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En los últimos días corrió el rumor, a través de redes sociales, de que Estados Unidos estaba notificando la cancelación irrevocable de la visa de turista a los latinoamericanos que viajaron a territorio en los últimos meses a aplicarse la vacuna contra el covid.
Las autoridades de dicho país, por medio de sus embajadas, negaron tal información y señalaron desconocer el origen de la misma. “Nosotros no estamos vigilando quién va para vacunarse y no estamos tomando medidas contra las visas de esas personas”, aclaró la Embajada de Estados Unidos en Colombia.
Lo cierto es que ese país experimenta actualmente un auge en la visita de extranjeros que llegan buscando beneficiarse de su sólido plan de vacunación, el más eficiente en el mundo junto al de Israel, según cifras de la Universidad Johns Hopkins.
Tanto así que solo en Florida, entre diciembre y enero, 39.000 personas no residentes recibieron al menos una dosis, lo que obligó a las autoridades estatales a endurecer y especificar más sus requisitos para acceder a la vacunación, medida que tomaron en otros estados.
Pero, ¿es legal viajar a vacunarse en Estados Unidos? y ¿qué implicaciones éticas y en salud pública acarrea esto?
Respecto al primer interrogante, el abogado experto en migración, Enrique Ureña explica que acceder a la vacuna en EE. UU. con visa de turismo no es ilegal, pero sí puede ocasionar sanciones como la cancelación del documento o su posterior rechazo para renovación “en caso de que las autoridades consideren que la persona faltó a la verdad en relación con el motivo de viaje declarado”.
Para el abogado, la clave para evitarse dolores de cabeza es actuar bajo prudencia. “En estos tiempos es entendible el anhelo de las personas de recibir su inmunidad, pero hay que mantener el compromiso con requisitos solicitados para ingresar al país. Si en el curso del viaje, que puede ser para conocer un destino o visitar familiares, alguien está en un Estado o cerca a uno que permita acceder a este servicio a inmigrantes no residentes tendrá esa posibilidad sin incurrir en faltas. Pero si casi de inmediato al ingreso al país recibe una dosis o aterriza en un estado para viajar a otro a una distancia considerable, es posible que, mediante cotejación de información de inmigración y aduana, se vea en problemas posteriormente”.
El abogado aclara además dos temas que –dice– generan confusión y pueden ocasionar problemas a los viajeros. Primero, que la posibilidad de acceder a tratamientos médicos con visa de negocios-turismo (B1/B2) está siendo erróneamente interpretada.
“Cuando este es el motivo declarado ante el oficial de migración debemos tener unas constancias (diagnósticos, comprobantes de citas médicas y disponibilidad de recursos para responder por estos servicios). He sabido de colombianos y otros latinos que dicen que eventualmente podrían esgrimir ante las autoridades que recibir la vacuna cabe dentro de la autorización de tratamiento médico, y no es así”.
Lo segundo es que, contrario a lo que pueda pensarse, que un estado no tenga restricciones en su plan de vacunación para turistas no implica que haya una invitación formal para ellos. No obstante, esto podría cambiar y en las próximas semanas la vacunación y el turismo podrían ir de la mano, empezando por Alaska, donde el gobernador, Mike Dunleavy, compartió el lunes la estrategia que tiene dicho estado para atraer visitantes en el verano garantizando su vacunación al ingreso en sus cuatro aeropuertos y, para quienes arriben en cruceros, un plan cuya aprobación por parte de las autoridades federales es inminente, según el gobernador, gracias a que el 40 % de la población de Alaska ya tiene su esquema de inmunización completo.
Jonhnattan García Ruiz, magister en Salud Pública con énfasis en Salud Global de la Universidad de Harvard e investigador de Dejusticia, considera que ante la diversidad de aristas que caben en el abordaje ético de este asunto, sería válido evaluarlo en la medida en que “afecte o no a una persona que se encuentre en desventaja frente a otra y sea una dinámica orientada a primar el privilegio”
Este no sería el caso – explica García Ruiz– “porque quien tome la decisión no le está quitando el lugar a alguien en Colombia y tampoco en Estados Unidos, pues precisamente los estados que están abiertos a esta posibilidad lo hacen bajo la premisa de que sus metas de vacunación a su población avanzan exitosamente y entendiendo que vacunar a quien ingresa, independiente de su condición migratoria, es una garantía sanitaria para ellos mismos y sus planes de reactivación”.
No obstante, el investigador sopesa que, desde un enfoque de salud pública, el turismo de vacunación se convierte en una prolongación de las condiciones de inequidad que sufre la población en países latinoamericanos.
“Este fenómeno refuerza el hecho de que el acceso a salud está subordinado al poder adquisitivo. El turismo médico históricamente ha facilitado, por ejemplo, que extranjeros vengan a países como el nuestro a realizarse diferentes procedimientos (trasplantes, cirugías) a un costo favorable de acuerdo a su capacidad económica, pero restando posibilidad de acceso a citas, especialistas y demás a ciudadanos de bajo ingresos”, expone.
Ahora cambia la dinámica, concluye el docente. Los latinos viajan a Estados Unidos, pero la esencia es la misma: “Un panorama de incertidumbre como lo es la pandemia, en el que solo un grupo privilegiado alcanza a la inmunización cuando así lo decida, mientras que el grueso de la población está en vilo por un plan de vacunación que atraviesa incontables problemas”.
Carlos Trillos, epidemiólogo de la Universidad del Rosario, plantea que aún con los recusos disponibles y la luz verde por parte de las autoridades de Estados Unidos, es necesario que las personas piensen bien la decisión para no correr riesgos difíciles de subsanar.
“Si reciben una dosis de Pfizer o Moderna y no tienen garantizada la aplicación de la segunda dosis o no coincide la fecha en que se la programan con el tiempo que tiene autorizado a permanecer, quedarán con su esquema incompleto y eso le puede traer dificultades porque, como es sabido, en Colombia no está permitido elegir la vacuna”, anota Trillos.
La única vacuna de las aplicadas en Estados Unidos que requiere solo una dosis es la de Johnson & Johnson, la cual se encuentra suspendida hace una semana para evaluar un posible vínculo con coágulos reportados en seis personas en dicho país.
En cualquier caso, según señala Tatiana Andia, socióloga investigadora de los Andes y experta en salud pública, justificar la decisión de inmunizarse en el exterior para liberar presión al plan de vacunación del país no solo carece de sustento sino que puede tener un efecto contrario.
“Hay personas que viajaron desde diciembre a vacunarse, personas jóvenes sobre todo, y que muy probablemente antes de que finalice el año tendrán que requerir otra dosis, porque aún no hay claridad respecto al tiempo de inmunidad, y aunque van a estar protegidos de síntomas graves podrían estar transmitiendo el virus”, expresa.
Partiendo de algunos hechos como el acaparamiento de vacunas por parte de países ricos, la economista no descarta un escenario en el que, una vez completo el plan de vacunación de sus poblaciones, países como EE. UU., Canadá, Israel y algunas naciones árabes, conviertan el turismo de vacunación en un impulso para reactivar sus economías, agravando la disponibilidad de las vacunas por parte de países de ingreso medio como Colombia. (ver Antecedentes)
La pandemia, concluye la profesora Andia, “ha traído dilemas éticos que no tienen marco de referencia. No se trata de juzgar el turismo de vacunación y el manejo de vacunas por parte de privados por el hecho mismo, sino por su propósito. ¿Para qué hacerlo? Si es para abordar el reto de que todos estemos protegidos frente al virus, que es lo que realmente nos hará superar la pandemia, es justo. Si es en función de un ‘sálvese quién pueda’ será contraproducente”
En los últimos días corrió el rumor, a través de redes sociales, de que Estados Unidos estaba notificando la cancelación irrevocable de la visa de turista a los latinoamericanos que viajaron a territorio en los últimos meses a aplicarse la vacuna contra el covid.
Las autoridades de dicho país, por medio de sus embajadas, negaron tal información y señalaron desconocer el origen de la misma. “Nosotros no estamos vigilando quién va para vacunarse y no estamos tomando medidas contra las visas de esas personas”, aclaró la Embajada de Estados Unidos en Colombia.
Lo cierto es que ese país experimenta actualmente un auge en la visita de extranjeros que llegan buscando beneficiarse de su sólido plan de vacunación, el más eficiente en el mundo junto al de Israel, según cifras de la Universidad Johns Hopkins.
Tanto así que solo en Florida, entre diciembre y enero, 39.000 personas no residentes recibieron al menos una dosis, lo que obligó a las autoridades estatales a endurecer y especificar más sus requisitos para acceder a la vacunación, medida que tomaron en otros estados.
Pero, ¿es legal viajar a vacunarse en Estados Unidos? y ¿qué implicaciones éticas y en salud pública acarrea esto?
Respecto al primer interrogante, el abogado experto en migración, Enrique Ureña explica que acceder a la vacuna en EE. UU. con visa de turismo no es ilegal, pero sí puede ocasionar sanciones como la cancelación del documento o su posterior rechazo para renovación “en caso de que las autoridades consideren que la persona faltó a la verdad en relación con el motivo de viaje declarado”.
Para el abogado, la clave para evitarse dolores de cabeza es actuar bajo prudencia. “En estos tiempos es entendible el anhelo de las personas de recibir su inmunidad, pero hay que mantener el compromiso con requisitos solicitados para ingresar al país. Si en el curso del viaje, que puede ser para conocer un destino o visitar familiares, alguien está en un Estado o cerca a uno que permita acceder a este servicio a inmigrantes no residentes tendrá esa posibilidad sin incurrir en faltas. Pero si casi de inmediato al ingreso al país recibe una dosis o aterriza en un estado para viajar a otro a una distancia considerable, es posible que, mediante cotejación de información de inmigración y aduana, se vea en problemas posteriormente”.
El abogado aclara además dos temas que –dice– generan confusión y pueden ocasionar problemas a los viajeros. Primero, que la posibilidad de acceder a tratamientos médicos con visa de negocios-turismo (B1/B2) está siendo erróneamente interpretada.
“Cuando este es el motivo declarado ante el oficial de migración debemos tener unas constancias (diagnósticos, comprobantes de citas médicas y disponibilidad de recursos para responder por estos servicios). He sabido de colombianos y otros latinos que dicen que eventualmente podrían esgrimir ante las autoridades que recibir la vacuna cabe dentro de la autorización de tratamiento médico, y no es así”.
Lo segundo es que, contrario a lo que pueda pensarse, que un estado no tenga restricciones en su plan de vacunación para turistas no implica que haya una invitación formal para ellos. No obstante, esto podría cambiar y en las próximas semanas la vacunación y el turismo podrían ir de la mano, empezando por Alaska, donde el gobernador, Mike Dunleavy, compartió el lunes la estrategia que tiene dicho estado para atraer visitantes en el verano garantizando su vacunación al ingreso en sus cuatro aeropuertos y, para quienes arriben en cruceros, un plan cuya aprobación por parte de las autoridades federales es inminente, según el gobernador, gracias a que el 40 % de la población de Alaska ya tiene su esquema de inmunización completo.
Dilema ético y salud pública
Jonhnattan García Ruiz, magister en Salud Pública con énfasis en Salud Global de la Universidad de Harvard e investigador de Dejusticia, considera que ante la diversidad de aristas que caben en el abordaje ético de este asunto, sería válido evaluarlo en la medida en que “afecte o no a una persona que se encuentre en desventaja frente a otra y sea una dinámica orientada a primar el privilegio”
Este no sería el caso – explica García Ruiz– “porque quien tome la decisión no le está quitando el lugar a alguien en Colombia y tampoco en Estados Unidos, pues precisamente los estados que están abiertos a esta posibilidad lo hacen bajo la premisa de que sus metas de vacunación a su población avanzan exitosamente y entendiendo que vacunar a quien ingresa, independiente de su condición migratoria, es una garantía sanitaria para ellos mismos y sus planes de reactivación”.
No obstante, el investigador sopesa que, desde un enfoque de salud pública, el turismo de vacunación se convierte en una prolongación de las condiciones de inequidad que sufre la población en países latinoamericanos.
“Este fenómeno refuerza el hecho de que el acceso a salud está subordinado al poder adquisitivo. El turismo médico históricamente ha facilitado, por ejemplo, que extranjeros vengan a países como el nuestro a realizarse diferentes procedimientos (trasplantes, cirugías) a un costo favorable de acuerdo a su capacidad económica, pero restando posibilidad de acceso a citas, especialistas y demás a ciudadanos de bajo ingresos”, expone.
Ahora cambia la dinámica, concluye el docente. Los latinos viajan a Estados Unidos, pero la esencia es la misma: “Un panorama de incertidumbre como lo es la pandemia, en el que solo un grupo privilegiado alcanza a la inmunización cuando así lo decida, mientras que el grueso de la población está en vilo por un plan de vacunación que atraviesa incontables problemas”.
Pensar bien la decisión
Carlos Trillos, epidemiólogo de la Universidad del Rosario, plantea que aún con los recusos disponibles y la luz verde por parte de las autoridades de Estados Unidos, es necesario que las personas piensen bien la decisión para no correr riesgos difíciles de subsanar.
“Si reciben una dosis de Pfizer o Moderna y no tienen garantizada la aplicación de la segunda dosis o no coincide la fecha en que se la programan con el tiempo que tiene autorizado a permanecer, quedarán con su esquema incompleto y eso le puede traer dificultades porque, como es sabido, en Colombia no está permitido elegir la vacuna”, anota Trillos.
La única vacuna de las aplicadas en Estados Unidos que requiere solo una dosis es la de Johnson & Johnson, la cual se encuentra suspendida hace una semana para evaluar un posible vínculo con coágulos reportados en seis personas en dicho país.
En cualquier caso, según señala Tatiana Andia, socióloga investigadora de los Andes y experta en salud pública, justificar la decisión de inmunizarse en el exterior para liberar presión al plan de vacunación del país no solo carece de sustento sino que puede tener un efecto contrario.
“Hay personas que viajaron desde diciembre a vacunarse, personas jóvenes sobre todo, y que muy probablemente antes de que finalice el año tendrán que requerir otra dosis, porque aún no hay claridad respecto al tiempo de inmunidad, y aunque van a estar protegidos de síntomas graves podrían estar transmitiendo el virus”, expresa.
Partiendo de algunos hechos como el acaparamiento de vacunas por parte de países ricos, la economista no descarta un escenario en el que, una vez completo el plan de vacunación de sus poblaciones, países como EE. UU., Canadá, Israel y algunas naciones árabes, conviertan el turismo de vacunación en un impulso para reactivar sus economías, agravando la disponibilidad de las vacunas por parte de países de ingreso medio como Colombia. (ver Antecedentes)
La pandemia, concluye la profesora Andia, “ha traído dilemas éticos que no tienen marco de referencia. No se trata de juzgar el turismo de vacunación y el manejo de vacunas por parte de privados por el hecho mismo, sino por su propósito. ¿Para qué hacerlo? Si es para abordar el reto de que todos estemos protegidos frente al virus, que es lo que realmente nos hará superar la pandemia, es justo. Si es en función de un ‘sálvese quién pueda’ será contraproducente” .