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Un refrán popular dice que no hay cuña que más apriete que la del mismo palo. Este es el caso de los congresistas que fueron electos por un partido, pero en repetidas ocasiones van en contravía con sus bancadas y se convierten en un dolor de cabeza para las colectividades. Los analistas explican que estos hechos se presentan porque las colectividades perdieron las ideologías, la capacidad de canalizar intereses y entregan avales sin mayor coherencia.
Por ejemplo, el caso del senador Jhonatan Tamayo, conocido como “Manguito”, fue elegido por una coalición de oposición –la Lista de la Decencia impulsada por Gustavo Petro–, pero sus votos y posiciones son a favor del Gobierno. Decidió votar sí a las objeciones de la Ley JEP y ha criticado a Petro. Los choques escalaron a tal punto que la ASI decidió abrirle una investigación disciplinaria.
Para “Manguito”, la ASI no es de oposición y sus votos fueron los que salvaron la personería jurídica del partido. Además, afirmó que “la vicepresidenta de la colectividad, quien hoy lo persigue, se apoderó del partido”, y asegura que la mayoría de miembros del comité respaldan sus posturas.
Para este senador buscan perjudicarlo porque en caso de ser retirado “entraría la exsecretaría de Gobierno de Petro cuando fue alcalde de Bogotá, Gloria Inés Flórez en la curul”.
A juicio de los analistas, este fenómeno se da porque los partidos no tienen idearios ni propuestas ni militancia. El docente de Comunicación Política de la Universidad Externado, Carlos Arias, afirmó que estos casos se presentan a menudo porque “en época electoral, los partidos se convierten en empresas en las que prima el interés por los votos y así dejan atrás las ideologías”.
Un hecho similar pasa con el senador Armando Benedetti, quien tuvo una ruptura con el Partido de la U cuando decidió declararse afín al Gobierno. Sus posturas son claras, votó en contra la Ley de Financiamiento que fue promovida por el Ejecutivo, no asiste a las reuniones de bancada y “poco le importa lo que piensen en su partido”.
Así, para Benedetti La U esta atomizada y no hay liderazgo. “Cada uno hace lo que quiere de acuerdo con lo que conviene, nadie afecta a nadie, el partido no existe, solo un número de senadores y de representantes”, manifestó. La actitud de este parlamentario no es nueva, casi desde el nacimiento del partido ha sido un rebelde. Desde 2006 ha tenido esa actitud, entonces apoyado Marta Lucía Ramírez, Gina Parody y Nicolás Uribe, quienes para entonces eran parlamenarios.
En el Centro Democrático, el partido del presidente Iván Duque, la representante Margarita Restrepo no apoya la cadena perpetua para abusadores de niños, pero indicó que discutió con el mandatario y han logrado “llevar esas diferencias con respeto”.
En el Partido Verde León Fredy Muñoz ha tenido diferencias por sus posturas con otros congresistas, indicó que “son naturales, pues hay muchas tendencias, pero pretenden hacerlas llevaderas para seguir avanzando”. Aún así lo consideran una rueda suelta.
¿Hay solución? Para el docente de Ciencia Política de la Universidad Nacional, Juan Guillermo Vieira, “tratar de salvar los partidos es botar la plata, pues ya no cumplen con su función ideológica, solo entregan avales, reclaman victorias y reposición de votos”. .