Aunque las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen una resonancia global, las decisiones de los Estados nacionales no siempre se rigen por su opinión. En agosto de 2020, Tedros Adhanom Gebreyesus, el director general de esa entidad, advirtió lo inconveniente que sería enfrentar la pandemia del coronavirus usando una lógica de “nacionalismo de vacunas”.
“Esto no es caridad, hemos aprendido por las malas que la forma más rápida de poner fin a esta pandemia y reabrir las economías es comenzar por proteger a las poblaciones de mayor riesgo en todas partes, en lugar de a la población entera de solo algunos países”, dijo con vehemencia.
Pero el mundo no escuchó. En su discurso de apertura en la Asamblea Mundial de la Salud el pasado 24 de mayo dijo que la inequidad en el acceso a las vacunas era “escandalosa”. Y sostuvo que el 75 % de las dosis habían quedado en las manos de solo diez países.
Para Mauricio Jaramillo Jassir, internacionalista y profesor de la Universidad del Rosario, el margen de acción de la OMS en este sentido fue limitado. Señaló que la distribución igualitaria de dosis anticovid no depende únicamente de su actuar porque “no está por encima de las farmacéuticas ni de los Estados”. Y agregó que “la OMS hace lo que los Estados la dejan hacer, no es un gobierno mundial en materia de salud”. Luego, resaltó los esfuerzos que se han hecho mediante el mecanismo Covax, que busca un acceso más equitativo a las vacunas para todos los países y está dirigido por la Alianza para la Vacunación (Gavi, por su sigla en inglés), la OMS y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI).
Según datos compartidos por Gavi, hasta el pasado 4 de junio ya se habían enviado más de 70 millones de dosis a más de 129 países haciendo uso de Covax. Colombia, por su parte, ha recibido 3,2 millones por esa vía, aunque en total han llegado más de 15,6 millones. De acuerdo con el Ministerio de Salud, Covax permitirá inmunizar al 10 % de la población colombiana, aunque oficialmente la OMS ha comunicado que su meta es asegurarle a los países vacunas para el 20 % de sus habitantes.
Dionne Cruz, presidenta de la Asociación Colombiana de Salud Pública, señaló que a este mecanismo le ha faltado el “apoyo mayoritario” de los países desarrollados. “Lo que tenemos es un acaparamiento del mercado”, anotó. Y señaló que las declaraciones de los miembros de esa entidad a veces no logran tener incidencia en la salud global. “Miremos el problema de las patentes, que siguen ahí, controladas por la industria farmacéutica. Estamos en manos de las multinacionales, que generan grandes ganancias para ellos”, advirtió.
Si bien el arbitrio de la propiedad intelectual a nivel internacional le corresponde directamente a la Organización Mundial del Comercio (OMC), la OMS se ha pronunciado a favor de las intenciones de países como Sudáfrica e India de flexibilizar esas medidas. Cruz, entretanto, opinó que la OMS debe ser más firme y “tiene que ejercer una presión, porque esa es precisamente su labor”.
Por su parte, Fernando De la Hoz, doctor en epidemiología y exdirector del Instituto Nacional de Salud (INS), señaló que la OMS ha jugado “un papel adecuado”, si se tienen en cuenta los recursos con los que funciona (su financiación depende en un 83 % de contribuciones voluntarias que hacen países desarrollados como Alemania, EE.UU., Reino Unido y fundaciones como la de Bill y Melinda Gates) y las barreras que encuentra frente a la soberanía de los Estados.
“Me parece que hizo lo que podía. Ya si los países creen que debió haber hecho más, (en el futuro) deben darle un mandato y unos recursos mucho más amplios”, aseguró el experto.
El profesor Jaramillo Jassir se expresó en un sentido similar: “En buena medida su campaña de información ha sido clave en cuanto al uso del tapabocas, el distanciamiento social y la importancia de la vacuna”.
“El trabajo me parece que ha sido efectivo, no me imagino qué hubiera sido esta pandemia sin la OMS”, agregó. Pero sostuvo que sí ha visto golpeada su credibilidad durante la coyuntura, sobre todo por su respuesta a China y las indagaciones que ha hecho sobre el origen de la pandemia, que tuvieron un tenso episodio cuando la OMS visitó instalaciones de desarrollo científico en ese país, en enero de este año.