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Un negocio verde del país podría tener lo que usted busca

  • Cuery es uno de los 106 negocios verdes ubicados en Antioquia. FOTO: CORTESÍA CUERY
    Cuery es uno de los 106 negocios verdes ubicados en Antioquia. FOTO: CORTESÍA CUERY
  • Así son alungunos de los procesos en Proplanet para convertir el Tetra Pak y el papel en muebles y artículos de primer uso. FOTOS: CAMILO SUÁREZ
    Así son alungunos de los procesos en Proplanet para convertir el Tetra Pak y el papel en muebles y artículos de primer uso. FOTOS: CAMILO SUÁREZ
  • Un negocio verde del país podría tener lo que usted busca
  • Un negocio verde del país podría tener lo que usted busca
  • Arelis y su equipo durante una jornada de recolección de insumos y limpieza. Esa madera se convertirá en muebles y artesanías. FOTO: ARCAPEC
    Arelis y su equipo durante una jornada de recolección de insumos y limpieza. Esa madera se convertirá en muebles y artesanías. FOTO: ARCAPEC
  • Arcapec envía productos a Medellín y otros municipios del Urabá. FOTO: ARCAPEC
    Arcapec envía productos a Medellín y otros municipios del Urabá. FOTO: ARCAPEC
  • En un taller transforman los residuos que hallan en las playas. FOTO: ARCAPEC
    En un taller transforman los residuos que hallan en las playas. FOTO: ARCAPEC
  • Lo que alguna vez le dijeron a Arelis que era solo basura hoy son muebles de calidad. FOTO: ARCAPEC
    Lo que alguna vez le dijeron a Arelis que era solo basura hoy son muebles de calidad. FOTO: ARCAPEC
  • Daniel Henao y María Magdalena Sánchez, manos que le dan vida a Cuery. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
    Daniel Henao y María Magdalena Sánchez, manos que le dan vida a Cuery. FOTO: JULIO CÉSAR HERRERA
  • Madres de la comuna 13 dan vida a los productos de Cuery. FOTO: CUERY
    Madres de la comuna 13 dan vida a los productos de Cuery. FOTO: CUERY
  • Morrales, mochilas, portafolios y billeteras hacen parte de la oferta de la marca. FOTO: CUERY
    Morrales, mochilas, portafolios y billeteras hacen parte de la oferta de la marca. FOTO: CUERY
  • Comprar zapatos Pazca ayuda a financiar otros proyectos sostenibles. FOTO: PAZCA
    Comprar zapatos Pazca ayuda a financiar otros proyectos sostenibles. FOTO: PAZCA

Suponga que usted anda buscando una nueva butaca para sentarse a tomar tinto en las mañanas. ¿Entre las opciones que ha pensado se le ocurrió que pudiera conseguir una hecha con 6.588 botellas Tetra Pak?

O que lo que busque sea estrenar una buena cama para su descanso. Entonces podría conseguir una hecha con la madera que deja el mar en las playas de San Juan de Urabá.

Y si lo que le interesa por estos días es encontrar el aguinaldo ideal podría lucir unos muy auténticos hechos con botellas recicladas, retal residual de confección y caucho natural con cascarilla de arroz.

O si quiere un buen café, ricas especias, shampoo, productos de limpieza eficiente, un paseo inolvidable para finalizar este año o comenzar 2021, hermosa joyería, dulces, o lo que se le ocurra, el país tiene 2.325 negocios verdes que ofrecen bienes y servicios con un impacto positivo para el medio ambiente y además un valor agregado al poner su granito de arena para mejorar las condiciones de un grupo o territorio; madres cabeza de familia, campesinos, comunidades indígenas, entre muchos otros.

Pero, hay que ir por partes, primero, según explica Julio Rozo, director de la Academia de Innovación para la Sostenibilidad, es necesario dejar claro qué es un negocio verde. “Puede haber cierta idea preconcebida entre el público en general de que hablamos solamente de proyectos basados en reciclaje o generación de energía. No, esto tiene un abordaje mucho amplio; son aquellos modelos de negocio o empresas que ofrecen bienes, productos y servicios bajo los criterios de sostenibilidad, innovación y con un impacto ambiental, social y económico positivo y demostrable. Mejor dicho, que ayude a reducir la contaminación, que haga transformación de recursos y gestione apropiadamente los servicios de la naturaleza”, explica.

Desde 2014 el país cuenta con un Plan Nacional de Negocios Verdes, a través del cual el Ministerio de Ambiente, las 32 corporaciones autónomas y otras entidades involucradas, marcan la hoja de ruta para la planificación y toma de decisiones que permitan el desarrollo, fomento y promoción tanto de su oferta como de la demanda.

Como precisa Rozo, la gama de posibilidades es grande. Los negocios verdes se dividen en tres categorías: bienes y servicios sostenibles provenientes de la naturaleza, ecoproductos industriales y mercado de carbono; de estos se desprenden nueve sectores y siete subsectores, entre estos últimos se encuentran los maderables (el aprovechamiento de madera y plantaciones); no maderables (fibras de semillas, frutos silvestres, cosméticos y productos farmacéuticos); recursos genéticos (bioquímicos por ejemplo), ecoturismo, agroturismo; producción ecológica, orgánica y biológica; productos derivados de la fauna silvestre; y generación de fuentes no convencionales de energía renovable (solar, eólica, biomasa).

¿Qué, quiénes, cómo y dónde?

Los 2.325 negocios verdes verificados en el país se concentran principalmente en bienes y servicios sostenibles (70%) y los ecoproductos industriales con un 30%.

Según cifras actualizadas de Minambiente entregadas a EL COLOMBIANO, estos generan 25.679 empleos directos; el 11% de estos para personas mayores, otro 11% a población indígena, el 1,4% a población con discapacidad y el 7,2% a madres cabeza de familia.

La región Central es la más prolífica abarcando el 34,2%, seguido por el Caribe (24,1%), Pacífico (20%), Amazonia (15,97%), Orinoquía (5,37%) y el 0,07% en otras regiones.

Antioquia tiene actualmente 106 negocios verdes, lo que representa un 5% del total nacional. Urabá lidera en el departamento con un 53% de estos, seguido por la subregión del Oriente con el 30%.

Con recursos de la Unión Europea y través de 12 ítems como la viabilidad económica, impacto ambiental positivo, enfoque de ciclo de vida del buen servicio, vida útil del servicio y cadena de valor, el Ministerio evalúa estos negocios y les entrega un resultado que van desde básico, inicial, intermedio, satisfactorio, avanzado o ideal, siendo los tres últimos los que cumplen con mas del 51% de los criterios de verificación, y el ideal es el que cumple el 100% y tiene otras certificaciones adicionales.

Más del 70% de los negocios verdes del país cumple con ese 51%; el 62.3% en satisfactorio, el 5.9% avanzado y el 9% ideal.

Las cifras de Minambiente, según cree la experta en emprendimiento del Externado, Daniela Alvear, son una señal de que a pesar del duro golpe social y económico que recibió el país por cuenta de la pandemia, “en los territorios sí se está intentando el viraje hacia ese necesario desarrollo sostenible. Cerramos diciembre de 2019 con 1.959 negocios verdes verificados, a mediados de año estábamos por cruzar el umbral de los 2.000, de manera que los ecosistemas de emprendimiento siguen moviéndose aún en medio de dificultades”, dice.

Según señaló en diálogo con EL COLOMBIANO el exministro de Ambiente, Ricardo Lozano, la masificación y éxitos de los negocios verdes es uno de los 15 puntos prioritarios del país si quiere cumplir con los compromisos ambientales que tiene a nivel internacional y, sobre todo, equilibrar la relación entre naturaleza, sociedad y economía, antes de que el país llegue a un punto de no retorno.

La meta, dice Lozano, “es implementar más de 3.800 negocios verdes para 2022 en las comunidades más vulnerables con formación, capacitación y mercadeo a nivel digital, así como actualizar la normatividad de la economía circular para diversificar la generación de empleos a partir de actividades de valoración de los residuos y generación de ingresos y formalización de recicladores y sus asociaciones”.

Dice además el exministro que el país necesita seguir mejorando la regulación de posconsumo y lograr cambios profundos en los patrones de consumo y una masiva educación ambiental, arduas tareas.

Por eso, según Alvear, más allá de los procesos técnicos y las cifras, “lo que debe trascender es que en este momento hay hombres y mujeres, asociaciones comunitarias, empresas que tienen logros reales en la lucha contra la deforestación, contra la emisión de contaminantes, contra la explotación de biodiversidad”.

Las manos que hacen posible los negocios verdes

Arelis Sánchez, Angie Ballesteros, Santiago Cáceres y Daniel Henao son cuatro representantes que, en contextos y con ideas diferentes, encarnan el potencial y los retos que tienen los emprendedores del país con proyectos verdes. Esto es lo que hacen:

1. Los insumos que traen las olas

“A mí me da vergüenza decir eso”, dice Arelis tres veces con silencios que separan cada frase. “Antes éramos todo lo contrario a lo que somos ahora. Vivíamos de la deforestación, pero eso quedó atrás y aunque no nos enorgullecemos nos dejó el conocimiento para saber y darle el destino correcto a la madera que nos trae el mar”, dice.

Arelis vive con su esposo en San Juan de Urabá. Un día, luego de una capacitación con el Sena se le ocurrió que de los residuos vegetales que arrojaba el mar era posible hacer algo más que dejarlos ahí tirados. Luego llegó Corpourabá con un seminario sobre negocios verdes “no teníamos ni idea qué era eso”, y ahí empezaron a darle forma a Arcapec (Asociación de Artesanos y Carpinteros Ecológicos).

Lograrlo no fue fácil, dice casi con la voz entrecortada. “Llegar a donde alguien a que te facilite una herramienta y que nadie te ayude es duro, pero nos rechazaban en un lado y nos íbamos para otra parte, y así hasta que encontramos un muchacho carpintero y nos alquiló sus herramientas y compartió su conocimiento, y así surgió este proyecto de vida en el que transformamos los residuos vegetales en camas, puertas, ventanas, comedores y artesanías”.

Mientras hacen la recolección de la materia prima aprovechan y limpian la playa, luego separan lo que va para la carpintería y lo que es insumo para que las artesanas del municipio, cada una desde su casa, puedan hacer hamacas, bolsos.

Con Corpourabá, dice Arelis, está profundamente agradecida porque “cuando muchos decían que perdíamos el tiempo buscando basura en la playa ellos vieron el potencial ambiental y social de nuestra idea”.

La Corporación les ha brindado espacios además en diferentes ferias en las que Arelis comprendió rápidamente que lo importante no era tanto vender sino lograr alianzas y contactos. “Gracias a esto ya estamos mandando productos para Medellín, Necoclí, Apartadó y Turbo”.

La proyección es que los productos de Arcapec crucen el mar, ese mismo que les lleva la materia prima “hasta la puerta de la casa”.

“Ojalá, pero no por las ventas, aunque gracias a Dios de esto vivimos, sino porque que queremos que cada cama o artesanía lleve un mensaje de que nosotros somos los responsables del cambio climático, de los océanos enfermos, de que no haya peces porque dañamos los manglares. Queremos vender la idea de que podemos transformar en algo útil lo que ante los ojos no es más que desecho”.

2. Un Laboratorio de Ensamblaje social en la 13

Estando en la universidad, Daniel Henao tuvo la certeza de que los entornos de confianza hicieron la diferencia entre el rumbo que tomó su vida y la de muchos de sus compañeros que terminaron desertando del colegio víctimas de diversas problemáticas sociales.

“Yo me críe en la Comuna 13, mi mamá trabajó siempre desde la casa haciendo bolsos y zapatos y pude ingresar a la universidad Nacional a estudiar ingeniería administrativa, en gran medida, porque el entorno de confianza que tuve al tener acompañamiento familiar y un hogar y estabilidad fue un diferencial”.

Entonces decidió crear Cuery, una marca pensada para que las madres del sector trabajen desde su casa marroquinería y accesorios de moda usando cuero reciclado que viene, por ejemplo, de zapatos que terminan su vida útil, con los que se hacen láminas de cuero, se unen a otros materiales en un proceso parecido a cómo se fabrica el papel, en el que se usan además retales, virutas y materiales menos contaminantes a los usados tradicionalmente en el proceso de curtido. También usan madera certificada y cartón industrial ecológico.

“Todo eso lo unimos para crear diferentes productos desde la línea de escritura hasta la marroquinería tradicional”.

Cuando la pandemia llegó había familias vinculadas a Cuery, por ahora están tres mientras logran repuntar. “La idea es que los microempresarios de la zona nos podamos vincular en un especie de colectivo social, es por esto que aunque la marca se llama Cuery la empresa se llama Laboratorio de Ensamblaje Social, buscamos que todas las iniciativas que promuevan la cohesión social puedan vincularse”.

La pandemia también frenó las negociaciones que tenían con grandes superficies y plataformas e-comerce, pero intentan reactivarse vendiendo por ahora souvenirs a empresas y las ventas por los canales digitales.

Precisamente por la dificultad que aún identifica Daniel para llegar al ciudadano, cree que trabajar en las plataformas es la tarea prioritaria de emprendedores e instituciones, comenzando por el liderazgo de Minambiente.

“La inversión va surgiendo, nosotros por ejemplo hemos podido estar en programas como capital semilla, el Sena, que han creído en nosotros, pero el tema crucial es el de darnos a conocer, de buscar que los negocios verdes puedan salir del país o que podamos tener un diferencial en cuanto a compras públicas. Es un reto difícil y que nos lleva muchas veces en costos adicionales para lograr esa visibilización”.

Daniel cree también que el paso a seguir para los negocios verdes es que, a través del Ministerio, Colombia tenga un sello verde que certifique y le entregue un mayor valor y perspectiva de cara al consumidor y al mercado.

Y aunque reconoce que las entidades oficiales, como las corporaciones autónomas, ofrecen amplios espacios de capacitación, cree que hace falta un enfoque más especializado.

“Cuando los negocios han pasado ya por cierto tipo de proceso se necesita algo más especializado, por ejemplo, aprender a crear un portafolio para otros mercados, acompañamiento para saber cómo llegar al mercado estadounidense o al europeo. Porque aunque el mercado en el país está abriéndose poco a poco la realidad es que en el mundo, en países como Canadá, valoran ampliamente este tipo de productos y Colombia tiene una oportunidad gigantesca si logra fortalecer el sistema empresarial verde. Es también momento de dejar de ver a los negocios verdes como emprendimiento de supervivencia; ya tenemos referentes, como Proplanet, que la han logrado sacar del estadio con grandes negociaciones. Creo que las perspectivas de consumo después de la pandemia nos marcan claramente el camino”, puntualiza.

3. La calidad marca la ruta

Proplanet, la empresa que Daniel y otros emprendedores señalan como referente, es una firma antioqueña, uno de los 209 negocios verdes con resultado “ideal” en el país.

Nació de la iniciativa de 4 empresarios con la idea de procesar cartón para fabricar productos de primer uso: platos, contenedores desechables. En el camino encontraron el Tetra Pak, un envase que a pesar de ganar cada vez más espacio en el mercado no tenía proceso de reciclaje. Ahí vieron la oportunidad.

El proyecto que lanzó a Proplanet a otro nivel para hacerse una firma más industrial lo gestó con Postobón, en 2014, llamado Mi pupitre, a través de cual dotan instituciones de bajos recursos y en veredas alejadas con mobiliario escolar hecho 100% con botellas Tetra Pak. Más de 70.000 niños se han visto beneficiados con esta idea.

Si bien la transformación del Tetra Pak es el proyecto cumbre de la compañía con la que elaboran todo tipo de mobiliario y artículos, también le dan valor agregado al excedente de cartón después de separar el aluminio y con la pulpa de papel derivada producen platos desechables con lo cual, explica Santiago Acevedo, gerente de la firma, se convierten en una de las pocas empresas que hacen el cierre de ciclo a partir de desechos posconsumo ayudando a mitigar el impacto del uso del plástico de un solo uso.

Detrás de este éxito hay un mensaje que, dice Santiago, le gustaría darles a los nuevos emprendedores. “Hay mucha gente que sueña hacer lo que estamos haciendo, aunque en diferentes frentes, no solo Tetra Pak. Lo más importante es tener claro que no se trata de reciclar sino pensar en procesos que finalmente terminen siendo eficientes, porque a la hora de salir a vender tu producto te encontrás con competencia que si bien no tiene como argumento la sostenibilidad, sí tiene un precio supremamente económico y es difícil que la gente te elija a vos. El camino es tecnificar procesos, renovar tecnologías porque el Tetra Pak es un envase moderno entre comillas para el reciclaje, la maquinaria de papel no sirve, la de plástico tampoco y obtener el plástico y el papel, lograr esa separación, nos generó un gran reto que asumimos”, narra el empresario.

Con esta directriz como hoja de ruta, tienen claro que no son los más baratos del mercado, ni esperan serlo, sino que buscan “sacar el mejor producto, que la gente nos valore por eso, no por ser sostenible, ese es un plus que nos enorgullece, pero no hay nada más chévere que el producto que compras te funcione a la perfección”.

4. El zapato como puerta de entrada

De tanto en tanto, entre los clientes que consultan y compran online zapatos marca Pazca, hay quien pide rebaja. La respuesta: darle la oportunidad al producto para darse cuenta de qué hay detrás de este y por qué está adquiriendo mucho más que un zapato hecho con botellas plásticas, retales de confección y suelas de caucho natural con cascarilla de arroz.

La historia que hay detrás de los zapatos Pazca es la de Angie Ballesteros, una financiera que renunció a su cargo para viajar al exterior y volver al país con una idea que la desvelaba: crear una empresa que generara un impacto positivo más allá de ganancias.

Angie se reencontró con su compañero Rodrigo Galvis e inspirados por la tradición familiar de Angie, con 30 años en el oficio de la zapatería, investigaron hasta llegar al producto que les permitiera llegar a ese impacto que querían lograr.

El calzado ecológico que crearon fue la puerta de entrada. Diseñaron un empaque, una “caja con propósito” con la cual invitan al comprador de Pazca a depositar una prenda en buen estado que sienta que ya cumplió el ciclo en su clóset o no utilicen, y donarlo a alguien que le dé uso.

“Queremos consumo sostenible y ayudar a cerrar un poco la brecha social. Periódicamente hacemos alianzas con empresas que nos ayudan a hacer masiva esta iniciativa y mediante jornadas de voluntariado hacer donaciones o generar trueques que propicien segunda oportunidad de los productos”, cuenta Angie.

Ha sido todo un desafío. “Es un proceso detallado, de educación a los consumidores, de contarle a la gente por qué debe comprar estos zapatos, y cómo a través de su compra está generando impacto, un beneficio múltiple. Creo que en este 2020 que la gente cambió de hábitos se generó un cambio que está llevando a las personas a comprar de manera más consciente”.

Cuenta la cofundadora de Pazca que el otro propósito de la marca es invertir el 5% de sus ingresos en proyectos que generen impacto en la comunidad. Además esperan que en 2021 les permita dar vía libre a las exportaciones.

“Hay un mercado de consumo responsable gigante, más o menos el 20% o 30% de la población mundial y es un mercado que deja 550 billones de dólares a la economía. En Estados Unidos, donde quisiéramos empezar el próximo año, nuestro público objetivo, el consumidor Lohas (siglas que define al grupo demográfico Lifestyles of Health and Sustainability o Estilos de vida saludable y sostenible), deja 350 millones de dólares”, detalla.

Angie, al igual que Daniel y Santiago esperan que el próximo paso del país sea tener un sello verde, garantías que los consumidores vienen exigiendo cada vez más.

Comprar zapatos Pazca ayuda a financiar otros proyectos sostenibles. FOTO: PAZCA
Comprar zapatos Pazca ayuda a financiar otros proyectos sostenibles. FOTO: PAZCA

El valor de una compra consciente

Aunque es buena señal que aún en pandemia los negocios verdes sigan su marcha hacia la meta mencionada por el exministro Lozano, hay aspectos que exigen revisión pues siguen creando ambientes hostiles para emprendedores del sector.

En el análisis de brechas para la financiación de negocios verdes realizado por Asobancaria en enero de 2019, se identifican 19 brechas entre las que destacan los tiempos largos de retorno de la inversión, la imposibilidad de tener negocios referentes para generar la evaluación de un negocio verde, falta de conocimiento sobre cuáles son, qué beneficios tienen, cómo operan y que incidencia tienen, informalidad empresarial y el entendimiento de negocios verdes con enfoque netamente ambiental.

En la feria virtual organizada por Cormacarena, el pasado 10 de diciembre, Jorge Jiménez, jefe de la oficina de Negocios Verdes del Ministerio, aseguró que el país ha avanzado sustancialmente en el fortalecimiento de estos así como en la estrategia de comercialización. “Estamos generando una app móvil para visibilizar y promover los productos y servicios y generamos alianzas con plataformas ecommerce para dinamizar el mercado de los productos”, dijo.

Una de estas alianzas es con Mercado Libre, a través del cual se puede hacer venta directa actualmente de 277 productos de estos emprendedores.

Reconoció Jiménez que uno de los grandes retos vigentes es lograr orientar estos “emprendimientos a largo plazo, apoyándolos en sus debilidades”.

En el municipio de El Santuario, por citar un caso, uno de los proyectos emblemáticos de Cornare, la Corporación Tierra de Colores que elaboraba jabón con aceite usado de cocina y vinculaba, entre otras personas de la zona, a exprostitutas, integrantes de la comunidad LGTBI, jóvenes en procesos de desintoxicación, y adultos mayores cerró sus puertas por inviabilidad administrativa hace casi dos años.

Hoy, Juan Camilo Silva, quien integró dicha corporación, mantiene vigente la labor ambiental del municipio con una cooperativa que integra a más de 60 recicladores del municipio y una operación que ronda los 6.000 kilos de reciclaje mensual, aunque por ahora no realizan transformación de los residuos.

“Entre ires y venires, proyectos que no logran sostenerse, hemos mantenido el componente de reciclaje en el municipio y una conciencia ambiental amplia en un municipio relativamente pequeño, lo cual sigue siendo una gran ganancia”, expresa Silva.

Julio Rozo, quien también es panelista de la Ruta Exportadora 2020 en los 32 departamentos, piensa que ese despertar ambiental, lento pero visible entre los colombianos, no exige grandes hitos: campañas, marchas, demandas, sino adoptar simples y paulatinos hábitos.

“Hoy estamos haciendo lo que parecía difícil hace pocos años: que los campesinos, comunidades indígenas, personas de los más diversos orígenes, te hablen con propiedad sobre los riesgos del cambio climático y te ofrezcan un plan real para combatir los estragos que sufre la naturaleza, los bosques, mares. ¿Qué necesitamos? Que las personas entiendan cuánta diferencia hace para la realización de ese plan que elija, por ejemplo, una de las opciones negocio verde en turismo de naturaleza para sus próximas vacaciones, o elija comprar un café, una pulpa de frutas, un mueble, una prenda y entender el efecto que tendrá esa compra en su propio bienestar y en el del medio ambiente”.

354 destinos aguardan visitantes

A propósito de los negocios verdes de turismo de naturaleza, el Ministerio lanzó el pasado 2 de diciembre el Portafolio con 354 ofertas; 90 de guianza, que ofrecen servicio de senderismo y actividades de avistamiento de fauna y flora; 79 centros ecoturísticos, que incluyen en el mismo lugar alojamiento, alimentación, guianza y eco-actividades; 63 operadores turísticos y agencias de viaje; 50 eco-actividades y turismo de aventura, culturales y bienestar; 40 opciones de alojamiento; 30 de agroturismo, donde se vive la experiencia agroecológica con las comunidades locales; y 2 de gastronomía.

Estos negocios están ubicados en Amazonia (96), Caribe (59), San Andrés, Providencia y Santa Catalina (27), Central (68), Antioquia - Eje Cafetero (34), Llanos y Santanderes (23) y Pacífico (47). Y se puede acceder al Portafolio completo ingresando al portal del Ministerio de Ambiente.

Juan Felipe Zuleta Valencia

Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.

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