“¿Dónde más se van a quedar?”, pregunta Alejo Vargas, ante el cuestionamiento de si las Farc van a quedarse en las zonas veredales después de dejar las armas, es decir el día D+180.
Vargas es uno de los académicos que más ha estudiado el proceso de paz y, además, es el director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la U. Nacional. Para él es normal que las Farc tengan pretensiones de quedarse en las 26 zonas donde están concentradas actualmente: “Las preguntas que uno tendría que hacerse es ¿salir para dónde?, ¿dónde van a hacer los proyectos productivos?, ¿dónde están las fincas que ha comprado el Gobierno?, ¿dónde van a estar hasta que comience a funcionar la JEP y se garantice que las personas puedan comparecer ante la justicia?”.
El Acuerdo entre el Gobierno y las Farc no dice con certeza cuál es el futuro de los miembros de la guerrilla en el Día D+180. Lo que sí deja claro es que hay apoyos económicos (renta básica del 90 % de salario mínimo por dos años, es decir 664.000 pesos, una asignación de 2 millones de pesos para la normalización, afiliación a la seguridad social por dos años y hasta 8 millones de pesos para un proyecto productivo por una única vez) para que puedan hacer la transición a la vida civil, pero no establece los lugares donde van a vivir ni en qué sitios desarrollarán los proyectos productivos.
Esto dice el Acuerdo
Acerca de las zonas veredales el Acuerdo es muy claro. Son perímetros “territoriales, temporales y transitorios, definidas, delimitadas y previamente concertadas entre el Gobierno Nacional y las Farc”, conformadas con dos objetivos: “Garantizar el cese el fuego y de las hostilidades bilateral y definitivo y la dejación de armas, e iniciar el proceso de preparación para la reincorporación a la vida civil de las estructuras de las Farc en lo económico, lo político y lo social”.
Aunque la construcción de las zonas veredales presenta retrasos (ver gráfico), el cronograma de la dejación de armas va corriendo. El general Javier Flórez, comandante del Comando Estratégico de Transición del Ejército, ha explicado en diversas oportunidades que el cronograma no se aplazará y que el Día D+180 los guerrilleros deberán haber dejado todas las armas que tienen en su poder.
Hasta ahí se cumple la primera función de las zonas veredales, pero los retrasos han impedido que inicie el segundo objetivo: el Acuerdo establece que en el Día D+60 (30 de enero de 2016) debía iniciar el censo socioeconómico que está en manos de la U. Nacional. EL COLOMBIANO conoció que este proceso no ha comenzado porque el Gobierno Nacional no ha firmado el convenio ni girado los recursos. Ese censo pretende determinar las condiciones de los guerrilleros, sus capacidades, sus gustos y nivel de formación para establecer una hoja de ruta para que ellos puedan reincorporarse a la sociedad colombiana.
Después de ese proceso, vendría la creación de proyectos productivos, que tampoco ha iniciado, y la nivelación en educación básica primaria, secundaria o técnica. EL COLOMBIANO conoció que lo único que está en curso es la formación con el Sena.
Además, el Gobierno se comprometió a poner en marcha un plan de atención en salud y jornadas de cedulación para las Farc. Las dos cosas están en marcha.
Carlos Córdoba, gerente de las zonas veredales, afirma que cuando se acaben de ejecutar todos los programas de reincorporación, todos o un grupo de exmiembros de Farc podrían quedarse en campamentos.
“Si hay posibilidad de hacer allí proyectos productivos, con las Farc desarmados, ese es un asunto que lo tendrá que evaluar el Consejo Nacional de Reincorporación, que está compuesto por el Gobierno y las Farc. Esa infraestructura que quedará tiene que ser bien utilizada pero ese proceso se resolverá a futuro entre las partes”, añade el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.
Para alias Jesús Sántrich, miembro del Estado Mayor de las Farc, es un hecho que van a quedarse. En una entrevista a la Revista Semana dijo que en esas zonas iniciarán los proyectos productivos y aclaró que muchos de los guerrilleros tienen familiares en regiones aledañas a las zonas veredales. “¿Dónde más se los va a imaginar uno?”, pregunta Sántrich.
Generales preocupados
Veintiocho excomandantes de la Fuerza Pública, todos generales de la República, enviaron el primero de este mes una carta al presidente Juan Manuel Santos advirtiéndole los riesgos que esto podría representar.
“Queremos expresarle nuestra inquietud por el interés manifiesto de esta organización (las Farc) de crear a toda costa zonas permanentes y no de carácter transitorio en los sitios acordados”, reza la epístola.
Los generales, en esa comunicación, suponen que el interés de la guerrilla es conformar allí “peligrosos asentamientos con grupos no desmovilizados y comunidades afectas, que potencialmente y hacia el futuro inmediato se constituirían en graves amenazas y factor de perturbación”. Llamaron a esas zonas “Repúblicas independientes”.
La carta fue firmada por el general Jorge Enrique Mora Rangel, quien hizo parte del equipo negociador del Gobierno en los diálogos de paz.
Son corredores estratégicos
Luis Pérez Gutiérrez, gobernador de Antioquia, piensa que existen riesgos si las Farc se quedan en las zonas veredales: “En el caso particular de Antioquia esas zonas de normalización están en sitios críticos, es toda la zona por donde se mueven la droga y la minería ilegal”.
De acuerdo con la Fuerza Pública, las zonas veredales en Antioquia están en un corredor estratégico por el que históricamente las Farc traficaron armas y drogas, zona que conduce desde el Sur de Bolívar hacia Urabá, la única salida al mar del departamento.
El gobernador afirma que para su administración es más importante la devolución del territorio que la de cualquier arma ya que “de todas formas las armas se oxidan pero el territorio sigue siendo instrumento de movilidad y de territorialidad”.
Sin embargo, Alejo Vargas no ve ahí un riesgo. Explica que esas zonas fueron escogidas en buena medida por el Gobierno, con la lógica de que debían estar lo más alejadas posible de los centros poblados, y que los miembros de las Farc están en la mejor disposición de contribuir para erradicar los cultivos. “Si están ahí cerca lo que se va a dar es una cooperación mucho más cercana de la Fuerza Pública con estos miembros de las Farc para los programas de erradicación de cultivos”.
Lugares autónomos
Los militares retirados van mucho más allá. El general (r) Jaime Ruiz, presidente de Acore, señala que aunque en el papel estas zonas son transitorias, ya los líderes de la guerrilla han dicho que allá se van a quedar: “si no hay control físico del lugar en el territorio y no hay presencia permanente de la Fuerza Pública, va a ocurrir lo que sucedía en el pasado, se convierten en regiones autónomas, en donde imponen su propia ley como lo venían haciendo”.
La respuesta a esta posición la tiene el general Flórez, quien es enfático en aclarar que la Fuerza Pública estará en esas zonas pasados los 180 días y que se mantendrá la autoridad de los gobiernos local y nacional.
De acuerdo con Luis Eduardo Celis, asesor de la Línea de Posconflicto de la Fundación Paz y Reconciliación, “hay que partir de que las Farc han dado muestras más que fehacientes de que son una fuerza seria y que está comprometida con su transformación en un grupo político civil sin armas”, esto teniendo en cuenta el cumplimiento del cese del fuego y de la concentración.
Por eso, afirma el experto, la sociedad colombiana debe dejar de pensar en las Farc como en un enemigo, “ellos vienen de ser una amenaza de seguridad nacional y ya han dejado de serlo, si han entregado las armas, ¿cuál amenaza van a ser 300 o 500 personas en un punto de ubicación sin armas?, y a los que delincan hay que echarlos a la cárcel”.
La comunidad, de acuerdo
“Los que están ahí, que dentro de muy poco van a dejar de ser guerrilleros, son colombianos, son campesinos y son de la región, ahí tienen sus familias, entonces no son extraños para nosotros”, así responde Ernesto Pinzón, líder de la organización Cahucopana, al ser cuestionado acerca de la posibilidad de que las Farc se queden en Carrizal, en Remedios, donde tienen una zona veredal.
Agrega, además, que “nosotros siempre hemos dicho que la presencia de las zonas veredales no nos incomoda, antes bienvenida, la apoyamos, pero exigimos que el Gobierno cumpla los acuerdos que hicieron con las comunidades acerca de que la presencia de las zonas veredales no va a afectar la tranquilidad, la cultura, la vida económica y política de las comunidades”.
Las condiciones en las que viven en Carrizal siempre han sido inhóspitas, no hay energía eléctrica, ni agua potable, las viviendas son de madera y los campesinos han migrado de la agricultura a la minería informal, una historia que se repite en varias zonas (ver Entrevista).
Gracias a la infraestructura que hoy se está construyendo, de quedarse las Farc en los territorios de las zonas veredales, según Carlos Córdoba, las condiciones para las poblaciones cercanas podrían mejorar. Y eso se confirma con las habitaciones, de 24 metros cuadrados, para cada insurgente en materiales termoacústicos, con agua potable y plantas de energía. Aunque son campamentos temporales si se les hace un buen mantenimiento pueden ser duraderos y, además, podría reforzarse si se están pensando en un proyecto de vivienda.
Si no se cumplen los compromisos gubernamentales que están en los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial del Acuerdo, las diferencias en las condiciones de vida entre las comunidades y la Farc podrían generar inconvenientes, dice el profesor Vargas, ya que la gente puede pedir “que el Gobierno lleve lo que nunca les ha llevado” y que “el Estado aproveche para dotar a todas esas regiones de servicios públicos básicos que deberían tener hace mucho tiempo”.
Celis concluye que “las Farc son 20.000 personas contando los milicianos y nosotros tenemos 20 millones de pobres, lo que hay que hacer es darle un lugar digno a 20.000 personas. Aquí se hizo un acuerdo de paz que implica que esos individuos tengan unas condiciones de vida dignas”.