirigido a un rebaño desorientado a quien invitó a reconstruir: “Oremos a Dios, porque en estos momentos debe ser la esperanza la que nos guíe”, expresó el obispo Maldonado.
En medio de la llovizna, con el barro hasta las rodillas, comenzó a leer un salmo. Su trabajo apenas comienza. La llegada de monseñor calmó los ánimos de las familias que golpeaban las rejas de la morgue. Muchos de ellos esperan saber algo de sus familiares.
“Raaápido, rápido, rápido que digan si Ingrid Camila...
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