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Mientras sus compañeras de fila bailaban en La Guajira con los delegados de la ONU, José Cotín Berrío, más conocido por su rol de Pastor Alape en el Secretariado de las Farc, esperaba con paciencia a que lo atendieran los médicos de algún hospital en algún rincón de la capital colombiana. Por primera vez en décadas, el guerrillero se enfrentó al sistema de salud que millones de colombianos aguantan todos los días.
Alape llegó al centro asistencial a las 7 de la noche del 31 de diciembre acompañado por Samy Flórez, su novia guerrillera. Por los síntomas, que habían visto cientos de veces durante sus años de militancia en el monte, creían que el líder de la insurgencia tenía paludismo.
“Después de cumplir con los trámites de ingreso me puse frente...
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